En los últimos dos años la Comisión Nacional de Ética de la UPEC se ha referido varias veces, en este medio, a la urgencia de realzar la ética del periodista, de modo que el código que aprobamos en cada uno de nuestros congresos sea una herramienta de trabajo cotidiano.
Recurriendo al tema, hoy parece oportuno repetir que periodista sin ética, es palabra o imagen gráfica sin el valor agregado de las convicciones más constructivas y solidarias en el ejercicio del periodismo. ¿Qué influencia ejercerá quien usurpe parte del trabajo ajeno, o mienta, o escamotee la verdad? Qué ganará el artículo polémico que utilice el insulto como argumento? De hecho, el denuesto, la invalidación mediante sarcasmos de los argumentos de otros, es el asunto principal de estos párrafos. Porque quien pretenda defender sus ideas y criterios mediante la ofensa, sólo demuestra incapacidad ética para ejercer el periodismo, el periodismo limpio, honrado, revolucionario.
Hemos de admitir que toda esa familia espuria que comienza en lo soez, goza hoy de cierta impunidad sobre todo en la Web. Hemos reconocido que si la Internet, desde un punto de vista comunicativo, reduce las dimensiones de La Tierra, acercando a pueblos e individuos, también tendremos que volver a admitir que algunos seres humanos consideran que las posibilidades de comunicación cibernética componen una especie de planicie infinita donde pueden pastar, en máxima impunidad, lo peor de nuestra naturaleza humana. Recientemente, el comité nacional de la UPEC, en su último pleno, acordó modificar uno de los incisos del reglamento del código de ética, reforzando la prohibición de “Incurrir en expresiones denigrantes en el espacio público común u otros actos irrespetuosos, o emplear formas no éticas hacia otros colegas, órganos de prensa o personas e instituciones en general”.
Ya lo sabemos. La ética existe, porque somos seres de relación racional. Y por tanto lo que la Historia conserva como patrimonio singular de nuestra especie, son las obras generadoras de ejemplaridad solidaria. Hoy no evocamos, salvo para las lecciones escolares, los crímenes del Pánfilo de Nárvaez. Sin embargo, tenemos presente el legado ético de Bartolomé de las Casas: el Hombre es uno como especie, y todos sus individuos iguales, ya sean navegantes en veleros con brújula, o remeros en canoa o piraguas.
El periodismo, en particular cuando ejerce su papel de vehículo de ideas filosóficas o políticas, no puede dar la espalda a cuanto implique decencia, decoro, ética; en suma, a todo cuanto implique comportamiento razonable. Admitamos conscientemente, con ánimo de mejoramiento, que las tecnologías no gobiernan a los seres humanos, sino a la inversa. Cuando ante el teclado y la pantalla de un ordenador, alguien supone que medios y sistemas de última onda, quiebran todas las normas que armonizan la libertad de todos, tengo la impresión que estamos desmintiendo parte de cuanto defendemos. Y sobre todo anulamos nuestra inteligencia, esa facultad a la que nuestra sociedad humanista en su esencia ha dotado de medios para perfeccionarse, para regir nuestros actos y defender nuestras ideas dentro del equilibrio entre la pasión y lo justo.
Luis Sexto es el Presidente de la Comisión Nacional de Ética, de la Upec.
