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El cubano de España

Cuando algunos preferían abandonar el país Francisco J. Pérez, tan buen periodista como ajedrecista, hizo lo contrario y se convirtió en… El cubano de España

En la Olimpíada de Leipzig 1960, tanto España como Cuba clasificaron para la final B, y se enfrentaron en una feroz partida sus dos primeros tableros, Francisco J. Pérez y Eleazar Jiménez, quienes además ya habían jugado en la fase preliminar. Dos citas después, en Tel Aviv 1964, Jiménez y Pérez defendían los dos primeros tableros del equipo cubano.

La primera  de aquellas partidas fue tablas y la segunda la ganó Jiménez,  quien fuera el primer cubano (María Teresa Mora aparte) en recibir el título de MI, en 1963, pero por su actuación en Leipzig-60. Pérez, que ya era Maestro Internacional desde 1959, pasó a ser el segundo ajedrecista del país cuando se radicó en Cuba, pero alcanzó algunos éxitos primero que Eleazar.

Nuestra amistad nació por el periodismo. Al día siguiente de publicar mi primer trabajo sobre el torneo de Hastings, me encontré con Pérez y avergonzado le dije que los datos históricos los había tomado de un texto que él había escrito años atrás. Y me dijo en tono afectuoso: —Yo no había nacido en 1895, de modo que igual los tomé de otro.

Armo este texto tomando decenas de pláticas en casi tres décadas de cercanía andando por los mismos parajes:

-¿Eres fundador de los memoriales Capablanca?

-Sí, pero en el primero, 1962, jugué como español. Ya en el segundo, 1963, lo hice como cubano.

– ¿Por qué te radicaste en Cuba?

-Por mis ideas políticas, por mi admiración hacia la Revolución Cubana y porque tuve la oportunidad de conversar con Fidel Castro durante el I Capablanca y me cautivó su personalidad. Entonces me dije: Vale la pena vivir en un país dirigido por un hombre como este.

-¿Y formaste una familia?

-Conocí de inmediato a la joven cubana Mabel Santos, una políglota  traductora (ruso, búlgaro, francés, portugués… y años más tarde, también italiano) y me casé con ella.

-¿Tuvieron hijos?

-Dos: Vania nació el 15 de abril de 1965 y Ludwig, como el nombre del inmortal Beethoven, quien nació el 10 de septiembre de 1966, próximo al inicio de la Olimpíada de La Habana.

 -¿Es un símbolo de tu atracción por la música?

-Mi amor por el piano es extraordinario. Cuando llego a cualquier ciudad para un torneo, no preguntó dónde van a estar las mesas de ajedrez, sino donde hay un piano, y primero que en las aperturas y defensas me adentro en teclas y partituras.

-¿Qué significa la jota intermedia en tu firma?

-Mi nombre es Francisco José Pérez Pérez.

-¿Una síntesis de tus inicios?

-Nací el 8 de septiembre de 1920 en Vigo, Galicia. Pero aprendí el ajedrez en Málaga y donde comencé a destacarme fue en Madrid, al concluir la guerra civil española.

-¿Cuántas veces fuiste campeón de España?

-Tres veces. Gané en Murcia 1948, en Tarragona 1954 y en Lugo 1960. Por ello encabecé el equipo olímpico español en Leipzig 1960.

-¿En qué ciudad vivías?

-Viví en muchas, pero mis últimos años españoles fueron en Barcelona.

-¿Siempre fuiste un admirador de Alekhine, el vencedor de Capablanca?

-De Aliojin (1892-1946). Su nombre es Alexander Alexándrovich Aliojin. Lo de Alekhine surgió cuando se radicó en Francia. A él no le gustaba y tampoco que le dijeran Aliejin. Fui su admirador y su amigo.

-Me he enterado que le ganaste una miniatura a Aliojin. ¿Es cierto?

-Sí, pero no tiene importancia porque fue jugada a cinco minutos.

-Pero a mí y los lectores nos gustaría verla. ¿Puedes dictármela? Luego de mil excusas y de apelar a nuestra amistad, me dijo:

-Anótala. Se jugó en Madrid en 1943 y yo llevo blancas: 1.e4 e5 2.Cc3 Cc6 3.f4 exf4 4.Cf3 g5 5.d4 g4 6.Ac4 gxf3 7.Axf4 fxg2 8.Axf7+ Rxf7 9.Dh5+ Rg7 10.Tg1 Cge7 11.Ah6+ Rg8 12.Txg2+ 1–0.

-¿Ese es tu mayor orgullo en ajedrez?

-Mi mayor orgullo es el libro Ajedrez Hipermoderno, que escribí junto con Ricardo Aguilera, bajo la dirección técnica de Aliojin. Gozó del favor de la crítica.

-¿Qué partidas memorables pudieras recordarme?

-Derroté dos veces a Ossip Bernstein y a Miroslav Filip. Tres veces a Laszlo Szabo. Mis tablas más célebres fueron con Botvinnik.

-¿Te gusta el juego a ciegas?

-Tal vez lo heredé de Aliojin. Cuando era joven ofrecí muchas exhibiciones en España y tenía el récord nacional. En Cuba casi no se practica. Jugué frente a 10 contendientes en enero de 1964, en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Gané nueve y la otra fue tablas frente al campeón de ese organismo, Pelegrín Torras.

-Nunca ganaste el campeonato de Cuba, pero marcaste un hito en 1963. ¿A qué me refiero?

-Al V Zonal del Caribe, que tuvo por sede a La Habana en noviembre-diciembre de 1963 y contó con la presencia habitual del Che Guevara. Triunfé en solitario con cinco puntos de siete posibles, medio más que Jiménez y el colombiano Miguel Cuélar.

-¿Y ese hito te llevó a otro?

-A ser el primer cubano en participar en un torneo Interzonal, el que se disputó en Ámsterdam 1964, que terminó con triunfo compartido de Smislov, Larsen, Spasski y Tal, con 17 puntos de 23 posibles. Yo quedé en el 22, con cinco unidades.

-Como lo hicieron Lasker, Tartakower y otros grandes, solías escribir de los torneos que jugabas, a veces con reportes diarios. ¿Por qué?

-Primero, porque me gustaba, segundo porque me significaba un aporte económico.

-Fuiste el primer director de la revista Jaque Mate en 1964. ¿Qué más has hecho en el periodismo cubano?

-Laboré como redactor de la revista LPV durante varios años y también tuve temporadas en la emisora COCO, además de mis colaboraciones con Juventud Rebelde.

Anécdotas personales

Entrevista al campeón mundial es Tigran Petrosian.

Nunca me llamó Bayolo. Siempre Jesús, de una forma que sonaba parecido a “Josús”.  Visité muchas veces su casa y él acudió al periódico en varias oportunidades.

Una vez me preguntó: –¿Qué país tiene más grandes maestros? No quería contestarle, porque la pregunta tomada en serio, tenía una respuesta demasiado evidente. Pero no se dio por vencido. Ante mi sonrisa por respuesta, dijo: –Sé que estás pensando en la Unión Soviética, pero no es así, porque la URSS solo tiene decenas, acaso cientos de grandes maestros, mientras que Inglaterra tiene a MILES. (Claro que se refería al primer GM inglés, Anthony Miles).

Jugué varias partidas extraoficiales con Pérez. Solo logré ganarle una, en la ciudad primada de Cuba, Baracoa, en el extremo oriental del país, donde se disputaba el IV torneo de la revista Jaque Mate, en 1977. Estaban casi todos los maestros del evento rivalizando a cinco minutos. Quien ganaba seguía jugando. Cuando me tocó entrar, era contra Pérez, y vaya usted a saber cómo penetró en mis ideas y reflejos el espíritu de Morphy o el de Aliojin, de manera que sacrificando piezas lanzaba un feroz ataque al rey. Ante cada embestida, Pérez decía: -A usted nunca se le va a olvidar esta partida

Y cuando consumé la victoria, me dijo: –Gracias por permitirme apreciar de tan cerca tan brillante partida.

En 1975 fui un organizador de torneo, que tuve –quise tener—a Pérez en su nómina. Era el I Magistral Juventud Rebelde, por el décimo aniversario del diario y en consecuencia contaba con 10 competidores, encabezados por el GM sueco Ulf Andersson.

Pérez postergó su tope de la primera ronda con el campeón juvenil Juan José Atala. Entabló en la segunda con Gerardo Lebredo, y fue cuando me dijo: -El ruido del tráfico me impide la concentración. Se jugaba en el salón presidencial del Centro Gallego de La Habana, en Prado y San José, y allí tales ruidos eran poco menos que imperceptibles. Solo atiné a decirle que no me estaba permitido detener el tráfico…

A la tercera ronda contra Amador Rodríguez no se presentó y como al inicio de la cuarta tampoco estaba, fui a verlo a su casa. Me dijo que estaba enfermo y convenimos de forma cordial su retiro de la competencia, lo cual si bien resolvía el problema, por otro lado rompía el simbolismo de 10 ajedrecistas por igual número de años del periódico…

Para concluir el episodio, cuando retorné me aguardaba ansioso el maestro Rogelio Ortega y me dijo que estaba dispuesto a asumir todas las derrotas de Pérez para sustituirlo. Reuní a los participantes y con excepción de uno, los demás renunciaron a sus resultados con Pérez, sobre el tablero o sin llegar a él. Ortega jugó únicamente con un punto de menos a partir de la cuarta ronda, disputando las demás partidas en los días de selladas y libres.

Aquello no afectó la amistad y recuerdo el comentario que me hizo cuando finalizó el III Magistral JR, en 1978, en el que no jugaba, pero tomaba notas para sus artículos. Compartieron la cima Jesús Nogueiras, Guillermo García y José Luis Vilela, mientras ocupaba el lugar 18, cerrando la tabla, Lázaro Bueno Pérez. Me dijo: —Lo felicito Jesús. ¡Qué gran torneo este, que quien queda en último es BUENO!

¡De qué manera derrotó a Andersson!

Blancas: Ulf Andersson (2585) – Negras: Francisco J. Pérez  (2325)

Torneo Primavera de Güines 1976

1.Cf3 e6 2.c4 b6 3.e3 Ab7 4.Ae2 f5 5.b3 Cf6 6.Ab2 Ad6 7.d3 0–0 8.Cbd2 Cc6 9.0–0 Ce7 10.Ce5 Axe5 11.Axe5 Cg6 12.Ab2 e5 13.d4 d6 14.Te1 De7 15.Dc2 c5 16.dxe5 dxe5 17.Tad1 Ch4 18.f3 Cxg2 19.Rxg2 Cg4 20.Cf1 Dh4 21.Td7 Dxe1 22.Txb7 Dxf1+ 23.Rxf1 Cxe3+ 24.Rf2 Cxc2 25.Axe5 Tf7 26.Txf7 Rxf7 27.Ad3 Cd4 28.Axd4 Td8 0–1

Epílogo

Hombre de vasta cultura, Francisco J. Pérez dominaba los idiomas inglés y francés, además de su lengua natal, y sabía bastante de ruso y alemán. En consecuencia, era un infatigable lector políglota.

Tres días después de su 79 cumpleaños, el 11 de septiembre de 1999, fallecía víctima de un paro respiratorio en el hospital clínico quirúrgico 10 de Octubre, de La Habana. Poco antes, el 26 de junio, lo había visto por última vez, en un acto de reconocimiento que le hicieron en la barriada del Cerro, donde residía. Con barba descuidada, bastón y muy lento andar, jugó torneos hasta muy avanzada edad.

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Jesús G. Bayolo
Es periodista e historiador del ajedrez, toda una autoridad del tema en Cuba.

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