Un almuerzo en familia con la presidencia nacional, en la Casa de la Prensa, cerró las tres jornadas de intercambio de los jóvenes del Colegio Universitario de Periodismo con el liderazgo de la UPEC este viernes, día en que también se encontraron con su grupo asesor y visitaron el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (IIPJM).
Ricardo Ronquillo, presidente nacional de la organización, compartió junto a tres de sus vicepresidentes con nueve estudiantes de los 17 del Colegio —ya a punto de graduarse para iniciar la “previa” del Servicio Militar como antesala del ingreso a la carrera— y les preguntó sobre sus expectativas de estudios de la especialidad.

Antes, los muchachos fueron recibidos por Pedro Rioseco, presidente de la delegación de jubilados de medios nacionales de prensa —conocida también como grupo asesor y allí representada—, para sostener un intercambio mutuamente provechoso en tanto nutrió por igual a jóvenes aspirantes a la especialidad y a profesionales que escribieron relevantes páginas del gremio.
Ante varios pilares del periodismo en medios nacionales los jóvenes hicieron gala de un arsenal de preguntas que, por su hondura, los avala de antemano para empezar la carrera: ¿cómo trabaja un corresponsal?, ¿cómo los jubilados se adaptan a los cambios de la tecnología?, ¿se puede o no ser objetivos en la prensa?, ¿qué hacer para preparar una entrevista?, ¿cuáles son las rutinas del reportero…?, fueron algunas de las inquietudes que certificaron su puntería para pedir la carrera.

El propio Rioseco inició el desfile de respuestas con la explicación de la conformación del periodismo de la Revolución, iniciado en lo fundamental por jóvenes dirigentes decididos a defender el proceso a capa y espada mientras, en paralelo, se formaban en la carrera. Él mismo, dirigió el periódico Sierra Maestra, después trabajó en el Ministerio de Cultura y en Bohemia y luego en Prensa Latina, la agencia que le fortaleció su convicción de que la nuestra no es carrera fácil, pero sí maravillosa.
Freddy Moros, el reconocido periodista de televisión, comentó a los jóvenes la importancia de la convicción para encarar los mensajes. “El periodismo en el socialismo no es fácil —les dijo— porque hay mucha burocracia que somete a la información a un laberinto. Cuba es la tercera frontera de Estados Unidos y ese reto nos hace autolimitarnos: a veces queremos cuidar tanto a la revolución que nos autocensuramos, pero es la lucha diaria la que nos dice qué hacer”.
Tras Freddy, la colega Miriam Castro, jubilada de Prensa Latina, encantó a los muchachos con su historial de reportera en Angola, México, Panamá y Hungría, un itinerario nada turístico que implicó saber en cada momento qué decir, y cómo conseguirlo, con el mayor tacto del mundo.
En lo que bien pudo ser la mejor lección en menos tiempo, Luis Toledo Sande —que solo aparentemente no les dio consejos— les confesó que nunca ha escrito, ni aun en los trabajos por encargo, algo que no cree, y les sugirió que para ser buenos profesionales se estudien la Ley de Comunicación Social y la Ley de Transparencia y contribuyan a evitar que se conviertan en letra muerta.
Toledo les recordó que José Martí, el mejor periodista de nuestra Historia, no dijo nunca una mentira. A seguidas, hizo para los visitantes un resumen del periodismo cubano actual, que necesita más coraje y riesgo, que sufre censura, torpeza e idiotez, pero también recordó -con ese equilibrio que solo distinguen los sabios- que el menos libre del mundo es el periodismo capitalista.
Toledo también criticó, del lado de quienes hacen, el escandaloso nivel de incultura que acusan algunos de nuestros propios espacios.
Esas fallas, que un día serán la agenda de estos jóvenes del Colegio, se resuelven en parte con la recomendación que les hizo Ernesto Escobar: tener “brújulas”, porque todo es política y todo es economía. “Para ser periodista hay que ser culto”, les dijo.
Cuando se lea, por ejemplo, el libro Fidel periodista, que fue la recomendación de Lesmes la Rosa, se estará más cerca de ese acervo salvador. A la larga, como él sugirió, “el prestigio de la UPEC radica en el prestigio de todos sus periodistas”.

Lídice Valenzuela habló a los jóvenes interlocutores del reto integral de las mujeres en el periodismo cubano y comentó que se vence con una vocación “de médico”: 24 por 24 horas de labor. Ante la dispersión en las redacciones se precisa una consagración extra que haga efectiva la concertación a distancia. A la destacada colega le preocupa el poco espacio para la gramática en la carrera, considerando que escribir es lo básico.
Además, Valenzuela llamó a los jóvenes del Colegio a entender que el teléfono móvil no puede ser el centro del mundo del periodista, en tanto hacen falta herramientas de respaldo para tomar notas y acceder a información.
Al cierre de este encuentro, el joven Lian Carlos Hernández agradeció por todos sus compañeros la experiencia trasmitida por periodistas de tanto renombre.
En el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (IIPJM), los estudiantes —acompañados por la vice presidenta primera de la UPEC, Bolivia Tamara Cruz, madrina absoluta de los tres días de encuentro— recibieron amplia información de Iliana González, la subdirectora docente.
La historia de esta universidad posgradual de la prensa cubana y la evolución de sus cursos fue explicada en detalle por Iliana, quien respondió al interés de algunos de los visitantes de acceder en el futuro a alguna de sus opciones de superación.
Desde su reapertura en septiembre de 1999, el IIPJ ha impartido varios diplomados internacionales —con la inclusión de profesionales de la prensa cubana— y otros cursos en coordinación con la UNESCO y diversas organizaciones.
La confrontación mediática, las relaciones Cuba-Estados Unidos, la integración latinoamericana, el periodismo hipermedia, el género y la comunicación, los cambios demográficos, las familias, las infancias, el envejecimiento poblacional y la inteligencia artificial son algunos de los perfiles de relevancia atendidos en el programa de clases.