Cada 8 de enero afloran los recuerdos de la entrada de la Columna Rebelde a la capital cubana en 1959 y las palabras del victorioso líder rebelde en el bastión militar más importante del país, esa vez tomado por el pueblo tras un recorrido y una noche que, incluso hoy, se nos siguen presentando como instantes mágicos.
Cada uno ahora, desde su edad, cultura y experiencia, hala las redes de la memoria y hace sus propias lecturas. Yo lo vi y disfruté como una victoria de la condición humana, luego de años de batallar heroico, desprendimiento, solidaridad, sacrificio y dolor. Ahora sigo pensando en aquella tiranía bestial que organizó el asesinato, la tortura medieval y la mentira en un delirio espantoso de aberración, descomposición moral y cobardía.
Como es natural, las imágenes reales han pasado a través de los cristales del tiempo en el transcurrir de 66 años y ocho días, pero ha quedado grabada con más firmeza la advertencia del jefe victorioso acerca del probable futuro que esperaba a la nación. Sería precisamente el enemigo histórico de Cuba quien más se encargaría de hacer realidad aquella premonición.
Fotos: Perfecto Romero.