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Israel no quiere a la prensa como testigo en Palestina

Salman al Basheer, corresponsal de la televisión palestina en Gaza, rompió a llorar mientras explicaba la situación que se vive en la Franja: “No podemos más, estamos agotados, somos víctimas, mártires. Es cuestión de tiempo, nos van a matar uno a uno.

“No protegen a ningún periodista…somos víctimas en directo”, agregó mientras se quitaba el chaleco y el casco que deben proteger a los reporteros desde los sitios donde informan.

Salman denunció, en la transmisión en vivo, la muerte de su compañero, el periodista Mohammed Abu Hatab, quien al regresar a su casa pocas horas antes de haber estado parado frente a las cámaras en ese mismo lugar, fue asesinado junto a 11 miembros de su familia por un misil del ejército israelí.

El “nadie nos está mirando” de al Basheer es una de las verdades más rotundas de un conflicto distinguido, entre otros muchos crímenes de guerra, por la impunidad ante el homicidio sistemático de periodistas, la destrucción de oficinas y redacciones de prensa y los cortes de Internet y de las comunicaciones que imponen apagones informativos sobre la situación real en Gaza.

El mapa de ausencias e injusticias que determina esta guerra, marca también a los trabajadores de la prensa y ante tanta masacre es difícil saber la cifra exacta de muertes, desapariciones y heridos.

Hasta el 9 de noviembre, el Comité para la Protección de Periodistas contabilizó el asesinato de al menos 39 periodistas y trabajadores de los medios entre los más de 12 000 muertos que ya deja la escalada del conflicto entre Israel y Palestina desde el 7 de octubre, con más de 10 600 muertes palestinas en Gaza y Cisjordania y 1 400 muertes en Israel. De los asesinados por las bombas de Israel, 34 son palestinos, cuatro israelíes y un libanés, a quienes se suman alrededor de ocho periodistas heridos, tres reportados como desaparecidos, 13 detenidos, así como múltiples agresiones, amenazas, ciberataques, censura y asesinatos de sus familiares.

Por su parte, la oficina de medios del gobierno palestino en la Franja habla de 49 periodistas asesinados hasta este 7 de noviembre y el Sindicato de Periodistas Palestinos afirmó que las fuerzas israelíes han detenido a 24 corresponsales desde el arreciamiento del conflicto.

El rastro diario del dolor se moldea en el mundo con estos números como frías estadísticas que se renuevan y espantan, mientras bajo los escombros de la tragedia cotidiana se hunden vidas y esperanzas.

Colegas de los periodistas palestinos Mohammed Sobh y Saeed al-Taweel los despidieron el 10 de octubre luego de que fueran impactados por un misil israelí en un edificio donde laboraban en la ciudad de Gaza

De esos “periodistas que están pagando con sus vidas para llevar la verdad a todos” habló Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas y refirió que, en un periodo de cuatro semanas, han muerto más profesionales de la prensa que en ningún otro conflicto en al menos tres décadas.

La pesadilla de Gaza —añadió el funcionario— es más que una crisis humanitaria, es una crisis de humanidad que ni siquiera puede ser contada en toda su magnitud, pues alrededor de 2 000 periodistas internacionales –algunos corresponsales permanentes en Israel y los territorios palestinos– esperan el levantamiento del bloqueo israelí para poder informar desde la zona de guerra, a lo cual se suma el control del gobierno de Benjamin Netanyahu sobre las noticias en referencia al conflicto y, por tanto, la creciente presión sobre los corresponsales que viven en ese país.

Mientras el cerco informativo crece en Gaza unido a la desinformación y el descrédito desde Israel, en torno a los periodistas que reportan en la Franja se construye también una guerra por la narrativa de los acontecimientos, una guerra que deshumaniza, principalmente a los palestinos, y que normaliza la violencia, el despojo y el maltrato; una guerra que no quiere a la prensa como testigo; una guerra de la que salen poemas como el de Fadwa Tuqan que, ahora mismo es el poema de muchos: “Solo quiero morir en mi tierra / que me entierren en ella / fundirme y desvanecerme en su fertilidad para resucitar siendo hierba en mi tierra / resucitar siendo flor que deshoje un niño crecido en mi país / Solo quiero estar en el seno de mi patria siendo tierra, hierba o flor”.

Foto de portada: Dolientes asisten al funeral del periodista palestino Mohammed Abu Hattab, el 3 de noviembre de 2023

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