COLUMNISTAS

Tertulias de una mañana cualquiera

-¿Niña, te puedes creer que ayer compré una piña en 120 pesos?- pregunta una mujer en la cola del P-12 a la compañera más próxima a la que ha elegido como una especie de interlocutora improvisada.

-Eso no es nada, ayer me clavaron un cartón de huevos en 1500…- responde la otra con estupor y cierto espíritu reprimido de competitividad.

-¿No habían hecho un operativo y trancaron a unos cuantos por eso de los precios abusivos?-interrumpe alguien que venía pasando.

-Sí, pero se limpiaron con eso. Par de días después, cuando se les olvidó, volvieron a la carga y ya te los encuentras vendiendo hasta a sus madres sin pudor alguno- explica con gesto de aburrimiento uno.

-Mientras se lleven a los indios y no a los caciques seguirán volviendo- responde irónico alguien.

No he recorrido aún la fila humana que aguarda la llegada del ómnibus y ya me he topado con la comidilla predilecta de quienes esperan por el transporte que los llevara a su centro de trabajo. Como es de esperar, tempranito en la mañana los bajos del Puente de 100 están sabrosos. Paralela a la cola, se encuentra una manada nómada de personas al acecho de lo que pase para salir de allí. La selva llama.

Pocos metros después encuentro el último y le pregunto los clásicos dos más delante para irme ubicando en la estructura de esa serpiente que repta y se confunde por tramos con la cola para la institución bancaria más cercana. A los pocos minutos llega alguien para arrebatarme la condicion recién conferida de último.

-Yo no me voy, solo veré si capturo algo en lo que llega la guagua- le aclaro

-Ahhh ¿esos carros que hasta ayer estaban a 50 y ahora las subieron a 100? -indaga.

-Esos mismos- respondo como quien ha recibido de repente un bofetón.

Contemplando el ir y venir de vehículos en el intento de adivinar si alguno se detendrá cerca de ti, condición indispensable para abordarlo porque de otra forma imposible, reflexiono sobre lo oportuno de no haber intervenido en la conversación previa. Es esa una de las únicas circunstancias en las cuales intento camuflajear el oficio lo más posible. No por temor al intercambio, sino porque la gente muchas veces espera que te inventes soluciones de debajo de la manga.

Dices periodista y al instante te convierten en sociólogo, inspector, licenciado en economía, técnico en explotación y manejo del transporte, experto en termoeléctricas o cualquier otro oficio asociado al tema en boga ¿Cómo explicarles que aunque salgas de refilón en el televisor o tu nombre publicado en alguna nota, regresas a casa en una guagua repleta igual que ellos y te enfrentas a carencias similares cada día?

El P-12 aparece en la distancia e inicio el sprint para ubicarme nuevamente en la cola. Ni Juantorena se atrevió a tanto. La fila y los agregados se vuelven un tumulto irreconocible a medida que se aproxima ¡Comienza la pasión! Suben sin distinción los primeros según el orden preestablecido y acto seguido los colados. Una marea humana te envuelve y cuando te das cuenta ya estas arriba sin explicarte como.

Por fin a una parada de mi destino inicia el espectáculo de contorsionismo. Salta por aquí, pasa de puntillas por allá, recoge la panza y aguanta la respiración para pasar por algún espacio apretado y esquiva a los futuros pasajeros que quieren montar antes de dejarte bajar. Una vez compruebo que no me falta nada emprendo el camino una vez más.

Es raro, pero al apretar el paso no puedo dejar de sentir que llevo meses viviendo ese déjà vu para el cual activo inconscientemente el piloto automático.

Pero algo escapa al analisis simplista y, en ocasiones, de catarsis. Escuchar esas pequeñas charlas matutinas es también percibir a través de un estetoscopio las pulsaciones vigorosas de un pueblo en su voluntad de no ser dominado.

Los mismos que piden mi opinión como periodista son los que han librado las batallas de este país en todos sus frentes. Son los que, de ser necesario, se transformarían también en expertos en termoeléctricas o lo que sea que haga falta. Son los que respiran y mantienen vivo el proyecto inacabado de una Revolución de justicia para todos. En esas tertulias se resume todo cuanto defendemos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *