Poco después de la apertura del encuentro y de un debate espontáneo sobre cuán re/orientado al periodismo estuvo en su tiempo un graduado de Derecho y de Filosofía y Letras llamado José Martí, el colega César Gómez ofreció, al presentarse en el diálogo, la mejor lección de quién es y de cómo debe mantener su condición patriótica y profesional un (ex)corresponsal de guerra: “Estuve en Angola, en Cuito Cuanavale, pero sigo en la lucha. El post que acabo de escribir en las redes dice: Prefiero enfrentar al lobo de frente que al disfrazado de oveja: dos veces lobo”.
Como aquella en África, César reporta en la web y porta, en su andar, la guerra comunicacional que sufre Cuba; y no es el único, de modo que la reciente reactivación del círculo de corresponsales de guerra de la UPEC, liderado por el reconocido colega Milton Díaz Cánter, apunta a asegurar a los cerca de 200 colegas de todo el país con esa experiencia un puesto en las peleadas trincheras de ideas, pero no excluye su sitio de siempre en las otras, de piedra.
Introducido por el gran periodista-historiador Andrés Machado Conte, el encuentro, dedicado a la memoria de Juan Candelario Bacallao y Alberto Gutiérrez Walón, dos paradigmas de periodistas en batalla, reunió a la sombra de un inmenso ocuje, en el patio de la Casa de Oficiales de la Región Militar de Mayabeque, a una decena de ellos con Ricardo Ronquillo, el líder de la UPEC; Francisco Rodríguez, vicepresidente nacional; y Elvis Gil, el responsable del gremio en esa provincia.
Lo que dijeron de sí mismos dijo más de su patria y de su profesión que de currículos personales: Moisés Saab fue a Angola por Juventud Rebelde a ayudar a romper el bloqueo informativo que padecía ese país desde Sur y Norte; Francisco Villanueva, de la televisión, trabajó cerca del peligro en Vietnam, Cambodia y Nicaragua. En esa última nación, hermanísima nuestra, Freddy Moros fue corresponsal y asesor del sistema sandinista de televisión.
Desde Siria, Miguel Fernández reportó para Prensa Latina una guerra nueva, de cuarta generación, que tiene sus fundamentos en antiquísimos conflictos religiosos, mientras Milton hizo periodismo en la Angola candente, pero con los años ha trasladado recuerdos propios y ajenos en hermosos testimonios audiovisuales. “Es un honor compartir este círculo con glorias de nuestro periodismo, con jóvenes valores y, sobre todo, con buenos cubanos”, dijo el presidente de los corresponsales.
Mientras Carlos Cánovas se pasaba cuatro pueblos más allá de la modestia al referir su labor en Angola y Etiopía como fotorreportero de la revista Verde Olivo, César Gómez le interrumpió para retratarlo mejor: “¡Ese hombre es un supervaliente!”.
Fundador de la Fílmica de las FAR, antes de ir a Angola Eugenio Duquesne había participado en la Lucha Contra Bandidos, una gesta —recordó— que siempre contó en sus grupos con un fotógrafo y un camarógrafo para asegurar la memoria. “No soy una estrella, pero hice el trabajo que me tocaba: cumplí mi deber”, dijo mostrando sus cinco puntas de luz. ¡Ah, si fueran de esas todas las contradicciones!
Frank Borroto quiso compartir este recuerdo de Walón: “Cuando vio que fui para Angola primero que él me dijo ‘Espérame, que voy pa’llá”, y al poco tiempo le dio tremenda sorpresa.
El fotorreportero de Granma Juvenal Balán acopió modestia y remembranza para relatar la fortuna de compartir sus recuerdos de misión con los dos homenajeados: Walón y Bacallao, dos seres grandes que sin embargo tenían caracteres diferentes. Juntos en Angola, Juvenal reportaba textos y fotos mientras Walón dirigía el periódico Venceremos y Bacallao, destinado en Huambo, luchó con denuedo por escribir para su Radio Reloj un trabajo sobre las caravanas de las fuerzas cubanas, anhelo que se le hizo y realidad y le costó la vida.
Alberto Gutiérrez Walón murió en Mayabeque, en diciembre de 2023, tras recibir un homenaje entre colegas, y Juan Candelario Bacallao, en 1985, a los pies de un camión de combate emboscado, en Angola.
Juvenal, que siguió como reportero el rastro de la caída de este último, supo que, herido de muerte, le dijo al chofer: “Voy a seguir combatiendo”. Sus compañeros trajeron a Cuba sus insignias de primer teniente, teñidas de esa tinta inigualable para transcribir crónicas de héroes que es la sangre. No es metáfora: el periodista Bacallao murió con un fusil de pelea en las manos y una pluma de escribir en el bolsillo.
También el carismático periodista radial de Mayabeque Lázaro Silva trazó el elogio de su amigo Walón, un gran bromista “al que había que seguir”. ¡A cuántos corresponsales de guerra cubanos se parecen él y Bacallao! Por ello, Miguel Fernández siente que el homenaje a los dos lo es a todos los colegas que fueron, en “momento complicados”, los “ojos de Cuba fuera del país”. Ello vale, dijo, “mantener viva la llamita de este círculo que es orgullo para la UPEC”.
Lo es, a tal punto, que el presidente nacional, Ricardo Ronquillo, asegura que mientras Donald Trump quiere cobrar con tierras raras ucranianas su “ayuda” a una nación que empujó a la guerra, en Cuba “tenemos que defender los ideales raros de esta Revolución todo ética que se llevó de Angola solo los restos de sus héroes”.
Ronquillo no solo está seguro de que el periodismo de guerra cubano merece una película, sino que ha activado las sensibilidades correspondientes para que ese sueño pase a las pantallas. Ahora, el propio círculo de corresponsales, que en seguida entendió “la misión”, comenzará a enhebrar talentos diversos para ayudar a que sea plasmada en audiovisual la gesta “oculta” de quienes, casi olvidando el crédito, glorificaron a tantos.
Sería, ¡será!, la película de las redacciones en campaña y del relato heroico, y también la de seres enamorados como Walón, el “revolucionario incansable” que en 1990, en el primer encuentro con Elia María López —esto lo cuenta ella, su viuda— le dijo: “¡Vas a ser mía!”. Y fueron, desde entonces, cada uno del otro.
Walón sembró en su tierra hijos biológicos, y no, que coinciden en la genética de la decencia de la Revolución. Seguramente son, en labores diferentes, corresponsales de la Cuba cotidiana que prefieren, como César Gómez, pinchar de frente el hocico al lobo antes que de lidiar con uno disfrazado de oveja, el doble de peligroso.
Imágenes: Cubaperiosistas.
Maravillosa crónica de un homenaje merecido y fiel a la historia
Gracias hermano. Honrar te honra. Linda tu crónica. Nos faltó tiempo para conversar. Vi que mientras nosotros celebrábamos, tu trabajabas en la nuestra. La profesión más linda del mundo. Un fuerte abrazo!