PERIÓPOLIS

La experiencia de la TV Serrana en la construcción de un documental con sentido

“Andamos sobre las olas, y rebotamos y rodamos
con ellas; por lo que no vemos, ni aturdidos del golpe
nos detenemos a examinar, las fuerzas que las mueven”.

José Martí
Maestros Ambulantes
O.C. T.8, pag.288.

El documental como género cinematográfico y televisivo se hace imprescindible para poder llevar adelante un proyecto de trabajo audiovisual comunitario que refleje la realidad de determinadas zonas de la geografía del país (fundamentalmente en lugares de difícil acceso) que nunca han sido transmitidas en toda su magnitud por los medios audiovisuales.

La vida de estas comunidades, que forman parte de la sociedad y por ello son parte también de nuestra cultura, solo es conocida a través de una noticia o alguna que otra información; sin embargo, no son tratadas con la suficiente profundidad, ni son conocidas las esencias que hacen posible que existan como tales.

Para explicar mejor la importancia del documental debemos empezar hablando, brevemente, sobre las especificidades que, en mi opinión, caracterizan a una comunidad. En este sentido, observar qué es lo primero que se destaca en una comunidad cuando usted llega a ella. ¿Qué le es común a todas, y qué la hace distinta a otras comunidades?

Pensemos en el lenguaje, las construcciones de las casas, formas de vestir, de vida, de pensar; la tierra y cultivos; los usos y costumbres, comidas, organización comunitaria, música, fiestas, oficios, historia, sonidos, educación, juegos, carencias, servicios, agua.

A la vez, todo ello se encuentra condicionado, por sus esencias, sus raíces. La espiritualidad, las creencias (si desaparece la práctica del Rito, desaparece la esencia), los mitos que le dan sentido a todo lo que se hace, lo religioso, la cosmovisión.

Hay una serie de conocimientos que no se explican, pero se conocen, por lo cual hay que trabajar para darlos a conocer; por ejemplo, promover determinadas formas de laborar la tierra o cómo ocurre la convivencia. Podemos hablar de regeneración y los medios deben esforzarse para fortalecer cuestiones como la música, si está debilitada o si las estructuras municipales no funcionan bien cómo proceder para su fortalecimiento: cómo enriquecer lo más profundo de la comunidad.

Para que todo ello vea la luz, se hace necesario usar un instrumento capaz de darlo a conocer con el propósito de enriquecer su autoestima y mostrarlo al resto del país y del mundo como constancia de que existen al margen de las grandes ciudades y de lo que divulgan las transnacionales de los medios de información. Ahí es donde radica la importancia del uso del documental.

Este es un tema que no ha sido tratado en el país fundamentalmente porque no existe trabajo audiovisual comunitario y participativo (solo en la TV Serrana), visto como un proyecto cultural en defensa de las motivaciones de los seres humanos que viven en esas zonas de difícil acceso y porque se ha equivocado el término de trabajo audiovisual comunitario y lo que existe en la mayoría de los casos son empresas locales de información o de noticias.

Por ello es importante la producción de documentales en los medios de comunicación audiovisuales que trabajan en comunidades aisladas de las grandes urbes como instrumentos que salvaguarden del olvido los elementos culturales que las caracterizan, colaboren con su desarrollo, contribuyan a la toma de decisiones de esas comunidades a quienes las dirigen en aras de buscar soluciones a sus problemas, colaboren en el proceso de consolidación de sus identidades, muestren los valores morales que guardan las personas que aún viven ellas, expliciten su importancia en el desarrollo económico del país, logren que el resto de país las reconozca como parte de la sociedad.

Michael Rabiger, especialista de este género y profesor de varias universidades en el mundo, dice: “La profesión del realizador de documentales es maravillosamente enriquecedora porque consiste en reflejar la vida contemporánea. Es una búsqueda del significado de las cosas, una pretensión humana noble y fundamental donde las haya”.

Maketa Kimbrell, directora y profesora de la Universidad de New York, expresa: “Si quieres levantar un edificio muy alto, debes cavar un agujero muy profundo”. Y, nuevamente, Michael Rabiger: “El documental trata de adentrarse en la realidad de las personas para poder ver el universo como esas personas lo ven”.

No es llegar y filmar, no es hacer una entrevista, una crónica o dar una noticia sobre el lugar o sobre determinadas personalidades: es buscar esencias. Es saber qué los mueve y los hace ser diferentes, es también entregarse sin reservas para que esa búsqueda también nos transforme: ese es el camino del arte.

El documental es una forma de expresión artística en que los elementos denotativos y los connotativos se mezclan para poder transmitir realidades que es necesario dar a conocer, en mi opinión, a través de los sentimientos. Dominar tecnológicamente tanto la imagen y el sonido a usar en su elaboración, así como la hipótesis que se quiere demostrar, los objetivos que se buscan, el tratamiento estético de la obra, así como la estructura que se le dará a la historia que contamos, es dominar el lenguaje cinematográfico para expresarnos artísticamente y pueda ser comprendido en cualquier región del mundo y no quede solo como documento histórico-comunitario.

En este sentido, se hace imprescindible la investigación más profunda y el conocimiento de los temas que vamos a tratar. Es importante el nivel cultural adquirido y las experiencias gozadas o sufridas que han conformado nuestras vidas. Es importante vivir junto a las comunidades para que los documentales no queden como reflejo folclorista de una realidad. Es bueno saber que en el proceso de investigación de un tema que se ha escogido no siempre las cosas como uno se las imagina, por lo que se debe ir dispuesto a aceptar esa realidad sin afeites, sin tener una verdad preconcebida y tratar, erróneamente, que los entrevistados contesten lo que uno quiere.

No se debe manipular. Un documentalista honrado debe respetar la realidad como es y transmitirla con arte para que los espectadores no solo reciban esos elementos reales sino que puedan usar la imaginación y a través de los sentimientos que lo invadan llenarse de todo aquello que genera sensibilidad y hace razonar.

¿Qué tipo de documental debe ser realizado para que cumpla los objetivos trazados?

Un documental incluyente que fomente y promueva el sentido de comunidad, que informe de lo que ocurre en la comunidad y en la región, que ayude a la transformación de la sociedad, que acompañe a la comunidad en la solución a los problemas que se planteen, que sea participativo y deje que la población decida qué quiere ver y oír, que fortalezca las raíces de la comunidad, que sea creativo, divertido y que sea amable con los receptores, que hable los idiomas de la región ya sea bilingüe, trilingüe, etc, que sea honesto y formativo, que promueva los valores comunitarios, que considere como eje de trabajo la equidad de género.

Los que olvidan a los de “a pie”, no comprenderán lo necesario que es el arte para reflejar la realidad de aquellos que son parte de la sociedad y que han sido olvidados y en otros casos despreciados porque no se ajustan a su visión de la
vida, pero que son parte de la cultura y, por ende, necesarios para subsistir ante la hegemonía cultural que nos avasalla.

Émile Zola dijo: “Una obra de arte es un rincón de la realidad visto a través de un temperamento” y el documental, en cuanto cine, es una obra de arte.

Los campesinos cubanos comparten realidades culturales diferentes a los que viven en las ciudades, pero todo ello forma la cultura del país, si eso se pierde, sufre la identidad de la nación. Hay gobiernos, por ejemplo, que no tienen en cuenta al indígena y su visión del mundo y quien más se afecta por esta situación es la cultura del país. Los medios son dominados por los más poderosos económicamente, a quienes no les importan estos temas.

Transporte serrano

En la Televisión Serrana no es el director el que decide qué se hace, qué tema se debe tratar, sino que se presenta un proyecto que se lleva a un espacio que nosotros llamamos “Grupo de Creación Artística”. Ahí se encuentran todos:
sonidistas, camarógrafos, directores, editores, productores, ante quienes se presenta y discute el proyecto. Hasta que no está garantizado que la investigación es profunda no se entregan los equipos para filmar. Eso conlleva una discusión alrededor de la obra que se va a hacer, por qué se va a realizar, y si es necesaria para la comunidad o no.

Los documentales realizados se muestran en la “Cruzada Audiovisual”. Nos trasladamos por cada pueblo, comunidad o bohíos de campesinos que viven aisladamente en la montaña con el equipamiento llevados por mulos y recorremos determinadas zonas mostrando la obra. En la medida que se muestra y se debate con los campesinos surgen las nuevas ideas para futuros trabajos, lo que garantiza que lo realizado responde a las necesidades de la comunidad; de hecho, se convierte en un proceso de democratización de las comunicaciones: el campesino decide los temas que le interesan sean realizados por la Televisión Serrana.

Fundadores de la Televisión Serrana.

Comprendimos también que el trabajo comunitario necesita otro apellido, que es el participativo. No es que los especialistas digan, hagan y deshagan, sino que está vinculado directamente con el que participa con su opinión: si es interesante, si le parece bien la obra, si no le parece bien. El famoso ciclo emisor-receptor-emisor se convierte en que el receptor es el que genera el tema, entonces es receptor-emisor-receptor-emisor. Es muy lindo, cuando uno termina un trabajo, saber que es algo que necesita la comunidad.

Los video cartas en la Televisión Serrana

Habíamos conocido a unos niños que viven en la sierra, pero cerca del mar. Les pedimos que contaran cómo viven, quiénes eran, cuáles son sus juegos, en qué trabajan sus padres, para que aquellos que están en la sierra y que nunca habían visto el mar y ni se habían bañado en la playa supieran cómo era esa realidad. Se llevó ese video carta a los niños de la sierra y respondieron siguiendo el mismo proceso de contar su vida.

Hubo un encuentro de realizadores audiovisuales en Escocia, donde nos vimos con un grupo de videastas y también les hablé de esta idea. Ahí comenzaron los primeros videos carta que se hicieron con los niños del Amazona brasileño y con los niños de Chile. Ahí comenzó eso.

Cuando llegamos a Bolivia, lo propusimos. Hicimos un video carta con los niños de Cochabamba. Les mostramos un video de los niños de la Sierra a los niños de Cochabamba y ellos le respondieron, y lo hicieron no sólo diciéndole cómo estudiaban, cómo eran sus casas, sino que, además, le hablaban en español y le decían lo que quería decir en Quechua.

Los videos cartas son una alternativa de comunicación cultural: en la medida en que los niños hablan y cuentan sus historias o cuentan cómo trabajan sus padres o cómo son sus juegos y cantos lo que están transmitiendo son elementos culturales.

En el mundo de lo que se habla siempre —en las películas, en las informaciones de la prensa— es de Londres, de Paris, de Tokyo, de Nueva York, pero nadie habla de Cochabamba y nadie habla de un pueblecito donde viven unos indígenas, donde viven unos campesinos; nadie habla de eso, no existimos para ellos.

Y esto es una alternativa cultural. Los niños conocen a otros niños que viven en otra parte del mundo que tienen determinadas características, determinados juegos, sus padres trabajan en determinadas actividades, las calles cómo son o cómo son los caminos por la montaña: son elementos culturales.

Así empezó eso del video carta. Eso fue a finales de 1996. Ahí se inició mi vinculación con CLACPI (Coordinadora de América Latina de Cine y Comunicadores de los Pueblos Indígenas), de la que soy del Consejo Asesor actualmente y que es la que agrupa a todos los comunicadores indígenas latinoamericanos. Tuve la primera reunión de comunicación indígena y me empecé a vincular a ese mundo. El mundo indígena que aunque no parezca, tiene puntos de contacto con el de los campesinos que viven en la Sierra Maestra.

El nacimiento de la TV Serrana significó un estadio superior en el trabajo audiovisual comunitario y participativo en zonas de difícil acceso que no tenía antecedentes en Cuba, que propició la transferencia tecnológica a los habitantes de esas comunidades para que fueran ellos quienes contaran sus propias historias, como los futuros creadores de la TV Serrana.

Un aprendizaje de la experiencia de la TV serrana es que la comunicación debía ser dialógica, lo que permitió que no fueran los especialistas y las instituciones del poder quienes decidieran qué querían ver y oír los serranos: debía producirse un diálogo con ellos y fueran los que sugirieran los temas a tratar ya que el tipo de comunicación que se establece verticalmente sin tener en cuenta las necesidades de la comunidad, al final se separa tanto de la realidad que deja de cumplir su función.

El trabajo audiovisual comunitario y participativo que utiliza el cine documental como forma artística de expresión, tiene como base la realidad misma y la búsqueda de una verdad, que siempre será la verdad del realizador enfocada, en este caso, hacia la comunidad. Esta resulta una alternativa que permite desde el arte mostrar áreas de la geografía de un país que no son tenidas en cuenta por los medios. Esta especialidad es capaz de mostrarnos valores éticos y estéticos que no se contemplan al hablar de la cultura de un país, por lo que se corre el riesgo de desconocer las esencias que hacen posible poseer una identidad que los diferencie unos de otros.

El trabajo Audiovisual Comunitario y Participativo es una forma de enfrentarse a la hegemonía cultural que promueven las transnacionales, así como a las televisoras de carácter nacional en las que la mayoría de lo producido aborda la vida de las capitales y las ciudades económicamente más poderosas, olvidando las localidades con sus seres humanos, su entorno y su poética.

La TV Serrana propicia el estímulo de una conciencia ética y estética homogeneizada por una mirada citadina, además, rompe con la envoltura histórica congelada de estas localidades, escenario de la última epopeya revolucionaria, mostrando a sus habitantes desde hoy, como seres humanos que viven en un contexto peculiar que forma parte también de la cubanidad. Por esta razón, se convierte en estímulo para los hombres y mujeres de espacios olvidados, pues los ayuda a tomar conciencia de lo importante que son para el país y los coloca en su justo lugar como miembros de esa gran comunidad llamada nación.

Era y es, también repensar la Televisión, como posible hacedora de obras artísticas, capaz de dar participación a los espectadores, en la búsqueda de los temas. Lanzar una mirada al país desde una comunidad en la medida que esta se
mira a sí misma y se reafirma como tal.

Imagen de portada: Daniel Diez en plena acción creativa

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Daniel Diez Castrillo
Director de Cine y Televisión. Profesor Asistente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Distinción por la Cultura Cubana. Premio Nacional de Televisión. Premio Espacio por la ACCS por la obra de la vida. Artista de Mérito de la Radio y la TV.

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