No hace tan poco tiempo la dupla aludida y sus respectivos equipos de expertos diseñadores y a la vez ejecutores de un futuro que marcha a velocidad apabullante, nunca vivida y padecida por la mayoría de los habitantes de la globalización, decidieron reconquistar la Casa Blanca y lo lograron.

Hoy el plan, de embuste, es conquistar Marte. Eso, según ciertos psicólogos, siquiatras, sociólogos, aumenta ansiedades, renueva ignorancias y estimula a más millones de gentes a remar en vano por llegar a alguna orilla.
Ahora el desafío es Marte y al unísono llegar a la orilla donde espera un pasado pisado, un presente violento y en descomposición y el futuro de una vida selecta para aquellos que con distintas experiencias adquiridas en el mundo del algoritmo quizás después de no alcanzar Marte queden deshechos tal cual los hombres y mujeres del pasado pisado y el presente violento y destructivo. Y un reciclado futuro —la eterna zanahoria— invitará a ascender de planeta al costo humano que requiera el algoritmo.

Carlos Marx desentrañó los mecanismos de funcionamiento del capitalismo y sus dinámicas y convocó a estudiar ambas cuestiones, y mucho más aún advirtió que sin teoría no hay Revolución. Nada más ni nada menos.
A tan brillante filósofo, investigador e infatigable militante de las ideas contra la opresión; a ese hombre profundo conocedor de la sociedad, no se le escaparon en sus análisis y propuestas la necesidad de acumular masa crítica para no ir detrás de los utópicos, los ilusionistas y de quiénes de tanto en tanto eligen un planeta donde hacer culto a los cantos de sirena (Tomado de utpba.org).
(*) Donald y Elon mientras “todo el mundo salía con unas cuantas copas de más”: El entrecomillado abarca apenas un pequeño trozo de la canción La fiesta de Blas, puesta a rodar en 1974 por el grupo madrileño Formula V.