CON DOS DEDOS

Márquez Sterling, Robreño y el digestivo Mojarrieta   

La buena amistad que existía entre Manuel Márquez Sterling, uno de los grandes del periodismo cubano, y el actor, periodista y narrador Gustavo Robreño -padre de Eduardo, el autor de Cualquier tiempo pasado fue…- estuvo a punto de romperse a causa de una broma.

Corrían los años iniciales del siglo XX y don Manuel daba a conocer un libro cuya contraportada mostraba una franja roja en diagonal. En ella se leía en grandes letras blancas: “Tome el digestivo Mojarrieta”. Seguramente, porque el laboratorio productor de dicho medicamento había contribuido a pagar la impresión de la obra.

Márquez Sterling envió su nuevo título a la redacción de todos los periódicos habaneros en busca del consabido comentario. También lo remitió a La Política Cómica —que dirigía Ricardo de la Torriente, el célebre caricaturista del personaje Liborio—, un semanario satírico fundado en 1905 que contaba solo con dos redactores: Pedro González Muñoz y Gustavo Robreño.

De la Torriente, fiel a los deberes del compañerismo, encargó a González una nota sobre el libro, y este, que presumía de ser copropietario del periódico, pasó el encargo a Robreño, quien se resistió a cumplirlo porque hacerlo equivalía a meterle el diente a una obra de más de 400 páginas. Además, el tiempo apremiaba y hacía falta para cosas menos serias y más en consonancia con la línea editorial de La Política Cómica.

Insistió el director en su propósito de que se diera a conocer el comentario, aunque convino que un juicio crítico, sobre todo de una obra como esa, no encajaba en el perfil de su publicación. Por lo que, al igual que había hecho González Muñoz, confió a Robreño, la tarea de redactarlo, que escribía a mano, mojó su pluma en el tintero y escribió:

“Hemos recibido la última obra del ilustre escritor Manuel Márquez Sterling, cuya lectura aplazamos por falta de tiempo…” Levantó la pluma del papel, vaciló un instante y añadió enseguida una mentira piadosa: “pero de la que nos ocuparemos más adelante”.

Releyó lo escrito y le pareció demasiado frío e impersonal. Volvió a mojar la pluma, la pasó lentamente por los bordes del tintero a fin de escurrirla, y agregó una pregunta: “El Digestivo Mojarrieta que se anuncia en la contraportada del volumen, ¿hay que tomarlo antes o después de leer el libro?”

Años más tarde, Robreño confesaría que esa broma “digestiva” indigestó a Márquez Sterling, quien la atribuyó a falta de compañerismo y llegó a enfurruñarse con él durante más de un año.

Sin embargo, manos dadas y pelillos a la mar, el disgusto pasó y un día, al encontrarse de manera casual en la calle, don Manuel tuvo el buen gusto de no recordar el incidente y reanudaron la amistad.

Cuando Márquez fundó, en 1913, el periódico Heraldo de Cuba, solicitó la colaboración de Gustavo Robreño que publicó en sus páginas la sección humorística Aquelarres del sábado.

(Ilustración de Portada: Isis de Lázaro).

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Ciro Bianchi Ross
Es un intelectual, periodista y ensayista cubano. Su ejecutoria profesional durante más de 55 años le ha permitido aparecer entre principales artífices del periodismo literario en la Isla. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana (1902-1958). Ha publicado, entre otros medios, en la revista Cuba Internacional y el diario Juventud Rebelde, de los cuales es columnista habitual. Premio Nacional de Periodismo "José Martí" en 2017.

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