COLUMNISTAS

Sigo poniendo el hombro

                             (A un colega mayor, Pepe Alejandro Rodríguez)

A los nueve días del mes de Julio de mil novecientos noventa y uno, el Rector de la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba, expidió mi título de Licenciado en Periodismo. Fue aquel un día extraño: despedía muchas cosas, a mucha gente, y me abría a otras que solo podía intuir. Todo en una misma tarde.

En 1991, inicié mi vida laboral en el periódico Venceremos  de Guantánamo. Un bombillo encendido era noticia; cuatro ruedas, excentricidad y una hamburguesa, la bendición. No son metáforas. Era la crisis de los noventa, el “período especial”.

La difícil y conmovedora entrevista que me concedió la hija del poeta Regino E. Boti, una competencia de café en las serranías de El Olimpo ―con gente limpia como el arroyo de la sierra― y la visita a la Loma de Malones, cerca de la Base Naval norteamericana; son algunos de esos trabajos que uno nunca olvida.

Cumplido  el Servicio Social en la tierra del Guaso, decidí que era hora de volver. Mi padre, operado hacía poco tiempo, tuvo que irse con sus hermanos a labrar la tierra. Eran tiempos duros, y me propuse para ayudarle. “No, siga usted en su periodismo, miʼjo, usted que pudo estudiar”, fue su respuesta.

Un amigo me propuso que le ayudara a vender maní. Así, a principios de los noventa, me convertí en manisero. Me hice experto en tostar el grano. Hacía los cucuruchos a una velocidad envidiable, y bajo el ardor santiaguero, pregonaba.

Nada malo tenía ese trabajo honrado, ni lo tiene ningún otro… mas yo insistía en ser periodista. Un día decidí, con mis ganancias de manisero, viajar hasta la capital cubana para hacer unas entrevistas que siempre había soñado. Fue en esas circunstancias  que me recibió en su propia casa, Dulce María Loynaz, Premio Cervantes de Literatura.

Llamar  las cosas por su nombre 

En 1995 me vi en el periódico Sierra Maestra. Y como solo creo en el periodismo de la pasión, fue el que intenté hacer desde sus páginas, semana tras semana, durante un lustro.

Todavía trabajaba allí cuando fui invitado al 7. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 1999. La frase central  que acompañó aquella cita, no era una cualquiera. Me pareció y me sigue pareciendo un pensamiento clave: “Mejor periodismo, más Revolución”.

Contemplo en el estrado al joven que era yo, vehemente, como sus años. Sentí como una responsabilidad el mandato de aquellos que no asistieron, que delegaron en mí. Hablé de la necesidad de llamar a la cosas por su nombre. De la necesidad de la argumentación más que de las cifras. De la necesidad permanente de la belleza. Y de tanto consignismo patriotero que sobrepasar.

A la vuelta, me recibió en la Plaza de la Revolución santiaguera una persona que me regaló un libro de Raúl Gómez García y una bandera. Ese instante lo tengo atrapado en mi memoria para siempre, quiero compartirlo ahora. Prefiero dejar fuera, sin embargo, algunas excrecencias que me salieron al camino, algunos  que solo buscan endulzar sus oídos.

Desde el año 2000 laboro en la emisora especializada Radio Siboney. A esa casa radial bajo cada día desde el poblado-dormitorio de Boniato, distante casi una decena kilómetros del centro de la ciudad, con el mismo esfuerzo que millones de cubanos afrontan los avatares del transporte público.

Desde el periodismo de todos los días, el de la honradez y el sol, me he referido al secretismo (tan llevado y traído); a la necesidad de mayor respaldo jurídico a nuestra labor (ley de prensa), a las burocracias que saltar, a las mentes que estremecer. Y a la irrisoria compensación económica hacia el trabajo de los periodistas.

Por esa fragua que significa escribir la novela cotidiana en medio de la austeridad;  por la pasión inconmovible por su país, por la persistencia… los periodistas cubanos merecen que sus inquietudes hallen las vías de solución. Sin más dilaciones.

El periodismo me ha brindado momentos espirituales inolvidables. En ellos me envuelvo. Siento que mi país me abraza, cada vez que justiprecio el esfuerzo, de una persona honrada. Y en esta Revolución, las hay muchas. “Es cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba (…) A puerta sorda, hay que dar martillazo mayor”, apuntaba José Martí en el periódico Patria.

Una de mis grandes alegrías, de mis grandes retos, fue reunir los testimonios sobre el huracán Sandy en el libro La noche más larga (Ediciones Santiago 2014, reeditado en 2016). En un solo haz están todas las voces: las de mis colegas (incluidos fotógrafos de verdadero lujo), junto a la de poetas, personalidades, especialistas y afectados.

Del volumen emerge, con todo detalle, el servicio inestimable del periodismo a la nación, como lo hemos comprobado en circunstancias parecidas. Recibió  el apoyo de la máxima dirección del territorio santiaguero, lo cual agradecí. Mi madre siempre me enseñó que uno nunca debe cansarse de agradecer.

Y al borde de los cincuenta, heme aquí, poniendo el hombro, inflando velas en mi pecho.

La ética de un periodista hunde sus raíces más profundas, en primera y última instancia, en el  compromiso irrestricto con su gente, con sus realizaciones y fulgores, al mismo tiempo que con sus angustias y esperanzas. A eso me abrazo. En ello me abraso.

Cuando en 1991 obtuve el título de Licenciado en Periodismo en la Universidad de Oriente, lo recibí con la certeza de que un periodista no escribe para complacer a nadie. El  periodismo es un servicio inexcusable. Es, sobre todo, la conciencia pública de una sociedad. Es eso o no es.

Ser periodista es ser Quijote. No es la primera vez que lo digo. Y no importan tanto los molinos que salen al camino, sino que nada detenga la cabalgadura.

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Reinaldo Cedeño
Periodista, poeta y promotor cultural. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Creador del Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura. Entre sus libros: El hueso en el papel (Editorial Oriente, 2011), A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo-Editorial Oriente, 2011), Poemas del lente (Hermanos Loynaz, 2013) y La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (compilación, Ediciones Santiago, 2014 y 2015). Actualmente es redactor-reportero de la emisora Radio Siboney, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y vicepresidente del Comité Provincial en Santiago de Cuba. (Santiago de Cuba, 1968)

25 thoughts on “Sigo poniendo el hombro

  1. Soy testigo de esta vida que confirma la capacidad que da a los verdaderos periodistas el amor a la profesión, el creer en la utilidad de lo que hacemos, en la fuerza para vencer trabas que insisten en el desánimo. Por suerte tenemos a Rei, tenemos a muchos y con ellos seguimos el camino para el verdadero periodismo cubano. Gracias hermano.

  2. Interesante relato del periodista santiaguero, escritor, hermano Reinaldo Cedeño. Oye verdad que lo del período especial fue de espantos, era como estar en la guerra, pero sin pólvoras, sólo la de subsistir ante la carencia de alimentos básicos, pero lo cierto es que el mar nos ofrecía peces y los demás llegaba por añadidura, digo para sazonar. Estudiar periodismo fue un accidente, algo así como irse a pesar a un país caribeño y ¡Vaya país! nunca lo vi como destino turístico, ni tenía idea de lo que me estaba metiendo. Pero volviendo a lo del período especial, tras la caída de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ya a finales de mi época universitaria, las cosas fueron duras. Una vez un nica y yo caminamos como 8 kilómetros o más, para tratar de comer algunas croquetas con ese refresco llamado “Prú”, eran casi las 7:00 p.m. y uno con el estómago pegado al espinazo, !Bárbaro! se acabaron. De regreso a la Beca, lugar donde pernoctábamos los estudiantes extranjeros y cubanos, no quedó otra que dormir pensando en el desayuno de mañana: pan con mantequilla y un vaso con leche, para seguir pensando en el almuerzo. Lo otro era hacerte novio de una linda güajira, pues, ahí no te iba a faltar gallina, oca, cerdo, chivo, vaya…te convertías en príncipe. Pero los pescados se conseguían fácil. Irte al mar, hacerte socio de algún pescador. !Tiempos aquellos cará!

  3. A veces hay que cabalgar sobre los propios pies pues no hay caballo que resista las arremetidas…pero tampoco los molinos. Abrazos grandes de amigo y colega

  4. Hermano Cedeño . siempre es un gusto leerte. la sinceridad y el aplomo te caracterizan, te ronda siempre la poesía y la ternura y muchos aciertos en tus escritos ,enhorabuena tus letras . topete

  5. Inmenso profesional, versátil y asequible en todos los medios expresivos, Persona de cabal posición intelectual, muy trabajador y de pluma exquisita.
    Lo admiro

  6. Gracias Reynaldo,mientras leia pensaba en Molto,nuestro querido y recien fallecido presidente que en la ultima jornada de la prensa decia desde Santiago en su proclama al x congreso ” saldremos victoriosos en las inteligentes y apasionadas batallas por una prensa más cercana a los valores y virtudes del pueblo basada en el paradigma de Martí y Fidel,seguir poniendo el hombro es sin dudas simbolo de esa sagrada continuidad. Abrazos amigo.

  7. Muy coherente y sentido el artículo, sin la palabrería hueca que tanto abunda en la prensa cubana lamentablemente. Innegablemente que Cedeño tiene el don de la palabra.

  8. Reynaldo, siempre ese abrazo de palabras tan punzante y tan dulce a la vez como las propias frutas del Caney, “…donde la mano de Dios posó su bendición…”, generoso y amigo, entrañable cronista, quien a pesar de los avatares de los burócratas de turno ha sabido ser fiel a las esencias de una agridulce profesión, pasionaria y rebelde donde la humildad y la hidalguía nos han salvado de tanto naufragio fatuo.

  9. amigo que te voy decir… ya nos conocemos, el periodismo es una esfera de conflictos en todo escenario…caídos no faltarán nunca… por suerte no hemos caido, nuestra recompensa es esa, abrazo

  10. Y lo pondrás toda la vida, porque eres de los verdaderos, de los fuertes que se sostienen, porque no habrá huracán que sofoque tu raíz!

  11. Radio Siboney también abraza al manisero,al periodista,al Quijote…ella es testigo de tus enseñanzas de vida, de tus historias. Qué dicha la nuestra formar parte de tus días…

  12. (…) con la certeza de que un periodista no escribe para complacer a nadie. El periodismo es un servicio inexcusable. Es, sobre todo, la conciencia pública de una sociedad. Es eso o no es.
    Grande, Cedeño!!

  13. Exelente cronica amigo Reynaldo Cedeño. El periodismo, 4to poder, como se le llama ha de hacerse con justicia y verdad. Mi padre fue periodista del Diario de Cuba ZENIN CARNET DIAZ

  14. Sigues poniendo el hombro, y el verbo, y la pasión, y el talento… ¡y tantas cosas más! Gracias por esos textos entrañables que nos regalas; pero, sobre todo, gracias porque en medio de tantos vientos arremolinados alrededor, nos recuerdas constantemente que aún tenemos asideros.

  15. Un rubor se agolpa en mis mejillas ¿Cómo comentar a la distancia del epicentro? La vorágine del dia a dia, la pasión y el compromiso, encuentran voz en este periodista, honesto, que es poeta y hombre de una pieza, de su tiempo. Gracias Cedeño por ilustrarnos y darnos inspiración.

  16. Es un inmenso placer sumergirse en tus letras, colega. Concuerdo contigo cuando dices que ser periodista es ser Quijote. Pero nos reconforta algo, no detenemos la cabalgadura. Si lo hacemos sejaremos sencillamente de ser periodista. Gracias amigo.

  17. Amigo mío, me sumo tarde a los elogios de otros colegas, pero como tú los mereces siempre, quedo tranquila. Ya debes saber que por periodistas como tú, por ti, es que uno no puede dejar de cabalgar ni de enfrentarse a los molinos. Te leo y te admiro (no solo ahora) por la manera en que escribes y vives. La entrevista a la Dulce es más querible porque vendiste maní pa llegar a ella. No dudes nunca de que tu sacrificio es ejemplo. Me inspiras.

  18. He sido testigo de todo eso, y comparto esos principios. A veces por ser auténtico la mediocridad se empeña en poner tinieblas al camino, pero cuando hay luz, nada mata el sentimiento que lleva el amor a la profesión, a la vida, al país

  19. Querido Reynaldo. Asumir lo que se hace y dice con el respeto y la pasión que la profesión amerita es la garantia de la autenticidad. Mis saludos y respeto.

  20. Saludos, Reynaldo:
    A punto estoy de salir de las mismas aulas que le vieron ir en 1991 en medio de crisis y de esperanzas. He tenido el placer de compartir varias veces con usted, la primera fue en una clase de Periodismo Impreso, yo de alumno ayudante y usted de periodista invitado por el profe Alejandro Castañeda; la segunda fue en la AHS en una peña y la tercera cuando presentó su libro en uno de los salones de la Universidad de Oriente. He escuchado a retazos de su historia y siempre lo veo como alguien que lucha -con las reales intenciones de la palabra luchar- por lo que cree y quiere. Gracias por ser esa llama encendida a la que seguir, ese hombro al cual mirar y esa frente levantada en medio de incertidumbres, por ser un PERIODISTA, así con mayúsculas.

  21. No sorprende una reflexión tan diáfana. Es nuestro querido y respetado colega Reynaldo Cedeño Pineda. Pra él siempre mi reconocimiento.

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