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Katiuska, el periodismo y las películas del mañana

Hablando muy bajo, susurrando casi con esa “costumbre conspirativa” que usaba Fidel Castro para decir dulcemente, en espacios íntimos, las verdades más grandes del mundo, Katiuska Blanco mostró a los muchachos del Colegio Universitario de periodismo de La Habana la película de su vida.

La película, sí, porque si bien esta colega unánimemente querida parece empeñada en pasar en silencio, como si surfeara la estela de un ángel, lo que todos sabemos es que quizás ella sea, entre los nuestros, quien más haya palpado la Historia reciente de la Revolución, a la vera del hombre que, inspirado en Martí, tomó los remos de esta Isla para sacarla del pantano de una neocolonia que no podía maquillarse.

Nadie debe engañarse: pese a su temperamento sereno, la vida de Katiuska ha sido pasión y aventura constantes, así que hasta los doce adolescentes a quienes habló en la sede de la UPEC se dieron cuenta en seguida que esa mujer que ha escrito tanto de Fidel también tuvo su Moncada: diez días después de graduarse como periodista, se fue a la guerra de Angola.

Bolivia Tamara Cruz, la vice presidenta primera de la UPEC, la presentó a los diez jóvenes que perfilaron su duodécimo grado en el Colegio para estudiar periodismo —tendrán que pasar primero el Servicio Militar—, y a otras dos que ya cumplieron “el verde” y están listas para entrar a la Universidad de La Habana.

Con el avance de la mañana se incorporaron la coronela Liset Brown, de la Dirección Política de las FAR; el presidente de la UPEC, Ricardo Ronquillo, y el vicepresidente Francisco Rodríguez, pero el diálogo no cambió el rumbo del comienzo: la patria, la forja del carácter, las metas personales, los amigos caídos, los hermanos perennes.

Como un símbolo, los futuros periodistas, con sus anfitriones, a la entrada de la UPEC.

Katiuska les contó cómo estrenó sus fotografías y crónicas en Angola, el país al que Fidel envió soldados y sus mejores generales. “Siempre nos dijo la verdad —recordó—, incluso sobre el peligro real del arma nuclear sudafricana”.

En África, ella se puso el escudo que ahora regala a estos hijos: “No se pueden descorazonar. Siempre hay que seguir adelante. Siempre hay que ser sensibles con la situación de los otros y hacer el bien. Todos los días se puede hacer algo por los que sufren”.

En andadura lejana se topó con jóvenes como aquel que, mutilado por la explosión de una mina, envió este mensaje a Cuba: “Díganle a Fidel que me queda un brazo y una pierna para seguir combatiendo al apartheid”. Los muchachos del Colegio… estaban embelesados con esa periodista que les sacudía tanto el cuerpo con tan pocos decibeles.

Los jóvenes conocieron sobre las misiones periodísticas cubanas en el exterior.

Ella sigue embelesada con Fidel, el hombre de botas gastadas que conoció en 1992, “la persona que regalaba flores”. Deslumbrada al punto de que aún mide cada causa personal por lo que él hubiera pensado. Katiuska lo ve vivo, como él soñaba vivo al Che Guevara.

Cierta vez —confesó a su juvenil audiencia— él le preguntó por preferencias literarias y ella, romántica, le habló de libros que la estremecían. Hablaron de Los miserables, de Víctor Hugo, y Fidel se dijo más impresionado por una gran batalla de fondo, pero en seguida, en uno de esos detalles suyos para no herir a la virtuosa muchacha que se había conmovido con otros asuntos, apuntó: “¡Yo en las batallas de la Historia y tú en el drama humano!”.

En realidad, los dos miraban a un mismo lado porque Fidel Castro, como sostiene Katiuska, luchó toda su vida por resolver el drama humano.

El salón de la UPEC fue en tres horas un gran lienzo de tejer revoluciones. Acompañadas por la coronela Brown, las jóvenes Sofía y María Fernanda, que terminaron su año de Servicio Militar y entrarán en el próximo curso a la carrera de periodismo, comentaron al resto de los jóvenes qué tal es esa experiencia —también las muchachas que quieren pasar la carrera deben pasar un año a la orden de la patria—, cómo son los días y noches, las marchas y campamentos.

La coronela Liset Brown, con Sofía y María Fernanda.

Aunque la UPEC busca más, la sola estampa de Sofía y María Fernanda confirma que la madera del periodista ya alumbra las unidades. Ricardo Ronquillo insiste en que lo importante es que la experiencia les sirva para el futuro y en que el presente puede enriquecerse —y enriquecer— con el toque comunicacional de estos soldados especiales que pueden perfectamente apoyar el trabajo político y la vida en campaña con charlas, peñas culturales, periodismo en radio bases, lecturas, conocimiento y amor.

El presidente nacional de la UPEC felicitó particularmente la valentía de las muchachas, que se imponen a no pocos prejuicios.

Es cierto. Cuando uno escucha historias como las de Sofía y María Fernanda, quienes con su unidad de ceremonias tuvieron la misión de acompañar en Holguín la despedida de 13 soldados caídos a causa de un accidente, no hace mucho caso al sollozo de dolor de las muchachas cuando relatan la anécdota.

Viéndolas hablar bajo en el mismo salón con la colega consagrada, escuchándolas susurrar casi palabras más grandes que su propio sonido, simplemente se intuye sus propias películas y se está seguro de que, palpando a Katiuska, ellas nutren para el futuro las garantías de grandes periodistas cubanas… que no dejarán de tocar a Fidel.

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Enrique Milanés León
Forma parte de la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

One thought on “Katiuska, el periodismo y las películas del mañana

  1. Sencillamente gracias, querido compañero por tus palabras de cariño,. Abrazo de gratitud para ti y también para todas las muchachas y muchachos que se inspiraran en Fidel para cumplir la hermosa misión de empezar el periodismo vistiendo el verde olivo rebelde.

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