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La crónica social

RETRATO DE UNA ÉPOCA. La crónica social fue un género periodístico que tuvo su esplendor en Cuba durante la etapa republicana del siglo XX y su valor histórico-testimonial llega a nuestros días por ser el retrato de una época. Sus más notorios trabajos fueron publicados en el Diario de la Marina, El País, Excélsior, El Mundo y El Fígaro, entre otros; en esas páginas se representó la vida glamurosa de la aristocracia criolla, se reseñaban cumpleaños, fiestas de quince, bautizos, bodas, banquetes, presentaciones en sociedad en los grandes y suntuosos clubes y las lujosas residencias particulares. Por lo general, el texto venía acompañado por fotografías del jolgorio y principales personajes; claro que ambos componentes del trabajo reporteril y su ubicación en la página estaban mediados por el bolsillo del contratante de la cobertura periodística y/o su categoría social y política. El cronista debía reunir requisitos como el carisma y la capacidad de entablar relaciones; en ese periodismo superficial, que aún así contribuyó a lo testimonial, destacaron Enrique Fontanills, del Diario de la Marina, y Pablo Álvarez de Cañas, de El País.

DETRÁS DE LA FACHADA. Emilio Roig de Leuchsenring decía que las crónicas sociales solían reducirse, salvo raras excepciones, a una lista interminable de sustantivos y un buen número de adjetivos; exponía también que la moda y el gusto del público así lo exigían. Y proseguía Roig explicando que muchas de las personas que asistían a una boda o fiesta, era con el único y exclusivo objeto de ver al día siguiente su nombre en “letra de molde”, y damas, damitas y caballeros a quienes no bastaba con nombrarlos, pues había que adjetivarlos bien. Juan Marrero, periodista e historiador de la prensa cubana, fue fulminante a la hora de resumir esa variante de la crónica como “frívola”, “cursi” y con un marcado uso de los adjetivos que “muchas veces rayaba en la ridiculez”. Con el triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959, y como expresión de la enconada lucha de clases, la crónica social de la República se fue desvaneciendo debido a la desaparición progresiva de las publicaciones burguesas y los “protagonistas” de aquellas páginas de ostentación, hipocresía y oropel.

Imagen de portada: La crónica social, expresión de un periodismo frívolo, ha devenido documento histórico-testimonial que llega a nuestros días como parte del retrato de una época. Diseño: Sophie Torres Quintana.

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