EFEMÉRIDES

Félix Pita Rodríguez: latinoamericanista con profundo arraigo en sus orígenes

Reconocido como uno de los más connotados periodistas de la primera mitad del pasado siglo, periodo en el que dejó su impronta en revistas tan importantes como Avance, Social, Atuei, el suplemento literario del Diario de la Marina y el periódico Noticias de Hoy (HOY), órgano oficial del Partido Socialista Popular, Félix Pita Rodríguez (Bejucal, 1909–La Habana, 1990), fue igualmente brillante como poeta, narrador y ensayista, amén de su efímera incursión en el teatro.

Vino al mundo el 18 de febrero de 1909, en la localidad de Bejucal, entonces perteneciente a la provincia de La Habana —hoy Mayabeque— urbe reconocida por las Charangas que desde el año 1840 emanan allí como manantial de tradiciones, con ardientes expresiones de música, bailables, espectáculos, y un singular sabor de cubanidad.

En medio de esa efervescencia cultural creció el delgado y alegre muchacho que realizó sus primeros estudios en la escuela pública local.

“Félix, Premio Nacional de Literatura 1985, es un clásico, en tanto su obra nutre y conforma la identidad nacional. Generacionalmente lo redescubrirán siempre y muchas veces”, expresó la poetisa cubana, investigadora y crítica literaria, Ángela de Melo, en un diálogo en torno a la obra del escritor sostenido con ella en octubre del año 2015, además como su compañera de vida durante 22 años.

Sobre los aportes a la cultura cubana del igualmente reconocido crítico literario, traductor y escritor de radio y televisión, Melo apuntó: “Hay mucho de Félix que puede resultar extraordinariamente cercano a los jóvenes”.

El prolífico escritor tenía 17 años de edad cuando comenzó a publicar cuentos en distintas revistas habaneras, al tiempo que se vinculó de forma activa a la izquierda. Participó en protestas públicas y gestos de rebeldía protagonizados por destacados intelectuales y artistas que exigían diferentes reformas para el sector de la cultura.

Asimismo, sentía especial devoción por los viajes, en cualquier medio, desde a pie hasta en coche, tren, barco… a veces cogiendo “botellas” o pidiendo favores. Así se enroló en un barco de carga como polizonte en su traslado a México, en 1926. Al año siguiente se fue a Venezuela. En esas peripecias encontraba fértil fuente de inspiración para sus poemas y cuentos.

Siendo aún adolescente trascendían ya sus cualidades como escritor y poeta de fina prosa y lírica vanguardistas, lo cual le abrió las puertas de las principales publicaciones habaneras de la primera mitad del pasado siglo.

Félix Pita Rodríguez. Dibujo: Isis de Lázaro.

Imbuido por el afán del movimiento artístico insular por visitar París, y por su espíritu de viajero, con apenas 20 años de edad emprendió un deslumbrante periplo por La Ciudad Luz, en tiempos en que el país galo estaba a punto de incorporarse a la crisis mundial iniciada en Estados Unidos en ese mismo año.

El reconocido poeta, ensayista, investigador, editor, profesor, prologuista, articulista y antologador, Juan Nicolás Padrón Barquín, quien conoció a Félix en el taller literario del preuniversitario Héroes de Yaguajay, “cuando todavía participaban frecuentemente en estos talleres escritores de amplio reconocimiento”, ha expresado que lo recuerda como “el más deslenguado de los invitados, con comentarios rebeldes que a los jóvenes nos llamaban la atención”.

Estudioso de la vida y la obra de Pita Rodríguez, Padrón Barquín asegura que en su viaje a París, este se hospedó en un “refugio parisino de artistas y escritores, y vivía, sin saberlo, el convulsionado periodo de entre guerras. En un hotelucho del Passage Dareaux conoció a sus ´pobres amigos´ y aprendió a concebir realidades y fabulosos prodigios, incluida la posibilidad de ver en el alero del tejado vecino un nido de dragón, y de inventar todas las noticias falsas bajo los efectos del ajenjo y otras hierbas. Se trataba de un maravilloso y rebelde sentido provisional de la vida en una juventud aprovechada plenamente, con todas sus insolencias y peligros; abrazaba una frase de Bernard Shaw: ´Todo el que ha pasado de los cuarenta años es un granuja´”.

Con sus escasos presupuestos económicos, Félix conoció la Torre Eiffel, que con sus 300 metros de altura sigue siendo la más alta de toda la ciudad; la Catedral de Notre Dame, cuya construcción finalizó en el año mil 345; el célebre Museo del Louvre, considerado por muchos como el mejor del mundo; la Santa Capilla, obra maestra del gótico construida para resguardar las reliquias del martirio de Jesucristo, que incluyen la corona de espinas, parte de la cruz, el hierro de la lanza y la esponja; el Arco del Triunfo, uno de los monumentos más emblemáticos de la capital francesa; además de otros sitios que enriquecieron su espiritualidad, en tanto contribuyeron a engrandecer su aún incipiente formación cultural.

De tal forma, como igual lo hicieron otros connotados pintores y escritores de la época, como Carlos Enríquez, Amelia Peláez, Nicolás Guillén y Alejo Carpentier, y otros muchos, estableció estrecha relación con algunos de los principales exponentes del arte y la literatura en Francia.

Luego de aprehender y beber de la fuente de los surrealistas franceses, Félix visitó España (1931) donde conoció el heroísmo y el sacrificio del pueblo ibérico durante la Guerra Civil; y Marruecos (1932), nación que en esa época no había alcanzado su total independencia política de Francia y de España, la cual obtuvo el 2 de marzo de 1956.

En 1937, en compañía de Juan Marinello, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén formó parte de la delegación cubana al II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura que en plena guerra civil española tuvo lugar en Valencia, Madrid, Barcelona y París. Visitó Bélgica en 1938 y de regreso a París se desempeñó como Jefe de Redacción del diario La voz de Madrid (1938-39).

Con un sólido prestigio como escritor y periodista, en el año 1940 regresó a La Habana, donde hasta 1943 ocupó la dirección del magazine dominical del periódico Noticias de Hoy (HOY), órgano oficial del Partido Socialista Popular, gestor esencial de la cultura cubana, gestión en la que se destacó por el apoyo a los reclamos de los artistas por el aumento del fondo destinado a la literatura, la música, la pintura y la escultura; así como por la construcción de la Casa de la Cultura Nacional; el Teatro Nacional; el establecimiento de la Imprenta Nacional y un plan para la organización de escuelas de arte en todas la provincias.

Este diario apareció por primera vez el día 30 de abril de 1938 en una edición de propaganda y en saludo al Primero de Mayo, en la página inicial anunciaba que era un periódico al servicio de todas las grandes causas. Su salida oficial se produjo el 16 de mayo de ese mismo año. El rotativo sufrió diferentes cambios en su dirección, pero a partir del 11 de junio de 1939 fue asumida por Aníbal Escalante, quien cumplió un importante papel en esta publicación partidista. En 1953 tras los sucesos del Moncada desaparece su edición y tuvo una segunda reaparición en 1959 hasta 1965, cuando se funde con Revolución para dar paso a Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.

HOY tuvo diferentes secciones que se repartían en sus aproximadamente 12 páginas y contó con una página fija dedicada a temas culturales, la cual se hacía eco de la necesidad de fomentar una cultura nacional que reflejara los intereses de las masas y que defendiera a los artistas nacionales. Los críticos más significativos dentro de esta página fueron Emilio Castro Chané, Álvaro Custodio y Mirta Aguirre.

El Magazine, por su parte, vio la luz el 10 de marzo de 1940. Comenzó con un carácter esencialmente literario, pero con la llegada de Félix Pita pasó a tratar mayormente cuestiones políticas. En sus páginas se encontraron frecuentes artículos de Juan Marinello, Blas Roca, Ángel Augier, José Antonio Portuondo, José Antonio Ramos, Nicolás Guillén, Paco Alfonso, Edith García Buchaca y Pablo Picasso, entre otros.

También en la radio

En tanto se desempeñaba en ese prestigioso medio, Pita Rodríguez igualmente trabajaba como periodista en diferentes emisoras radiales y fue electo, en 1943, por la Asociación de la Crónica Radial e Impresa, como el mejor autor dramático, a la par que incursionó, de forma ocasional, en el acontecer teatral insular con su obra El relevo, estrenada en 1944.

Dos años después obtuvo el Premio Internacional Hernández Catá —el más prestigioso de los convocados en Cuba para cuentistas— con su relato Cosme y Damián. Como autor de radio y televisión se desempeñó con posterioridad en Buenos Aires (1949) y Caracas (1958-59).

Plenamente identificado con el proceso de cambios sociales emprendido en Cuba tras el triunfo insurreccional del primero de enero de 1959, inmediatamente retornó a La Habana, donde llevó a cabo, hasta su deceso, una destacada labor en la vida literaria nacional. Fue Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y Presidente de su Sección de Literatura, miembro del jurado de los principales concursos nacionales e internacionales convocados, como el Premio Casa de las Américas y el auspiciado por la Uneac. Como representante de los organismos culturales cubanos viajó, entre otros países, a la Unión Soviética, China y Vietnam.

Según reconoció Félix, el Comandante Ernesto Che Guevara y la lucha independentista y antimperialista del pueblo de Vietnam lo conmovieron de manera muy especial.

Excelente traductor del francés

Tradujo del francés diversos textos de literatura vietnamita, de manera señalada el Diario de prisión, de Ho Chi Minh, y poemas y cuentos suyos han sido traducidos a numerosos idiomas como el inglés, francés, italiano, alemán, ruso, polaco, checo, chino, búlgaro, húngaro y el vietnamita. En 1985, como reconocimiento a la totalidad de su obra, obtuvo el Premio Nacional de Literatura, y en 1986 el Premio de la Crítica por su libro De sueños y memorias.

Autor de libros de poesía como Corcel de fuego (1948);  Las crónicas. Poesía bajo consigna, (Ediciones Nuevo Mundo, 1961);  Las Noches, (Ediciones La Tertulia, 1964); Historia tan natural (Ediciones Unión, 1971); Tarot de la poesía (Uneac, 1976);  Poesía (Editorial Letras Cubanas,1978); y de cuento, entre estos:

San Abul de Montecallado (Colección Lunes, México, 1945);  Tobías (Editorial Lex, 1955); Cuentos completos (Ediciones Unión, 1963); Niños de Viet Nam (Editorial Gente Nueva, 1968); La pipa de cerezo y otros cuentos (Editorial Letras Cubanas, 1987); Aquiles Serdán (Editorial Letras Cubanas, 1988); además de otros títulos significativos, como Poemas y cuentos (Ediciones Unión, 1965); Viet Nam, notas de un diario (Ediciones Unión, 1968). Elogio de Marco Polo (Ediciones, 1974) y  Prosa (Editorial Letras Cubanas, 1978), entre otros.

Sin embargo, su obra apenas es reconocida. Al respecto, sobre este autor acreedor de la distinción Por la Cultura Nacional y la orden Félix Varela, en su extenso artículo publicado el 30 de diciembre de 2019 en el Blog Cubarte, el también investigador perteneciente al Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, Juan Nicolás, afirma: “Al adentrarnos en la poco estudiada obra literaria de Félix Pita Rodríguez, se nos presentan dos presupuestos incuestionables: no se puede diferenciar de manera tajante su narrativa de la poesía, más allá de la prosa y el verso, y resulta difícil no vincularlo siempre a las vanguardias, a un surrealismo solo abandonado en ciertos periodos en favor de la épica, y luego retomado.

“Pita Rodríguez —agrega— se presenta como un raro, apartado de las clasificaciones o problemático para estudiarlo como poeta o como narrador, huidizo a las tipificaciones. La dispersión de sus ediciones, así como su habitual colaboración con publicaciones periódicas en varias épocas y países, ha conspirado contra el establecimiento de un itinerario lineal que contribuya al estudio de su obra. Sus viajes prolongados y algunas enemistades tributaron además a prejuicios e incomprensiones…”.

Latinoamericanista con profundo arraigo en sus orígenes

Latinoamericanista con profundo arraigo en sus orígenes, Pita Rodríguez expresó: “Para nuestra América, la literatura es una vía para la liberación del hombre, y esta no puede estar al margen de la democratización de la sociedad, de su desarrollo. Hemos sido y somos críticos participantes en el devenir histórico de nuestra sociedad y cada vez con mayor vuelo poético en la literatura cubana y estéticamente superior, si no, ver la obra y la vida de Martí, de Marinello, de Carpentier”.

Relevantes figuras de las letras y de la crítica literaria, como Mirta Aguirre, Ángel Augier, Salvador Bueno, Eliseo Diego, Cinto Vitier, José Antonio Portuondo, Nancy Morejón, Sergio Chaple y Virgilio López Lemus, entre otros, han escrito en torno a la producción poética y narrativa de Félix Pita.

Félix Pita Rodríguez, fallecido en La Habana el 19 de octubre de 1990, dejó profundas huellas en la literatura iberoamericana. “Su obra, por su condición auténtica de natural adolescencia, mantiene la energía, el vigor y la frescura que la hacen eternamente joven”, enfatizó Juan Nicolás.

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