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COLUMNISTAS

Toda fuerza política necesita héroes, pero…

Varios de los más representativos exponentes de los enemigos del proyecto revolucionario cubano en Miami, y en los Estados Unidos en general, se concentraron en el aeropuerto de esa ciudad para el recibimiento —que a última hora cambió de escenario: “por razones de seguridad”, se dijo— de un miembro suyo recientemente excarcelado en Cuba, y que viajó a los Estados Unidos “tras una solicitud formal del gobierno de ese país” y su “aceptación expresa”, informa una Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores cubanos, la cual abunda en datos de interés.

En medio de la euforia fabricada para recibirlo, alguien del grupo reunido en aquel aeropuerto dijo que se le debía otorgar el Premio Nobel de la Paz. Según pudo oír el autor de estas líneas, no lo dijo cualquiera de los “sobresalientes personajes” nacidos en Cuba que se hallaban en el aeropuerto, aunque pudo haber sido así. Lo dijo uno que en los dos países ha sido objeto de burlas, como el nombrete “Bistecito”, que no le habrá caído de la nada.

Pero, en todo caso, el dato de interés que podría atribuírsele a tan peregrino reclamo estuvo, y está, en asociar a la contrarrevolución cubana, en particular a su jauría más recalcitrante, con la reciente farsa protagonizada por quienes en Noruega se han encargado de desprestigiar cada vez más el Premio Nobel de la Paz.

Que ese lauro haya servido para distinguir a una promotora de la violencia en su país, es algo que no cabe pasar por alto, aunque solo fuera por un hecho: las cenizas de Alfred Nobel estarán desconsoladas en su tumba, después de haber intentado él que los premios bautizados con su nombre lo libraran de pasar a la historia principalmente por los usos bélicos dados a la dinamita que él inventó y tan útil sería en tareas como las construcciones. Precisamente el de “la Paz” contraviene el deseo del célebre ingeniero.

No es irrelevante equiparar al nuevo “héroe” de la contrarrevolución cubana con la guarimbera golpista que tiene en su haber la responsabilidad de no pocas muertes y otros actos de violencia salvaje en Venezuela. Por si eso no bastara, la sirvienta de los planes imperialistas contra la Revolución bolivariana —servicio en que ahora se ubica su Nobel— ha declarado su identificación con el criminal régimen sionista de Israel, que es para ella un ejemplo de democracia. ¿Habrá que recordar ahora lo que ha hecho y nada hace pensar que dejará de hacer ese régimen, apoyado por el estadounidense, contra el pueblo palestino?

Asociar el sionismo con la contrarrevolución cubana, lacaya del imperialismo, propicia señalar un hecho que vincula los gobiernos de los Estados Unidos y de Israel no solo con el genocidio sufrido por Palestina. También los vincula con las penurias de intención genocida causadas a Cuba por un bloqueo criminal. Es un acto de violación de los derechos humanos que durante décadas ha tenido en la Asamblea General de la ONU dos pertinaces votos favorables: el de los propios Estados Unidos y el de Israel.

Los promotores y cómplices de actos genocidas buscan títeres a su servicio, y no pueden encontrarlos en personas decentes amantes de la paz y la justicia, sino en criminales y farsantes. El recibido en Miami con bombos y platillos deja tras de sí en Cuba no solo su declarada posición contrarrevolucionaria, sino asimismo un expediente de groseros actos delictivos, de violencia criminal que ha tenido víctimas, y de burdas poses “teatrales” que también a él le han granjeado su nombrete o su calificación de “rompe mesa”.

En una de las caricaturas satíricas que hablan de él y de los matones que lo utilizarán o seguirán utilizándolo, Donald Trump le pide a Marco Rubio que cuide las mesas de la Casa Blanca, porque corren peligro. En el aeropuerto de Miami uno de los más rabiosos políticos contrarrevolucionarios de origen cubano celebró lo que él da como un hecho: el “gran” presidente de los Estados Unidos y —también a su juicio— el mejor secretario de Estado que ha tenido esa nación, asegurarán no solo el aplastamiento de Cuba, con el que hace más de seis décadas sueña la potencia imperial, sino también el de Venezuela.

El reclamo de que se le regale el ya muy mal llamado Premio Nobel de la Paz al contrarrevolucionario que acaba de ser recibido en Miami no es una mera coincidencia en lo patético: es toda una declaración de intenciones criminales. Según el político aludido, el Trump que él dice venerar pondrá fin a la “tolerancia” que los anteriores presidentes de los Estados Unidos han tenido —otra vez, según él— con las revoluciones cubana y bolivariana.

Toda fuerza política necesita héroes. Pero tener que proponerse fabricarlos con personajes de la índole de los aquí aludidos habla de una realidad inocultable: habla de un imperio en decadencia que no puede contar sino con lo peor de la inmundicia que corroe a la especie que —con una generalización cuestionable— se llama humana.

Frente a semejante realidad le corresponde a Cuba perfeccionar sus actos, afinar sus planes y la consumación de ellos, para que —duren lo que duren el criminal bloqueo y los sátrapas terroristas que lo mantienen— su pueblo pueda tener el bienestar que merece y que el afán genocida del imperialismo se empeña en que no tenga.

No terminarán estas líneas sin precisar que en ellas se ha hablado de la contrarrevolución anticubana vista en sus expresiones más recalcitrantes, más irracionales. Es la que se hace sentir con sus graznidos y sus llamamientos a la violencia potenciados mediáticamente, y que pide acciones armadas —bombas incluidas— contra su patria. Pero también en los Estados Unidos viven cubanas y cubanos que, sea cual sea su ideología política, no se prestan para la manipulación y el escándalo, y mucho menos para pedir que estrangulen a su país natal. Lejos de eso, le ofrecen su apoyo.

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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

One thought on “Toda fuerza política necesita héroes, pero…

  1. Como usted nos tiene acostumbrado, siempre son atinadas sus ideas y nos conforta poder compartirlas en todo su contenido, ya que es necesario tomar consciencia de la situación actual que vive la humanidad y en especial, nuestro entorno Latinoamericano; cuando este imperio tiene a un desequilibrado mental al frente; con poderes reales y con una total falta de idea, de que está llevando a la humanidad a un camino sin salida.
    …”Frente a semejante realidad le corresponde a Cuba perfeccionar sus actos, afinar sus planes y la consumación de ellos”… en esas palabras suyas, se encierra la idea central; a la que le agrego la necesidad de unirnos y resistir; con la convicción de que no hay otra cosa que no sea …!!!!Patria o muerte !!! ….!!!Venceremos!!!!

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