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Roque Dalton: Dos patrias tengo yo, Cuba y la mía

Estuve hace cinco años, el 14 de mayo de 2015, cuando en el edificio enclavado en el número 162 de la Calle J, en El Vedado, el poeta y ensayista cubano Roberto Fernández Retamar, Presidente entonces de la Casa de las Américas, y Aída Cañas, compañera de Roque Dalton, y madre de sus tres hijos, develaron una placa que identifica el lugar donde vivió el gran poeta salvadoreño.

La placa fue elaborada en los talleres de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige desde hace muchos años Eusebio Leal Spengler, y en ella puede leerse un texto de inspiración martiana de Roque Dalton: Dos Patrias tengo yo, Cuba y la mía.

Al acto, efectuado en la fecha en que Roque Dalton cumpliría 80 años de edad, asistieron también Miguel Barnet, entonces Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la poeta cubana Nancy Morejón y el salvadoreño Alfredo Elías, quien en esos momentos era el Cónsul de su país en Cuba.

La ceremonia fue breve, pero muy emotiva y de mucho contenido, pues en sus palabras Roberto Fernández Retamar, fallecido en julio del pasado año en La Habana, denunció el asesinato de Roque Dalton, todavía impune, así como la desaparición de los restos del gran poeta, escritor y periodista salvadoreño.

Yo había visitado en numerosas ocasiones el apartamento donde en ese edificio vivieron Roque Dalton, Aída Cañas y sus hijos Roquito, Juan José y Jorge.

En una ocasión fue para entrevistar a una famosa guerrillera salvadoreña, Mélida Anaya Montes, conocida como la Comandante Ana María, quien años después, en abril de 1983, fue asesinada, en un crimen muy parecido al que se cometió con Roque Dalton, por sicarios de su propia organización político militar.

En otra ocasión llevé al apartamento de Aída Cañas a un médico ecuatoriano, Galo Alvear, quien estuvo durante tres años como médico internacionalista, con el seudónimo de “Mario”, en la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

En su orden, Pedro Martínez Pírez, Alfredo Elías, José Alfredo Pineda Dubón y Roberto Vizcaíno, en estudio “Orlando Castellanos” de Radio Habana Cuba, 2016

En ese encuentro, que fue una verdadera sorpresa para Aída y para el propio Galo, los entrevisté a los dos para un programa de Radio Habana Cuba, que transmitimos unos meses antes del triunfo electoral de Mauricio Funes, en marzo de 2009.

La candidatura del periodista salvadoreño Mauricio Funes, quien contó con el decisivo apoyo del FMLN, tenía muy ilusionados tanto a la viuda de Roque como al médico internacionalista ecuatoriano.

Durante el diálogo a tres voces Aída recordó que su apartamento se convirtió siempre, en vida de Roque Dalton, en lugar de reunión de intelectuales y artistas cubanos, entre los cuales mencionó el cantautor Silvio Rodríguez, quien dedicó a Roque y a Roquito, su hijo mayor caído en la guerrilla salvadoreña, su famosa canción “Unicornio Azul”.

Galo recordó cuando, en medio de los combates y cargando una especie de hospital en su mochila, con frecuencia resbalaba y caía, y los jóvenes guerrilleros salvadoreños reían, pero inmediatamente después de su caída lo socorrían para que pudiera seguir la marcha junto a ellos.

Fue un programa de radio bien hermoso el que logré con los valiosos testimonios de Aída Cañas y Galo Alvear, quienes a partir de ese momento forjaron una amistad que se prolonga hasta hoy.

Galo, quien siempre fue un admirador del poeta Roque Dalton, presidió en su provincia de Guayas, en Ecuador, la Coordinadora de Solidaridad y Amistad con Cuba, y en una ocasión me entregó como donativo para Radio Habana Cuba una gigantografía con el texto de la carta que el presidente Eloy Alfaro envió a María Cristina, la Reina Regente de España, pidiendo la independencia de Cuba.

Esa gigantografía con la histórica carta del Viejo Luchador ecuatoriano, fechada en Guayaquil el 19 de diciembre de 1895, figura en el Salón Principal de Radio Habana Cuba, como parte de una galería colmada de símbolos históricos de la Patria Grande.

Y fue también Radio Habana Cuba un centro periodístico donde en la década de los años sesenta laboró el poeta salvadoreño Roque Dalton, con otros periodistas e intelectuales de Cuba, y otras naciones de América.

Y en homenaje a Roque Dalton, inauguramos un estudio con su nombre, su fotografía y copia de su contrato con Radio Habana Cuba, durante una transmisión en vivo realizada en abril de 2016, en ocasión del aniversario 55 de la emisora.

En su orden, Nadia Batista, Aída Cañas, Pedro Martínez Pírez y Domingo Santacruz, en casa de Roque, 2011

En esa transmisión, de la cual conservamos una grabación en nuestros archivos, participaron los salvadoreños José Alfredo Pineda Dubón, oyente fundador de Radio Habana Cuba, José Mario Zavaleta, corresponsal de la emisora en El Salvador, el entonces Cónsul en Cuba, Alfredo Elías, así como el abogado cubano Roberto Vizcaíno, quien como dirigente estudiantil había conocido y fue amigo del notable poeta revolucionario Roque Dalton.

Y en ese estudio “Roque Dalton” entrevisté yo a uno de los hijos del poeta, Jorge, un cineasta formado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, enclavada en la actual provincia de Artemisa. Jorge quedó gratamente sorprendido al conocer el Estudio de grabación que lleva el nombre de su padre, y en la entrevista agradeció a Radio Habana Cuba por recordar y enaltecer la figura de su progenitor.

Otro de sus hijos, Juan José, quien como su hermano mayor fue guerrillero, también se formó en Cuba, pero como periodista, y en la actualidad labora en el diario “ContraPunto”, en el Pulgarcito de América. Juan José me acaba de escribir desde El Salvador y en su mensaje expresa textualmente: “Mi padre amaba a Cuba, como nosotros… Esa es la sangre que corre en nuestras venas y está en nuestra ADN”.

Desde hace diez años Juan José y Jorge, en nombre de la familia, formularon una denuncia ante la Fiscalía General de El Salvador señalando como los asesinos de Roque Dalton a los ex guerrilleros Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez.

Nuestra familia ha insistido e insistirá, reiteran los hijos del poeta, en el hecho de que el asesinato de Roque Dalton, perpetrado el 10 de mayo de 1975, ha permanecido en la impunidad jurídica. Por lo tanto sus victimarios, en primera instancia, y el Estado en su conjunto, nos deben la sagrada verdad jurídica y la sagrada justicia sobre este caso tan doloroso para El Salvador y para toda la humanidad.

Ochenta y cinco años cumpliría este 14 de mayo el poeta Roque Dalton, a quien numerosos intelectuales y artistas de América y Europa han rendido homenaje, entre ellos los cubanos Roberto Fernández Retamar, Miguel Barnet y Silvio Rodríguez, los uruguayos Mario Benedetti, Eduardo Galeano y Daniel Viglietti, los argentinos Néstor Cohan y Julio Cortázar, el mexicano Paco Ignacio Taibo II, la estadounidense Margaret Randall, el nicaragüense Ernesto Cardenal, y el francés Regis Debray.

Es increíble que a 45 años de su asesinato, cumplidos el pasado 10 de mayo, no solamente el crimen se mantenga impune, sino que los asesinos no han revelado donde están sus restos.

Yo, que he visitado tantas veces su casa, que soy amigo de su compañera Aída y de sus hijos Juan José y Jorge, que fui el autor intelectual y material de bautizar uno de los estudios de grabación de Radio Habana Cuba con su nombre, finalizo esta evocación con un poema del propio Roque Dalton, titulado “Sobre dolores de cabeza”:

Es bello ser comunista,

aunque cause muchos dolores de cabeza.

Y es que el dolor de cabeza de los comunistas

se supone histórico, es decir

que no cede ante las tabletas analgésicas

sino sólo ante la realización del Paraíso en la tierra.

Así es la cosa.

Bajo el capitalismo nos duele la cabeza

y nos arrancan la cabeza.

En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba de retardo.

En la construcción socialista

planificamos el dolor de cabeza

lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario.

El comunismo será, entre otras cosas,

una aspirina del tamaño del sol.

Prohibido olvidar a Roque Dalton García, el hombre grande de un país pequeño, el genio de la poesía que se quedó para siempre entre nosotros, en El Salvador, en Cuba y en toda Nuestra América, para deshonra de sus asesinos.

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