Irreverente, como suele ser frente al esquema, Pastor Batista abrió su presentación de este martes en la Casa de la Prensa con lo último que recomienda el sentido común a un escritor: reveló sin más el misterio que enseñorea la carátula de su libro “Arma secreta de Cuba en Angola”, compartido entre hermanos justo en el día en que el Granma, ese yate tan tenaz como el mismo reportero, repetía en las memorias de los cubanos el desembarco por Los Cayuelos, playa Las Coloradas, para ver de nuevo a Fidel saltar a tierra.
Como les cuento: desde su introducción “Para amigos y enemigos” el carismático periodista de Granma, Bohemia y medios de la prensa militar fulminó el secreto con su aseveración: “La más eficaz arma, invisible para el enemigo, emplazada en un lugar impenetrable para él, fue la visión de Fidel Castro, instalada en los valores y virtudes de cada internacionalista y colaborador civil en Angola”.
Cualquiera pudiera pensar que, acabado el enigma, tanto el conversatorio sobre el libro como su mera lectura perderían el sentido, pero este reportero de raza -Pastor Cubano, por más señas- tenía, junto a corresponsales que compartieron la gesta cubana en Angola como corresponsales, líderes de la UPEC encabezados por Ricardo Ronquillo, colegas de renombre y estudiantes de la carrera que ahora cumplen el servicio militar en la antesala de academia, un plan mejor: compartir emociones. ¡Vaya si le resultó!
Antes de presentar el panel de amigos corresponsales de guerra como él -Katiuska Blanco, Alberto Núñez Betancourt y César Gómez- que hablarían de su libro, Pastor rindió el homenaje del recuerdo a otros periodistas cubanos, vivos y muertos, que contando hazañas ajenas tejían las propias, sin saberlo.
“Este libro no es una investigación militar. Son treinta crónicas en las que escribo lo que vi. No es mío, es de Katiuska, de César, de Albertico, de Ledys Camacho, de Bacallao, de Senarega, de Mario Rivera, de Mitjans… pero sobre todo de los muchachos de hoy porque esa obra que hicimos entonces fue obra de jóvenes”, comentó el autor, quien recordó que cierta vez, en un evento mundial de corresponsales de guerra, tuvo que recordar, en sutil “escaramuza” con otro colega, que Cuba fue a Angola solo por solicitud expresa de su presidente cuando la independencia de aquel país “colgaba de un hilo”.
“Llegó el Comandante (Fidel) y mandó a parar. Vinieron Cuito Canavale, el Waterloo del apartheid sudafricano, la ofensiva, los acuerdos y el regreso victorioso hasta el último grupo, el 25 de mayo de 1991, con el general Rodríguez Planas”, recordó emocionado.
Tras pasar la noche sin dormir, leyéndolo, César Gómez compartió su definición primera: “El libro es Pastor; es lo mejor que tiene”. En su opinión, el amigo salda una deuda que aún tienen muchos corresponsales de guerra cubanos que no han llevado a palabras sus historias internacionalistas. “Lo más importante ahora es que hay que imprimirlo -ha sido editado por la editorial Pablo de la Torriente en formato digital- y llevarlo no solo hasta el último soldado sino también hasta el último estudiante universitario para hacer que la epopeya en Angola sea más conocida”.
César comentó el perfil chaplinesco de la obra y del autor, en tanto ambos son capaces de hacer llorar y reír, según el párrafo que se lea. Corresponsal de guerra como Pastor, él también pronunció una frase de aquel contexto digna de colgar en la pared: “Allí nadie estaba pensando en ser héroe. La heroicidad se vive cotidianamente”. En pulso de amigos, la idea bien podría pujar por una columna impresa con esta del autor del libro: “El miedo es el más absurdo modo de defender la vida”.
¿Por qué el periodismo cubano, tan vilipendiado por grandes medios occidentales de dudosa ortografía en la razón, produce ideas tan brillantes como esas? Porque en sus mejores exponentes se constituye en otra arma difícil de descifrar.
Katiuska Blanco apuntó que la joya de prólogo que hizo el maestro Luis Sexto solo podía ser antesala de unas crónicas extraordinarias y celebró que Pastor rescatara para todos nombres, geografías, historias entrañables de los cubanos.
“Es una maravilla. Gracias por el libro, por colocar a Fidel en el sitio profundo del alma de todos los combatientes cubanos”, le dijo al autor su querida colega, biógrafa del Comandante en Jefe. Katiuska recordó el día de octubre de 2008 en que el líder le pidió su crónica “El Sur en la memoria”, en la que ella plasmaba no solo la delicada situación militar que implicaba el riesgo de ataque nuclear a manos del régimen de apartheid sudafricano que corrían los combatientes cubanos y la aclaración que hizo Fidel a los nuestros de lo que implicaba combatir bajo tal amenaza, sino la respuesta de los nuestros: ninguno decidió retirarse.
No obstante, “… los héroes cubanos no estaban solo en Angola. Padres, esposas y esposos, hijos, amigos… en Cuba también había héroes”, afirmó Katiuska.
Alberto Núñez Betancourt, otro que inauguró sus letras como periodista recién graduado en aquella lejana nación, reveló que este grupo de amigos suele reunirse, pero acotó que el de Angola debe ser un diálogo intergeneracional. El libro de Pastor, con su humor y su rigor, con su precisión narrativa, es otro motivo para hacerlo. “La responsabilidad que él muestra como autor nos recuerda el compromiso de hablarles a los estudiantes universitarios”, dijo.
Como Katiuska, el actual director de Bohemia sostiene que se trata de una epopeya de millones porque en Cuba peleaba la retaguardia de familiares y amigos. “El arma secreta –confiesa Núñez Betancourt- era la dirección de Fidel y el coraje de los cubanos para ir adonde fuera necesario. Y fuimos a Angola, con la inspiración en Martí, por los pobres de la tierra”.
Tras el panel, varios corresponsales participaron en el diálogo. Lesmes la Rosa destacó la tradición de la revista Verde Olivo en este perfil del periodismo en tanto el fotorreportero Juvenal Balán refirió que la actual guerra en redes sociales incluye sitios que cuestionan la verdad de Cuba en Angola, de manera que ahora hace falta la participación allí de corresponsales de otro tipo.
Al respecto, Milton Díaz Cánter, destacado colega y presidente del círculo de la UPEC de corresponsales de guerra, expuso, con ejemplos amargos, argumentos de cómo se intenta rescribir -para mal de la gesta verdadera- la Historia y sacar de los libros sobre el tema lo que no pudieron sacar del frente de batalla: Cuba.
Una y otra vez, Milton trae al diálogo su idea de que, si algo salió bien a los cubanos, de principio a fin, fue el acompañamiento militar a la causa angolana. Es cierto; para avalar esa victoria, tuvimos un arma secreta -todavía activa en cierta piedra, en Santiago de Cuba- y reporteros de letras y coraje como Pastor Batista, el carismático autor que, contra todo suspenso editorial, comenzó su presentación demostrando que el arsenal más secreto del mundo suele estar a la vista de su pueblo.

