COLUMNISTAS

La migración más culta del mundo

Entre los cientos de cubanos albergados en el cantón costarricense de Guatuso hay cinco médicos que cuidan la salud del grupo y un chef profesional que prepara los alimentos enviados por las autoridades y vecinos solidarios.

El diario La Nación, con cierto asombro, resalta la cantidad de albañiles, doctores, ingenieros y profesionales de distintas ramas que nutren el flujo de migración cubana hacia Estados Unidos, el mismo que hace tres semanas está estancado en Costa Rica a la espera de una solución para continuar su camino.

“Entre el grupo instalado en Guatuso son muy pocas las amas de casa, y el que menos estudios tiene cuenta con bachillerato”, señala el periódico costarricense.

Los cubanos colaboran en la organización de los albergues y algunos emplean su tiempo trabajando para ganar dinero o retribuir la solidaridad local.

El propio presidente Luis Guillermo Solís reconoció su “comportamiento ejemplar” en un videomensaje difundido este miércoles para informar sobre el fracaso de las negociaciones con Guatemala y Belice, dos de los país que podían servir de puentes aéreos en la ruta hacia México y los Estados Unidos.

Si bien destacó la actitud mostrada hasta ahora, Solís llamó a la calma y dijo que los actos motivados por la desesperación que puedan conducir a la violencia solo complicarían las cosas.

Como las opciones se van agotando y las oficinas públicas entran en el letargo de las navidades, todo parece indicar que los cubanos recibirán el 2016 en suelo costarricense.

Entretanto, el número de migrantes que arriban al país centroamericano no deja de aumentar y ya son más de mil los retenidos en un pequeño pueblo de la frontera entre Colombia y Panamá.

Las medidas tomadas por varias naciones de la región, como el caso de Ecuador que decidió establecer un requisito de visa a los cubanos, apuntan a reducir la crisis a niveles manejables y no a solucionar el problema de fondo.

Estados Unidos mantiene en pie los incentivos y muchos siguen dispuestos a utilizar cualquier vía para aprovecharlos, especialmente cuando hay señales del posible fin de las políticas y leyes que durante las últimas décadas les han concedido un trato diferenciado.

UNA CRISIS DISTINTA

No es la primera vez que Cuba enfrenta una crisis migratoria, pero el contexto en que ocurre es distinto.

La desbandada posterior al triunfo de la Revolución tenía un marcado sello clasista. La burguesía y una parte de la clase media hicieron sus maletas con la idea de volver en pocos meses cuando los americanos “resolvieran el problema”.

El Mariel, en la década de los 80 del siglo pasado, estuvo marcado por el conflicto de la Guerra Fría y el enfrentamiento a muerte entre dos visiones económicas y sociales.

La oleada de balseros en 1994, por su parte, coincidió con el peor momento de la crisis generada por la caída del campo socialista y el impacto del Período Especial en el nivel de vida de la gran mayoría de la población.

La situación actual, en cambio, sobreviene tras el histórico anuncio de que La Habana y Washington están dispuestos a emprender el camino de la normalización de sus relaciones (aunque el presidente Obama aclare que han cambiado los métodos pero no los objetivos) y en medio de la actualización del modelo económico y social del país, que busca dejar atrás las contingencias de los 90 y sentar las bases para un socialismo próspero y sostenible (con o sin lazos comerciales con la potencia vecina).
Aunque haya pasado desapercibido por algunos, también ocurre después de un giro de 180 grados en la política migratoria vigente durante las últimas décadas.

La reforma aplicada en enero de 2013 rompió viejos esquemas y fue un reconocimiento tácito de que la nacionalidad cubana no está sujeta a las fronteras de la Isla.

A diferencia de quienes lo hicieron antes, las decenas de miles de personas que han abandonado el país durante los últimos dos años pueden residir en el extranjero y conservar sus propiedades y derechos políticos y sociales, salud y educación gratuita.

Si el grupo que hoy está en Costa Rica llega a su destino, puede acogerse a la Ley de Ajuste Cubano, obtener la residencia y aspirar a la nacionalidad en un futuro. Si no dejan de visitar su país natal por lapsos mayores a dos años, se dará el insólito caso de cubanos que voten en las elecciones de Estados Unidos y también en las de Cuba.

Dejar a un lado las aprehensiones hacia quienes se deciden por un futuro fuera de la Isla y hacerlos parte del proyecto nacional, aprovechando los recursos y la experiencia que puedan adquirir en sus búsquedas personales, es el gran acierto de la reforma migratoria del 2013 y una jugada estratégica que pone al país en una mejor posición para enfrentar los retos de su desarrollo.

Cuando hoy las autoridades cubanas le dicen a los miles de migrantes varados en Costa Rica que tienen la opción de regresar, han ganado una importante batalla pero no la guerra.

LA OPCIÓN DE QUEDARSE

Hace mucho tiempo que los cubanos tienen claro los costos de atar su destino a las veleidades de una potencia, más allá de sus colores políticos, o que esté ubicada a miles de kilómetros o a 90 millas.

El proceso de actualización de la economía y la sociedad cubana es anterior al 17 de diciembre, constituye su causa y no su consecuencia.
Carece de sentido jugar todas las fichas al posible fin de un bloqueo económico que se ha mantenido por más de medio siglo y que tiene como objetivo rendir a la población por hambre y desesperación.

Si la única solución posible para el progreso de Cuba es que Estados Unidos elimine esa política, tendrían razón aquellos que defienden la idea de mantenerla para lograr un colapso.

Pero antes de izar las respectivas insignias en Washington y La Habana, ya estaba plantada la convicción de que una economía eficiente, junto a las banderas de la ideología, eran indispensables para hacer sostenible lo alcanzado y asentar una nueva prosperidad en el consumo material y espiritual.

La vida de más de 400 mil cubanos y sus familias ha cambiado durante los últimos años con la opción del trabajo por cuenta propia. Sus emprendimientos e iniciativas aportan dinamismo a la vida económica y están transformando de forma vertiginosa la cara de pueblos y ciudades a lo largo del país.

Pero las aspiraciones de 11 millones de personas no se circunscriben al centenar de oficios y negocios autorizados en esa variante de propiedad.
No todo el mundo sabe arreglar cañerías, componer relojes o tiene arte en la cocina. Hasta el momento, han quedado fuera de los principales cambios el inmenso capital humano formado durante décadas por la Revolución. La mayoría de ellos trabaja en empresas estatales que los Lineamientos señalan como el principal motor de la economía.
Al menos en esta etapa de las transformaciones, a las desigualdades estructurales de un país subdesarrollado y bloqueado se suman otras casi inexplicables, como el hecho de que un técnico particular de celulares gane 10 y hasta 20 veces más que el ingeniero estrella de la principal empresa de software del país.

Científicos que aportan millones de dólares en un campo vedado para las naciones pobres, como es la biotecnología, han visto crecer sus ingresos pero siguen siendo comparables a los de un albañil privado de poca monta.

Cuando un cirujano contrata a un plomero este le cobra un cuarto de su salario en un arreglo sencillo, sin detenerse a pensar que ese mismo profesional le puede salvar la vida con una operación cotizada en cualquier país en decenas de miles de dólares.

Ese mismo doctor tiene que comprar bienes de consumo esenciales en una moneda cuyo valor es 25 veces superior a la que recibe como salario, y arriba de eso los precios incluyen impuestos recaudatorios de hasta un 240%, que igualan a todos los compradores con quienes reciben remesas en divisas desde el exterior.

Ya no es que tengan la “codiciosa” aspiración de comprarse un carro o una casa, sino que la factura de la canasta básica se convierte en un lujo.
Alguien podría cuestionarse por qué se van, pero la pregunta correcta sería sobre la calidad humana de los que se quedan.

Quizás porque esa realidad es evidente y se ha mantenido por demasiado tiempo, muchos dentro de Cuba reaccionaron con sorpresa ante la medida anunciada recientemente para regular la salida de un grupo de especialistas de la medicina.

Nadie pone en duda las causas objetivas que motivan la decisión, en la que se juega el derecho ganado de los cubanos a una salud de calidad, ni tampoco los fines que persigue, el problema radica en los medios.
No es cuestión de dictar lecciones sin conocer los datos reales y todas las variables de la ecuación, pero es válido plantearse qué otras fórmulas se podrían haber intentado.

Los médicos se han convertido en la principal fuente de ingresos en divisas del país, con su trabajo humano y probada calidad en distintas partes del mundo. Una parte de los varios miles de millones de dólares que aportan a las arcas del país se podría haber destinado no solo a retribuir a quienes trabajan en las misiones en el exterior, sino a aquellos que se quedan trabajando consultorios y hospitales que en algunas ocasiones no cuentan con las condiciones materiales idóneas.

Es cierto que el país no puede darse el lujo de competir con los salarios de miles de dólares que encontrarían en países de la región como el propio Ecuador, donde han ido a recalar una parte de los cerca de dos mil que emigran cada año, tampoco con lo que ganarían en Sudáfrica o en el rico Qatar. Pero sería interesante saber su opinión sobre si es exactamente a eso a lo que aspiran.

Empoderar económicamente a esos médicos podría convertirse en un fuerte incentivo para que se queden en su país y en un balón de ensayo para lo que debe ser el futuro del sector profesional público.
En cambio, someterlos a gestiones burocráticas para materializar un derecho ciudadano genera descontento y levanta suspicacias en el resto de los profesionales, no solo de la medicina, quienes pueden empezar a temer que mañana les toque a ellos.

La solución a los problemas no puede ser bloquear cada forma de irse, sino que sea más atractiva para todos la opción de quedarse.

 

Tomado del blog personal del autor, en https://medium.com/@sergioalejandrogmezgallo

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba