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Una mañana para cambiar la rutina

Con un acercamiento a modos de hacer en un contexto creativo signado por las tecnologías de la información y la comunicación, así como a la necesidad de apreciar las variantes del humor gráfico como manifestaciones artísticas per se, inició este 12 de abril la segunda jornada de la XXII Bienal Internacional de Humorismo Gráfico cubana.

A través del sistema de videoconferencias de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), Adán Iglesias Toledo, director del Dedeté, moderó el panel “Humor gráfico, cambiando la rutina”, una provocación para hacer converger teoría y práctica en la que participaron la crítica de arte Carina Pino Santos, los caricaturistas Michel Moro Gómez (Cuba), Omar Zevallos Velarde (Perú) y Arturo Kemchs Dávila (México); así como otros cultores del género en la Isla.

La Doctora en Ciencias sobre Arte Carina Pino Santos.

Para Pino Santos, Doctora en Ciencias sobre Arte, la manifestación artística que más se ha puesto de relieve durante la pandemia de la COVID-19 ha sido el humor gráfico. “No para contrarrestar la dolorosa pérdida de vidas humanas y otras dificultades, sino como una forma de poder aliviar lo trágico de esta situación”, apuntó.

Asimismo, señaló que según su noción y significado cultural para el entretenimiento masivo en ocasiones se suele perder de vista, incluso hasta a nivel institucional, el valor de las piezas y cultores del humor gráfico. No obstante, la investigadora acotó que desde el ámbito académico existe una visión establecida que abarca y estudia al género como arte en mayúsculas.

“Se trata de percibir y atender aquellos factores que inciden en una objetiva no apreciación de su devenir, algo que se concreta y puede constatarse en la praxis editorial cuando a veces no suelen tomarse en cuenta aristas interesantes y artísticas de la historieta en las editoriales que en Cuba producen.

“En tanto arte, la historieta, la caricatura y el humor gráfico van quedando más bien relegados a algunos espacios más especializados como curadurías en galerías, exposiciones y museos donde se exhibe, pero de una forma limitada. Es así como se priva de disfrutarlo a un público muy extenso que lo conoce…”.

Pino Santos acentuó como aspecto primordial a atender, el desarrollo estético y conceptual de la obra de los mejores historietistas y caricaturistas del patio, y potenciarlo a través de la revolución digital que ha permitido conectarnos con el mundo.

De igual manera, llamó la atención en torno a la conservación del patrimonio de piezas de humorismo gráfico resguardado en instituciones como el Museo del Humor de San Antonio de los Baños y el Museo Nacional de Bellas Artes. “Obras importantes de caricaturistas que, además, formaron parte del inicio de la vanguardia del siglo XX en Cuba”.

La investigadora apuntó que no se debe depreciar el gusto público por el género, al cual catalogó como parte de la esencia misma de la identidad de la nación cubana.

¿Hasta dónde media la tecnología en el acto de creación de una pieza de humor gráfico actual?¿Qué potencialidades presenta el universo digital para los humoristas gráficos? fueron interrogantes que propiciaron reflexionar a los conectados con el panel conducido por Adán.

El peruano Omar Zevallos Velarde y el mexicano Arturo Kemchs Dávila, ambos jurados de ediciones precedentes de la Bienal cubana, confiesan que aunque las tecnologías ofrecen rédito en la inmediatez de la creación, no pueden renunciar a la tinta y los pinceles tradicionales.

Zevallos Velarde señaló que toda idea que le viene a la cabeza la plasma, primero, en papel; y usa texturas y materiales que le posibilitan una obra más real y “no tan perfectita” como la nacida completamente desde el proceso digital. La suya es una técnica mixta, aclara, pues utiliza su tableta electrónica para digitalizar y acabar algunos detalles.

Mientras, su colega mexicano, cultor del cartón político y del periodismo gráfico, en un ritual diario busca temas en los noticieros de la noche y en los matutinos informativos. Él también se impulsa a trabajar desde las posibilidades de la acuarela, el grafito o el lápiz a color. Sin embargo, cuando en aquellas ocasiones que llega la hora de entrega y la idea no se ha materializado del todo, regula las dosis de inspiración en favor del oficio y soluciona el acabado final de la pieza con tecnología.

Adán Iglesias, moderador del panel.

Alfredo Martirena Hernández, director de la publicación humorística Melaíto, de Villa Clara, contó de su experiencia con la Caja de luz, donde se copian los dibujos en la animación para darle movilidad: para él constituyó una vía de sortear la escasez de materiales en el país y de conseguir una caricatura más suelta.

Martirena Hernández, que realiza a diario entre cinco y siete obras, aboga desde hace diez años por trazar con lapiceros, escanear la pieza y luego limpiar y colorear en Photoshop. Este autor defiende una línea simple y diáfana.

Michel Moro Gómez, joven exponente de la caricatura política y el cartón satírico, habló del uso de las tecnologías en su labor creativa diaria, junto con trazar al óleo y con el olor del acrílico. Una convergencia de posibilidades que superan la nostalgia por modos de hacer tradicionales y los combinan con el alcance de su mensaje en las redes sociales y el universo digital.

La inauguración de varias exposiciones virtuales, y el desarrollo de otros paneles y una mesa redonda integraron esta segunda jornada de la XXII Bienal Internacional de Humorismo Gráfico que convocan la Upec y el Museo del Humor, y que transcurre en el universo digital debido a la contingencia sanitaria ocasionada por la COVID-19.

Una cita que Jorge Legañoa Alonso, vicepresidente de la Upec y presidente del comité organizador del evento, aseguró como ideal para debatir, polemizar y facilitar el intercambio entre humoristas gráficos cubanos y del mundo.

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