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AJEHÉROES: Alberto Bayo (VI)

Cubaperiodistas publica el libro inédito AJEHÉROES: Los héroes cubanos y el ajedrez, el cual consta de 11 capítulos dedicados a héroes cubanos que han tenido relación con el noble juego. El orden en el que aparecen las personalidades es sencillamente cronológico.

     El juego ciencia acucia el afán    

                                                             de estudio y la observación,

                                                             hace más guerrillero al soldado.   

                                                                       –General Alberto Bayo   

Año 1955. Fidel Castro localiza en México a Alberto Bayo, general  republicano en la Guerra Civil Española y le dice: –Somos cubanos y estamos aquí para prepararnos y liberar a Cuba. Usted ama la libertad y es cubano, de modo que tiene que ayudarnos. Así se alista como preparador de los futuros guerrilleros.

Alberto Bayo Giraud nació el 27 de marzo de 1892, en Nuevitas, Camagüey, hijo de padre español y madre cubana. Se fue a España en 1898. Educado en EE.UU., en su juventud ingresó en la Aviación Militar Española, estrenándose como piloto en 1916. Durante la República era capitán de aviación e infantería.

En 1939 estuvo un corto período en Cuba y se exilió en México, donde fue profesor de la Escuela de Aviación de Guadalajara.

Fue instructor de los cubanos en la finca El Chalco. Quería venir para la lucha insurreccional, pero Fidel se las ingenió para dejarlo en tierra firme, por razones de edad y los rigores de la lucha que se avecinaba. Al triunfo de la Revolución vino de inmediato a Cuba y vestía como General, con las insignias de la aviación de la II República Española.

Alberto Bayo.

No existía en el país entonces el grado de General y se le otorgó el de Comandante. Su labor aquí fue en las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Organizó los campeonatos nacionales de ajedrez en las FAR a partir de 1962 y los primeros campeones fueron Carlos Calero, Eduardo Heras, Antonio Cifuentes, Guillermo Estévez, Alberto Barreras y Román Hernández.

El Gran Maestro Silvino García recuerda que Bayo iba a la peña ajedrecística de los Cuatro Caminos, que se aparecía allí con su escolta, esperaba su turno y disputaba partidas. Giraldo Mazola acota que fue uno de los rivales de Miguel Najdorf en su exhibición a ciegas como clausura del I Memorial Capablanca.

Escribía frecuentemente en el diario El Mundo y la revista Verde Olivo. Suyas son estas líneas: El juego ciencia despierta y estimula la inteligencia, acucia el afán de estudio y la observación, hace más guerrillero al soldado, precavido, escamado y observador en la guerra, lo que es de extraordinario valor militar en el combate.

Este español-mexicano-cubano falleció el cuatro de agosto de 1967 en La Habana.

Duelos sobre el tablero en El Chalco

Cuando entrenaba a los futuros guerrilleros cubanos en la finca mexicana El Chalco estaba presente el ajedrez. Los principales contendientes eran Bayo y el Che, aunque en ocasiones intervenía el mexicano Alfonso Guillén Zelaya.

Un excelente testimonio nos dejó Alberto Bayo, publicado en su libro Mi aporte a la Revolución cubana (1960). Veamos

El Che es un fanático de la guerra de las 64 casillas; yo también le acompaño en esa noble afición y cuando nos reunimos en el pueblo de El Chalco, en México (…), él y yo nos dimos a conocer mutuamente en nuestra afición, y con un tablero y sus piezas que allí teníamos comenzamos en los momentos sin actividad nuestros duelos diarios.

Después de la cena el Che, jefe del campamento, daba un parte militar sobre las novedades e incidencias del día y yo siempre lo ayudaba en la confección (…) porque después de terminar esa obligación militar, entrábamos los dos en disputa ajedrecística.

No teníamos electricidad en la finca que el mexicano Rivera nos alquiló, por lo que (…) teníamos que valernos de las velas (…). La corriente de aire abanicaba constantemente el tablero (…) y hacía bailar la débil llama que alumbraba una pequeña parte de la mesa, cuya sombra, balanceándose inquieta y caprichosa sobre el cartón, nos hacía confundir con gran facilidad un peón con un alfil.

-¡Eso no vale!, -exclamaba uno de nosotros- ¡Esa pieza no es un alfil, es un peón que la sombra lo alargó. Y entre  aquellas dificultades, poniendo en juego nuestro amor propio, pasamos las horas rápidas.”

La partida cumbre con el Che

José Luis Barreras me contaba esta anécdota con cierta picardía.

En una ronda del I Capablanca, en mayo de 1962, estaba conversando con el Che y Bayo en el salón de análisis y prensa. De pronto recordé algo y le dije al Che: –El General Bayo me regaló un ejemplar se su libro Mi aporte a la Revolución cubana, al que usted le hizo el prólogo, y en el que describe la batalla sobre el tablero en el campamento Las Rosas, de El Chalco, México.

Después de eso escribe: “Aunque se indigne y eche los pies por alto, diré ahora que no nos oye, que yo era mejor que él y le ganaba más partidas que las que él me ganaba a mí”.

Entonces Barreras atizó el fuego de la rivalidad cuando le preguntó al Che:

–¿Qué usted opina de eso?

Guevara esbozando una sonrisa contestó: —Que no es verdad.

Era el momento que esperaba Barreras  Les señaló una mesa cercana con las piezas dispuestas y les dijo: —El que gane esta partida es el mejor.

Empezó el duelo, se fue corriendo la voz y se fue colmando el salón de periodistas, fotógrafos y personal autorizado del torneo.

Nadie tuvo la precaución de anotar la partida, pero Barreras nos ofrece esta descripción: Bayo planteó el Gambito de Dama y el Che lo acepto. En la apertura las blancas quedaron mejor pero en las complicaciones entre el medio juego y el final la táctica del Che lo llevó al triunfo.

Fue tanta la tensión –agrega– que el Che apenas podía sostener entre sus dedos lo que quedaba del tabaco, pero la expresión de su rostro era feliz. Muy contento estaba con esa victoria.

(No cuento con ninguna partida anotada de Alberto Bayo)

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Jesús G. Bayolo
Es periodista e historiador del ajedrez, toda una autoridad del tema en Cuba.

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