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Hoy Fidel habló en la UPEC

“El documental es impresionante. Condensa en 27 minutos la historia de la Revolución desde su triunfo hasta las amenazas de hoy y lo hace desde una estética reveladora y el realce del valor del símbolo”, dijo Ricardo Ronquillo, presidente de la UPEC, en el espacio La cámara lúcida, que este jueves presentó en el teatro de la sede nacional la obra “Hoy va a hablar Fidel”, del realizador Jorge Luis Sánchez.

Ante Octavio Fraga Guerra, creador y conductor del espacio; Rafael Solís, director de fotografía de la obra, el ejecutivo nacional de la UPEC y los premios nacionales José Martí, por la Obra de la Vida, Edda Diz y Elson Concepción, el líder del gremio reporteril comentó la necesidad de audiovisuales semejantes en los currículos periodísticos, para lo cual sería conveniente que referentes del cine cubano trasvasen, en diálogos más frecuentes, valores y prácticas creativas a los reporteros de la imagen y el sonido.

Especialmente invitado al encuentro —dado su rol decisivo en lo que fue el último trabajo concluido de Jorge Luis Sánchez, quien falleció a inicios de este año—, Solís compartió su criterio de que la explosión de las redes sociales ha conducido a una “comunicación elemental” que relega los montajes intelectualmente elaborados de otros años. “Hemos perdido —afirmó— la comunicación más creativa”.

Esa comunicación con arte requiere un elemento apuntado por Octavio Fraga: el concepto de estudio profundo a la hora de encarar una obra, uno de los fundamentos profesionales de Jorge Luis Sánchez.

Por todo ello, Elson Concepción defendió que el documental sea más mostrado, especialmente por compartir elementos no tradicionales del entorno político de “un líder tan grande que, sin embargo, se ocupaba de cosas pequeñas de la gente… o que lo fue precisamente por eso”. En ojos de Elson, el material enseña no solo lo inédito, sino que nos da el “Fidel crudo, incansable, insomne”, otra muestra más, a su juicio, de que los cineastas, periodistas e historiadores tenemos el reto de no repetir a la hora de hablar sobre él.

Ya habíamos visto la obra, así que Bolivia Tamara Cruz, la vice presidenta primera de la UPEC, confesó su sensación resultante, que pudo ser la de muchos: “Deja el deseo de escuchar a Fidel”. Por ello, la organización se va a ocupar de socializarlo entre estudiantes de la carrera de periodismo, que tanto necesitan, para adentrarse en los trillos del verbo, la palabra viva del Jefe.

Solís y Fraga animaron el diálogo en la UPEC. Foto: Del autor.

Solís reveló algunos detalles logísticos: una casa auténtica en Cojímar que fue de Fidel porque lo fue de generaciones enteras de niños cubanos, un uniforme suyo que los realizadores replicaron en las escenas, un actor -porque sí, en su documental Jorge Luis Sánchez optó por uno para contar y contrapuntear con el gigante real- corpulento que apenas se insinuaba, en colores, delante o detrás del Comandante de carne y hueso que cambiaba la Historia en blanco y negro.

Nacido en 2020 de un encargo del Centro Fidel Castro, el documental se convirtió en cosa del alma para el director y todo el equipo y esa pasión —calzada en apoyos por el Centro… y otras entidades vinculadas al legado del guía— se aprecia a simple vista a tal punto que puede conseguir que un espectador (aquí lo sugiero en primera persona, no solo del singular) olvide por 27 minutos que la muerte de Fidel Castro tiene nueve años de vida.

Uno de los grandes méritos de la pieza es el indagatorio, que nos planta al cabo ante frases particulares de algunos de los discursos menos conocidos del orador portentoso. Escuchamos/vemos (con montajes sugerentes) al Fidel que condenó el secuestro de pescadores, que pulseó con la Base Naval yanqui en Guantánamo —nunca escribo de Guantánamo, porque esa tierra, que es nuestra, no acepta base extranjera—, que no se plegó a la URSS pese a que siempre le agradeciera, que impulsó las movilizaciones, pero muestra también al valiente que no tembló para reconocerle al pueblo que los 10 millones ya no irían, aunque unos fotogramas antes se le vea, como paradigma para todos los tiempos, en pleno corte de caña al frente de todos los grandes de su Gobierno.

Más que los actos de un hombre, el documental parece centrarse en la alternancia de verbo y obra, dos senderos en los cuales, ya se sabe, Fidel avanzó como pocos. De un lado, sus discursos reales; de otro, un hombre común lustrando un podio; ora, el lunetario vacío presto a escuchar ideas extraordinarias, ora, la Plaza colmada o el genio (en cuerpo de actor) sereno, en ambiente íntimo, alistando el discurso que le trocará de ola en tsunami.

El mar reina, por supuesto, porque él y su pueblo son seres de isla. Junto al mensaje evidente, Jorge Luis Sánchez soterró un manantial de imágenes, como el escenario frente al mar o junto a la Plaza Roja —¿el hombre que le habla al mundo?—, las lomas de Oriente flanqueando la de la Revolución y la audacia de colocar detrás del Alma (Mater) la Sierra (Maestra).

No puedo llegar más lejos: lo otro sería contar, seguramente mal, la obra de Jorge Luis Sánchez que honró este jueves a la UPEC. Hay, simplemente, que verla.

Por fortuna, La cámara lúcida contempla hasta agosto de 2026 el ciclo dedicado al Centenario del natalicio del líder de la Revolución. Vendrán otros retratos suyos, pero acaso el valor mayor de este sea que no es una foto silente: la obra termina con un Fidel relajado, en primer plano, ajustando los micrófonos. ¿Cuántos no le invocan en estos tiempos cerreros? ¡Pues resulta que va a hablarles!

Imagen de portada: El documental conmovió a los reporteros asistentes. Foto: Del autor.

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Enrique Milanés León
Forma parte de la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

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