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Soledad Cruz, peleada con las sillas

Disfrutando entre colegas que le respetan —que es la manera más sincera de querer— Doña Soledad Cruz Guerra recibió este jueves en la sede central de la UPEC su Premio Jorge Enrique Mendoza de la prensa escrita ramal, por la Obra de la Vida, con la satisfacción adicional de comprobar que, pese a los vericuetos del camino, “¡Fe y coraje!”, la consigna de su vida, da resultado al final.

“Estoy profundamente emocionada. Recibo este premio 55 años después de mis primeras líneas en Juventud Rebelde. Llega en la vejez, para iluminarla, para ratificar que, a la larga, los valores verdaderos siempre se imponen”, dijo la principal homenajeada de la velada en un discurso breve, de extremista síntesis periodística porque solo unos cuantos colegas saben de veras las toneladas de pasión de todo signo que palpitan en el historial de esta mujer.

Ese, que ella misma describiera como de los “raros momentos en que uno se siente feliz”, alcanzó sin embargo para dar felicidad en la Casa de la Prensa a unos cuantos, desde el líder de la UPEC, Ricardo Ronquillo; su vice presidenta primera, Bolivia Tamara Cruz; la presidenta de la prensa escrita ramal, Ledys Camacho; varios directores de los principales medios de ese perfil y los Premios José Martí por la Obra de la Vida Juana Carrasco, Edda Dizz y José Alejandro Rodríguez.

A inicios del encuentro, Norland Rosendo, director de la Agencia Cubana de Noticias (ACN) y presidente del jurado que la premió por mayoría, leyó el acta que pareció más bien un acto de fe en esta colega totalmente alérgica a los moldes: paradigma de la crítica cultural, referente en prensa escrita, radio, televisión y en la UNEAC, comentarista televisiva y conductora radial, guía del periodismo investigativo, colaboradora de medios internacionales, autora de libros, diplomática en la UNESCO, reanimadora cultural en la Sierra Maestra, integrante del Comité Nacional de la UPEC y ganadora de múltiples premios que, obviamente, condujeron a este.

Soledad Cruz recibe el premio de manos de Ricardo Ronquillo, presidente de la Upec. Foto: Cubaperiodistas.

A seguidas, después de que Ricardo Ronquillo le entregara el Premio, el ramo de rosas y un abrazo más rojo que aquellas a esta periodista gremialmente acompañada, José Alejandro Rodríguez, el amigo terco que jamás aceptó dejar sola a Soledad, leyó un elogio que puede ser suscrito lo mismo por quienes compartieron, asombrados, las redacciones de aquella colega inalcanzable de los años ’80 que por los graduados de hoy que la tienen que contar entre los referentes que la profesión no puede darse el lujo de traspapelar entre los titulares vencidos del ayer.

Pepe Alejandro la ubica no entre las compañeras solas, sino entre las “mujeres soles” de nuestro gremio, y conecta a la recia colega de ahora con la niña de los campos de su Florida -la de Camagüey, la de Cuba— natal. Ella es, a su juicio, una leyenda del periodismo cubano, una profesional que nunca hizo concesiones a la mediocridad, una guerrera sin ataduras ni temores.

Así, en nombre de miles de nosotros, Pepe le agradeció —a esta colega que nunca hizo la Cruz, pero a menudo hizo la Guerra— esa “mezcla de maestría conceptual e imaginación” que (y esto no lo dijo él sino este autor de Cubaperiodistas) se extraña sobremanera en la prensa de hoy.

José Alejandro Rodríguez, él mismo uno de los dinosaurios sagrados que nos quedan en ese perfil, elogió que Soledad rescatara “el columnismo sustantivo y vivaz y la polémica en la prensa cubana”. Pepe aprecia con toda visión en esta Premio Jorge Enrique Mendoza por la Obra de la Vida la sinceridad sin límites y el apego a la justicia y a la belleza. ¡Justicia y belleza!, he ahí un par de coordenadas básicas del periodismo revolucionario.

El acto, en el cual también fue entregado el resto de los premios y menciones de esta edición de los reconocimientos ramales, parecía acabado cuando un colega singular, el periodista-trovador Fidel Díaz Castro, se plantó al frente de todos con su “laptop” guitarra a cantarle unas cuantas verdades a Soledad. Fidelito compartió con los presentes la alegría por el Día del Son Cubano, natalicio de Miguel Matamoros, y por ello cantó el hermoso Juramento compuesto por aquel. Después regaló una pieza propia: Con el paso del tiempo, pero a esas alturas el “bien” mayor estaba hecho.

El reportero cantor Fidel Díaz Castro. Foto: Cubaperiodistas.

Es que el reportero cantor había compartido antes su visión en voz y noticia de “Historia de las sillas”, esa Pieza Mayor de Silvio que asegura al cierre que “siempre vale la agonía de la prisa, aunque se llene de sillas la verdad”.  Al escucharle, más de uno se sentiría con el derecho de preguntarse si Fidelito y hasta Silvio mismo estuvieron al tanto del “borde del camino” por donde ha andado en 55 años Soledad Cruz Guerra, la periodista rebelde que siempre se negó a sentarse.

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Enrique Milanés León
Forma parte de la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

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