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Feminismo “disidente”

El feminismo es disidente, por supuesto. Nació para disentir, para desmontar un status quo sostenido durante siglos, para enfrentar al patriarcado y a las expresiones machistas sobre las que se sostiene -múltiples, diversas, a veces “insignificantes”, a veces inmensas, pero todas destinadas a subordinar a las mujeres, limitarlas, agredirlas.

El feminismo es incómodo, nunca le faltaron enemigos. No es broma aquello de que las primeras feministas fueron brujas quemadas en las hogueras. El feminismo es incómodo porque surgió para arrebatar privilegios. Y seamos honestos, a los privilegiados nunca les gustó perder sus ventajas.

El feminismo es político, por aquello de que lo personal es político. Porque las luchas de género no pueden ser “cosas de mujeres”: hay que sacarlas del ámbito privado y acompañarlas con políticas públicas. Porque necesariamente están marcadas por el ecosistema en el que se desarrollan.

Y sí, existieron en la historia muchas olas y muchas formas de entender el feminismo. Algunas lo defendieron desde el privilegio de la riqueza y la blanquitud. Pero ahí están los textos de Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin para proponer otros enfoques al conflicto; comunistas ambas por cierto.

El feminismo no es un ente único y absoluto. Incluso hoy, existen muchos tipos; no todos están de acuerdo en todo. Algunas, por ejemplo, creemos que debe ser anticapitalista, porque la subordinación de las mujeres se refuerza en la subordinación de clases; porque una mirada interseccional al fenómeno confirma que no va solo de mujeres oprimidas, sino de muchisímas discriminaciones configurándose de la forma más intensa en aquellos que menos encajan. Ese es otro punto de análisis sobre las mesas de debates violetas.

En Cuba, no sin polémicas, la Federación de Mujeres Cubanas se ha reconocido a sí misma como feminista. Pero más importante aún, durante los últimos años ha acompañado la construcción de políticas de género y contra la violencia machista. Por supuesto, queda mucho por hacer: aterrizar esos programas y estrategias, avanzar hacia un sistema legislativo más completo que necesita una ley integral, desmontar de forma efectiva todos esos micromachismos que aún se respiran en el país; pero al menos hay una vocación institucional definida de acortar brechas.

Precisamente por eso da tanto miedo esta nueva ola de hombres machistas que se catalogan a sí mismos como “rojos”, “revolucionarios”, “súper comunistas” e intentan mostrar el feminismo floreciente en Cuba únicamente como “una patraña del imperialismo”, “una estrategia para hacer contrarrevolución”.

Ellos, que muchas veces acosan, abusan y agreden, deciden botar el sofá. Meten todo en un mismo saco e intentan lanzarlo a la basura con un discurso mansplaining que va desde el “son unas disidentes con intenciones súper secretas” a el “pobrecitas, las están manipulando”. Así, en blanco y negro.

A ver, tampoco es una estrategia nueva. ¿Les suena lo de feminazi? Hace un par de décadas, la lucha contra las feministas las pintaba como las más fieles servidoras de Hitler y antes, como las brujas secuaces del diablo. El patriarcado -y los retrógrados que lo sostienen- utilizan siempre los mismos recursos para desacreditar un movimiento que básicamente lucha por la igualdad.

Y es verdad que muchas veces se usaron las causas feministas -y otras- para construir discursos manipuladores en torno al Gobierno cubano, en torno a tantas otras cosas. Pero tampoco faltan los agresores que se escudan en la Revolución para esconder sus violencias. Las manipulaciones, los oportunismos, todos, hacen el mismo daño, da igual en la esquina del tablero del ajedrez que te pares; porque desmontan las esencias de las cosas y las ponen en riesgo.

Entonces, esta nueva versión del machismo, este mismo problema de siempre con otros perfiles -a veces falsos- como fachada, confirma que el feminismo es, sobre todo, urgente.

Si lo entendemos como “la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas” -gracias Angela Davis por una síntesis tan clara; si asumimos que defiende para una mitad de la población mundial, oportunidades y derechos históricamente reservados para los hombres; si comprendemos que no busca supremacía; habrá que ser muy ciego para obviar que hace más falta que nunca.

Porque en esta Isla, donde tantos pasos se han dado para la construcción de una igualdad institucional, pública; sobreviven aún muchos prejuicios, discriminaciones y violencias. Nos toca por tanto construir otras maneras de vivir, que pasan por desmontar una estructura patriarcal que ha ubicado a los varones en lugares privilegiados y ha naturalizado una cultura de dominación y exclusión.

Mientras ese seudotrovador innombrable pasee su machismo en letras de canciones y se sienta por encima del bien y el mal; mientras haya oportunistas ocultando tras supuestas posiciones políticas batallas contra iniciativas que buscan un futuro más equitativo; mientras haya fundamentalistas resentidos posicionándose contra la aplicación práctica de un Código de las Familias verdaderamente revolucionario; mientras exista discrminación contra orientaciones sexuales e identidades de género diversas; mientras sean ellas las que lleven sobre sus hombros las sobrecargas domésticas y de cuidados; mientras no se entiendan que mujer no es sinónimo de sensibilidad, belleza y maternidad; mientras hablemos de “crímenes pasionales” y no llamemos a las cosas por su nombre; mientras existan violencias; mientras mueran mujeres por el hecho de serlo; hará falta el feminismo. Y sí, seguirá siendo disidente.

Tomado del perfil en Facebook de Ania Terrero

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Ania Terrero
Graduada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Periodista en la agencia Prensa Latina. Columnista en Cubadebate. Integra el equipo del podcast latinoamericanista Mujeres al Sur.

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