“El cubano es un pueblo hermano a pesar de la distancia y los saharauis nunca olvidaremos el apoyo de Cuba, su constancia y su posición local, regional e internacional en solidaridad con nuestra lucha”, afirmó en la UPEC Omar Bulsan, embajador de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), como parte de su conferencia por los 52 años del bautismo de fuego del Frente Polisario en el puesto del Ejército español de Janguet Quesat.
“Digo hermano porque lo siento en el alma; es un sentimiento que los toca a todos, desde Pinar del Río a Guantánamo”, agregó Bulsan antes de colocar como símbolo de ese afecto sobre los hombros de Ricardo Ronquillo, el presidente de la UPEC, una larga banda blanca con las banderas de las dos naciones.
Al presentarlo, Ronquillo -acompañado entre otros colegas por su vice presidenta primera, Bolivia Tamara Cruz, y por el presidente de la Asociación Hermanos Saíz de jóvenes creadores, Yasel Toledo Garnache- refirió la relación especial que nos une de un punto a otro del Atlántico y puso como ejemplo de ello la cantidad de jóvenes de allá y acá que han compartido estudios en aulas cubanas.
“Queremos hablar de la gesta saharaui y ayudar a poner la causa de este pueblo en el lugar que merece en las luchas del mundo”, dijo el líder de la UPEC como preámbulo del orador invitado.
Bulsan se confesó confiado en que el auditorio de periodistas cubanos, como “ejército de la verdad” que es, conocía la causa saharaui, sin embargo su acuciosa intervención les aportó a todos ellos detalles francamente novedosos, comúnmente ocultados por el manto mediático de las grandes corporaciones occidentales.

El diplomático partió desde el momento mismo de 1884 en que las potencias coloniales se reunieron en Berlín para repartir “el cake” de pueblos sometidos; la parte del Sahara Occidental quedaría en España, que en el último lustro de los años 30 del siglo pasado no pudo sofocar la resistencia de quienes ya habían enfrentado con decisión a portugueses, neerlandeses y alemanes.
Es así que, tras la represión a una manifestación pacífica, el 17 de junio de 1970, que incluyó además el secuestro y desaparición del líder Sidi Brahim Bassiri -el cual, se presume, fue torturado, asesinado y enterrado en las dunas-, nace el Frente Polisario, el 10 de mayo de 1973, y apenas diez días después, bajo el lema “Con el fusil arrebataremos la libertad”, sus fuerzas firman el bautismo de fuego con el ataque al puesto español en Janguet Quesat.
Bulsan explicó que luego, apoyada por Henry Kissinger y Francia, España los vendió a Marruecos y Mauritania y a seguidas Marruecos intentó tapar, con la cortina de humo de una “Marcha verde”, la invasión que había emprendido antes. Ese hecho no fue justamente documentado porque la prensa que lo observó fue cuidadosamente “tamizada” para que no hubiera reporteros objetivos.
El embajador de la RASD en Cuba denunció que en todo ese proceso su pueblo sufrió ataques con napalm y fósforo blanco, que luego se descubrieron fosas comunes y ello condujo a una dispersión demográfica que incluye 31 campamentos de refugiados en la solidaria Argelia.
Según explicó, el verdadero motivo de esa ansia foránea de dominación reside en hacerse de enormes recursos minerales -fosfato, petróleo, gas natural, uranio, oro, diamante, mármol…- y en uno de los más ricos bancos de peces del mundo. Es, dijo, el interés de “apartar a ese pequeño pueblo del medio” para apropiarse de sus riquezas.
Con la retirada de España, el 26 de febrero de 1976 y la proclamación de la RASD por el Frente Polisario, un día después, este pueblo siguió la lucha y logró que Mauritania firmara la paz. En 1991 Marruecos hizo lo mismo pero el Referendo establecido por la ONU para que los saharauis decidieran su destino nunca se ha llevado a cabo. ¿Por qué? Omar Bulsan lo tiene claro: porque Marruecos y las potencias saben que se votaría por la independencia.
El diplomático refirió al respecto el poder de imposición a terceros que tiene Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. Solo ello explica que, pese a ser Estado fundador de la Organización para la Unidad Africana (OUA) -hoy Unión Africana (UA)- y estar considerado hasta por el Parlamento Europeo como entidad nacional aparte de Marruecos, el país no haya conseguido hacer tal consulta popular.
Tras la violación del alto al fuego por parte de Marruecos, en plena pandemia de COVID-19, el Frente Polisario regresó a las armas. A lo largo de los años los saharauis han sido reiteradamente traicionados. Ahora -como explicó el embajador- el Gobierno español, que antes tenía otra postura, dice preferir para el Sahara Occidental una autonomía bajo domino marroquí.
El derecho internacional los respalda -teóricamente-, sin embargo, la apetencia de los poderosos ha llevado a negociaciones con el invasor en torno a recursos saharauis que complican las variables geopolíticas de un asunto que debiera ser sencillo.
El conflicto no implica solo recursos naturales: miles de desaparecidos, torturados, asesinados -la propia familia del embajador en Cuba está incluida-, expulsados de su patria y condenados injustamente se erigen en el costo humano de la invasión.
La lucha de la RASD ha sido siempre apoyada por Cuba, que estableció con ella relaciones diplomáticas en 1981 y le ha tendido su mano amiga.
Hablando de los recursos humanos del país, que antes se formaban en metrópolis desarrolladas, Omar Bulsan hizo una anécdota: “El Frente Polisario decidió que la solución era Cuba. Cuando se sentaron con Fidel, este dijo: ‘¡tráelos para acá!’. Vinieron y se graduaron. Hoy tenemos muchos miembros del Gobierno y diplomáticos que se formaron en Cuba, donde fueron acogidos como hijos”.
Antes de pasar con el resto a apreciar la exposición “RASD: La libertad en las arenas”, con fotos tomadas en su patria por periodistas cubanos de Prensa Latina, Bulsan sostuvo que los graduados en Cuba son diferentes: “tienen no solo conocimientos científicos; también humanismo, cercanía, cualidades inexistentes en otros lugares”.
A tal punto las tienen que, tras el Atlántico, allá en el desierto, ese grupo de profesionales se reconoce en un término: “¡Somos cubarahuis!”.
No es para menos. Cuba abrió para ellos tres escuelas en la Isla de la Juventud. Más tarde, aliado con su amigo Hugo Chávez, Fidel Castro coordinó la apertura, en plena arena del desierto, de la escuela Simón Bolívar, donde los adolescentes harían su preuniversitario para formarse en nuestro país.
Con ese historial no asombra de Omar Bulsan, periodista por más señas, esté orgulloso de los acuerdos que su patria ha firmado con el ICRT -antecesor del actual Instituto de Información y Comunicación Social (IICS)-, la UNEAC, Prensa Latina y la UPEC, con la única idea de complementarnos en la lucha contra las mentiras que enfrentan ambas naciones.
Seguramente por ello, al final de la charla, el colega embajador regaló a los asistentes el arma que no abandona: un sencillo bolígrafo, claro como la arena, para escribir la verdad.
Imagen de portada: Bolivia Tamara Cruz, vicepresidenta primera de la Upec; Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la organización, y Omar Bulsan, embajador de la República Árabe Saharaui Democrática. Foto: Cubaperiodistas.