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Julius Fucik y el alerta de hoy

Una tarde del mes de noviembre de 1988 pude visitar la celda en la que estuvo preso Julius Fucik, en la cárcel de Pankrác, en Praga, en la cual fue torturado bárbaramente, antes de que lo trasladaran para Berlín, Alemania, donde fue ahorcado por los fascistas, el 8 de septiembre de 1943.

Se trata de un recordado periodista y escritor, y más que todo, un patriota y un comunista. Fue el hombre que dejó para la posteridad el testimonio del final de sus días —entre torturas y esperanzas—  plasmado en ese libro necesario que tiene como título «Reportaje al pie de la horca».

Habían transcurrido 45 años entre mi recorrido por el lugar y la estancia en prisión de Fucik. Su celda se había conservado por quienes asumieron ser seguidores de sus ideas, pero en la década de los años 90, con el derrumbe socialista en Europa del Este, pasó a ser solo un recuerdo cada vez más lejano.

La implantación del neoliberalismo salido de lo que empezaban a ser las ruinas del socialismo checoslovaco, se empeñó en borrar la memoria histórica y para ello todo lo que fuera cercano a las ideas de Fucik —estatuas, parques, nombres de calles y otros— se fueron echando abajo cambiándolo por los apologistas del sistema que se acogía.

Apenas terminó el modelo socialista, hasta la Organización Internacional de Periodistas (OIP), que radicaba en Praga, dejó de ser, y su más alta condecoración, la Medalla de Honor Julius Fucik, no se entregó nunca más.

Incluso, el 8 de septiembre, Día Internacional del Periodista, que había nacido en 1958, como acuerdo del IV Congreso de la OIP, llevado a cabo en Bucarest, Rumania, fue languideciendo en estas últimas tres décadas.

El «Reportaje al pie de la horca», no ha podido ser extinguido, y emerge como material de lectura de mucha valía.

La obra, literaria, patriótica y periodística, contiene una historia escrita con sangre desde una cárcel de la Gestapo alemana, instalada en Praga, para entonces capital de Checoslovaquia.

En el rescate de tan valioso texto, se recuerda a Adolf Kolinsky, un policía checo que trabajaba para los nazis en la cárcel de Pankrác, quien contribuyó y estimuló a que Fucik, aún en  medio de las diarias torturas, escribiera en hojas que recibía ocultamente, lo que finalmente fue el recordado «Reportaje».

Kolínský se acercó al reo que peor condición física presentaba, producto de las continuas torturas, y que casi no se mantenía en pie. Le habló con una voz apenas audible. Con tono cómplice. -¿Qué le pasa a usted?- preguntó.

-No sé. Me han dicho que mañana seré fusilado, respondió Julius Fucik.

El guardia Kolínský miró una vez más por sobre su hombro. Comprobó que sus superiores se entretenían vejando a otros detenidos, no le prestaban atención. Tomó aire y dijo: “Por si acaso… si quiere usted enviar un recado para alguien… O si quiere escribir… No para ahora, ¿comprende?, sino para el futuro: cómo ha llegado aquí, si alguien le ha traicionado, que conducta observaba éste o aquel… Para que todo lo que sabe no se marche con usted…”.

Fucik aceptó la oferta de inmediato. Era su “más ferviente deseo” (así lo anotó luego). Más tarde, tenía en su celda lápiz y papel. Para hacer aquello que había hecho toda su vida: Escribir, narrar, dejar testimonio.

La resistencia checa con ayuda de algún soldado sacó los manuscritos de Fucik de la cárcel. Luego de la guerra llegaron a su esposa, sobreviviente del campo de concentración de Ravensbrück. Ella los publicó y el libro se sigue reeditando hasta hoy.

“Hemos vivido por la alegría; por la alegría hemos ido al combate y por ella morimos. Que la tristeza no sea unida nunca a nuestro nombre”. Con esas palabras se despidió de sus camaradas en su última obra, «Reportaje al pie de la horca».

Sus últimas reflexiones fueron: «Sobre el árbol que nosotros hemos sostenido y mantenido, florecerán y madurarán generaciones socialistas de trabajadores, de poetas, de críticos literarios y de historiadores que dirán más tarde, pero sin duda mejor, lo que yo ya no puedo decir».

«Siempre habíamos contado con la muerte. Lo sabíamos: una vez en manos de la Gestapo, es el fin. Y de acuerdo con esa convicción, hemos hecho hasta aquí, lo que hemos hecho».

«También mi papel se aproxima a su fin. Yo ya no escribo ese fin. No lo conozco. Ha dejado de ser un papel. Es la vida. Y en la vida no hay espectadores. El telón se levanta. Hombres: os he amado. ¡Estad alertas!»

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Elson Concepción Pérez
Periodista cubano y analista de temas internacionales. Forma parte de la redacción del diario Granma.

2 thoughts on “Julius Fucik y el alerta de hoy

  1. Incluso en Cuba, se ha ido preteriendo, y para mal, la celebración del Dia Internacional de Periodista. Para mi, graduado en 1997, sigue siendo un fecha a celebrar.

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