ENTRE LA GLORIA Y EL OLVIDO. Cabalgando entre la gloria y el olvido ha llegado a nuestros días como duende que reclama su reivindicación profesional, José de Armas y Cárdenas (Guanabacoa, 1866-La Habana, 1919), quien con el sobrenombre de Justo de Lara suscribió su amplia producción periodística y literaria. El apelativo lo tomó de la comedia de Gaspar Melchor de Jovellanos titulada El delincuente honrado, cuyo protagonista así se nombra, todo indica que siguió la costumbre de la época en que la mayor parte de los escritores y, sobre todo, los críticos de escarpelo verbal, ocultaban su identidad bajo un seudónimo. Periodista, literato, políglota (hablaba inglés, francés e italiano), experto en las letras inglesas y estudioso de la obra de Miguel de Cervantes, devino de los más brillantes periodistas cubanos de finales del siglo XIX e inicios del XX. Justo de Lara conoció a José Martí en Nueva York, donde trabajaron para periódicos como The Sun y New York Herald; en 1910 publicó en Madrid el libro Crítica de Literatura, donde dijo del Apóstol: “Cuba puede con justicia enorgullecerse de haber producido un hombre de alma tan sublime”.
LABOR PERIODÍSTICA Y LITERARIA. A los 18 años comenzó a escribir para el diario La Nación, dirigido por su padre, José de Armas y Céspedes; al graduarse de abogado marchó a España, allí dirigió Lunes de la Unión Constitucional y, de vuelta a La Habana, fundó la revista satírica Las Avispas. Como corresponsal del diario neoyorquino The Sun, Justo de Lara cubrió el desembarco de los marines yanquis en Santiago de Cuba; su firma estuvo en El Fígaro, Diario de la Marina, La Habana Elegante, La Discusión, El Heraldo de Cuba y El Mundo, entre otras publicaciones. De su obra literaria dan fe Los contemporáneos de William Shakespeare, Ensayos críticos de literatura inglesa y española, y Estudios y retratos; al morir, dejó inéditas las novelas Andrés Chénier y Teresa Ventura. Fue miembro de la Academia de la Historia de Cuba y de la Real Academia Española, recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica y entre 1934 y 1957 se entregó el Premio de Periodismo Justo de Lara, el antecedente más prestigioso de los certámenes cubanos de este tipo, hoy apenas conocido en el gremio.
Imagen de portada: José de Armas y Cárdenas, Justo de Lara, devino de los más brillantes periodistas cubanos de finales del siglo XIX e inicios del XX. Diseño: Sophie Torres Quintana. Dibujo: Isis de Lázaro.