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Violencias

Hay más de 670 mil banderitas blancas plantadas alrededor del Monumento de Washington marcando el número de muertes por Covid en Estados Unidos, un total que se incrementa por un promedio de otros mil 900 diarios. El total es ya el equivalente a todos los estadunidenses que murieron en las guerras mayores entre 1900 hasta hoy día.

Una de cada 500 personas en Estados Unidos ya han fallecido por la pandemia, la gran mayoría de manera innecesaria. Se reporta ahora que hospitales en varias regiones del país –en particular donde gobiernan políticos de derecha con poblaciones que favorecen a Trump– ya no tienen cupo con sus unidades de terapia intensiva al cien por ciento por la ola de nuevos contagios severos por gente que ha rehusado ser vacunada. Con ello están rechazando a otros casos severos, desde cáncer a operaciones urgentes y más, causando aún más muertes. Todo esto en un país donde está disponible, gratis y para quien la quiera, la vacuna. O sea, la emergencia de salud pública es por decisión política y desinformación activa, y no por el virus.

Asombra que la derecha –desde senadores y diputados federales a gobernadores y legisladores estatales– ha determinado que la muerte de aquellos que representan es un precio aceptable para ganar sus batallas de poder político. Han promovido la idea de que rechazar las vacunas y otras medidas para mitigar la pandemia incluyendo el uso obligado de cubrebocas y la distancia sana en lugares públicos, son intentos de los demócratas para imponer controles sobre la población y declaran que esta disputa es nada menos que la gran y gloriosa defensa de la libertad. No falta los que afirman que estas medidas sanitarias, junto con intentos de ofrecer apoyos para los afectados por las consecuencias económicas de la pandemia, son parte de un complot socialista.

Esta violencia política derechista que tiene un saldo de 2 mil vidas cada 24 horas ha sido nutrida e intensificada estos últimos años por Trump y sus cómplices republicanos dentro y ahora fuera de la Casa Blanca a nivel federal, como en diversos estados, con el propósito explícito de intentar frenar y hacer fracasar las principales iniciativas de demócratas y fuerzas progresistas es, en torno al Covid, una misión suicida (o por lo menos homicida).

Esa violencia se manifiesta de manera explícita con políticos armados y declarando guerra contra otros estadunidenses. La diputada federal ultraderechista Marge Green dice en un video publicitario que se dedicara hacer estallar la agenda socialista demócrata y se graba apuntado un rifle calibre .50 para disparar contra un coche que tiene pintado la palabra socialismo, el cual explota (https://twitter.com/i/status/1439225130811539457). El gobernador de Georgia, Brian Kemp, en un video para su relección, se muestra armado, hace estallar un explosivo representando la agenda demócrata detrás de él, y amenaza que él personalmente acorralará con su camioneta y armas a “ ilegales criminales”.

Este tipo de políticos han intercalado los temas del rechazo de regulaciones gubernamentales en base de ciencia, el antiaborto, el derecho incondicional a las armas, la supresión del voto de las minorías y criminalizar a los inmigrantes y no pocos han agregado el veneno del supremacismo blanco, en una amenaza real a la democracia estadunidense; sus aliados más extremistas ya son calificados como la principal amenaza terrorista al país.

Y están logrando su objetivo. Una encuesta reciente de CNN revela que casi 80 por ciento de las filas republicanas siguen creyendo en la absoluta mentira de Trump de que perdió la eleccion sólo por fraude. Según ellos, los enemigos están invadiendo –tanto estadunidenses como inmigrantes– al país y ante ello llaman a montar una defensa, incluso armada, de su patria.

La cada vez más extrema derecha en Estados Unidos como en tantos otros países está dispuesta a destruir no sólo el país (para rescatarlo) sino el planeta entero, y por lo tanto, la lucha en su contra ya no es un asunto local o nacional, sino trasnacional.

Imagen de portada: Banderas blancas en el National Mall, cerca del Monumento a Washington. El proyecto de la artista Suzanne Brennan Firstenberg requirió más de 600 mil banderas blancas en miniatura para simbolizar las vidas perdidas por el Covid- 19 en Estados Unidos, donde las vacunas están disponibles para todos de manera gratuita.Foto Afp

Tomado de  La jornada

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David Brooks
Periodista mexicano, corresponsal del diario La Jornada en los Estados Unidos.

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