Cuando decimos hierro, el primer pensamiento nos trae la idea de un material duro, frío, oxidable, y recordamos las herraduras de los caballos o esa herrería descuidada que últimamente vemos en abundancia.
El del herrero, es un oficio antiguo y hermoso en realidad. Guardavecinos, faroles, rejas, clavos de puerta, tocadores, guardacantones, balcones, solidos de la fragua y fundición, la forja del hierro al rojo blanco conformado por el martillo sobre el yunque y las gotas de sudor del artesano.
Herencia andaluza que llevó al cante hondo la tonada que llaman el martinete, flamenco andaluz, fletado que transportó el arabesco moro hasta aquí y que tomó nuevos bríos en las manos de los sideros negros y criollos de Cuba.
En España, por lo ampliarnos a Europa, el arte del hierro pasó por distintas etapas, influencias y movimientos arquitectónicos.
Este dúctil, maleable y magnético metal, está ampliamente difundido en la naturaleza.
Cinco mil años a.n.e. dio origen a la Edad del Hierro.
En La Habana, como ejemplo de un buen trabajo sobre el hierro acerado están el Quijote de Sergio Martínez en J y 23 y el Sancho de Leo de Lázaro* en el Pabellón Cuba, de La Rampa.
Fotos: Alejandro Ramírez. Tomadas de Cubadebate.
*La escultura del Sancho de Leo de Lázaro actualmente está emplazada en la calle Obispo, de La Habana Vieja.





