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Teletrabajo: ¿Me reúno, luego existo?

No se sabe cuándo, pero el nuevo coronavirus será algún día solo un mal recuerdo, al menos, como hoy lo percibimos.

Un grupo de expertos indican que aprenderemos a convivir con él mientras va perdiendo letalidad; otros, vaticinan que se irá como llegó, y unos terceros, apuestan a la vacuna como la estocada final.

Lo cierto es que, ante la imposibilidad de esperar por ese futuro, Cuba comienza a transitar de forma gradual por una nueva normalidad.

Aunque no todos los territorios del país lo harán a la par, ello se hace imprescindible para paliar el impacto económico y también social que nos ha causado la Covid-19, y también el bloqueo que nos impone el gobierno de EE.UU., cada vez con más saña.

Se impone a partir de ahora códigos y estilos de vida diferentes, que obviamente incluyen la vigilancia epidemiológica, medidas higiénico-sanitarias preventivas, y también otras novedades.

Entre esas últimas, quedan comprendidas formas de trabajar que hasta ahora no han sido las usuales para los cubanos. El Primer Ministro Manuel Marrero Cruz comentaba en la más reciente Mesa Redonda especial sobre “impulso al trabajo a distancia en todas las actividades que lo permitan, tanto de manera parcial o permanente”.

El teletrabajo nació de una crisis y reemerge en otra

Fue durante la crisis del petróleo en los años 70 en EE.UU, cuando el científico Jack Nilles, de la NASA, luego de investigar opciones para enfrentar el descalabro económico, cayó en la cuenta de lo conveniente que podía resultar llevar el trabajo a los trabajadores en lugar de que estos fueran a su trabajo.

Con esa variante del teletrabajo encontraron la alternativa para evitar traslados que consumían combustible y, a la vez, disminuían la contaminación a la vez que tributaban a la calidad de vida de los ciudadanos.

Foto: tomada de foto beckeabogados.cl

En el estudio que tituló Telecommunications-Transportation Tradeoff (1976), Nilles aseguraba que “si uno de cada siete trabajadores no tuviera que desplazarse a su sitio de trabajo, Estados Unidos no tendría la necesidad de importar petróleo”. Ojo, fue hace más de 40 años.

Ahora, una nueva crisis -esta vez epidemiológica pero que igual ha devenido también desastre económico- hace reemerger en todo el mundo al teletrabajo, que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define como la forma de trabajo que se realiza en una ubicación alejada de una oficina central o instalaciones de producción, separando al trabajador del contacto personal con colegas de trabajo que estén en esa oficina. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) hacen posible esta separación facilitando la comunicación.

Es, precisamente, la necesidad de mantener el distanciamiento físico y evitar agrupación de personas en espacios cerrados, sobre todo si son climatizados, la que ha potenciado la extensión del teletrabajo, que se diferencia del trabajo a distancia, aunque a veces se emplean como sinónimos.

El trabajo a distancia, aunque también se realiza en casa o en otro sitio fuera de la empresa, no demanda como imprescindible el uso de las nuevas tecnologías.

Teletrabajo en Cuba

El título de este texto fue tomado del comentario de un internauta a propósito de cómo se despliega el teletrabajo en esta Isla.

La ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, informó en el espacio televisivo Mesa Redonda de inicios de agosto , que ““Llegamos a tener 624 mil trabajadores en estas modalidades durante la pandemia, pero ahora estamos en 376 mil. Comenzaron a disminuir en las fases de recuperación y no tiene por qué ser así”, comentó.

Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social. Foto: Twitter Presidencia Cuba

En esa ocasión, la titular insistió en la necesidad de romper con el concepto de que la calidad del trabajo es relacional con el tiempo de horas en la oficina. Para ello, informó, se realiza una investigación con la Facultad de Psicología que identificará las causas de esta percepción.

Sería interesante disponer de datos aún más actualizados para conocer en este octubre cuántos se mantienen en teletrabajo y también resultaría útil, ya que se informó públicamente, también hacer públicos los resultados de la investigación mencionada.

Como las ciencias cada vez ocupan más espacio en la conducción de la vida nacional, también puede ser de provecho que los especialistas saquen cuentas y nos hagan saber cuánto puede ahorrar nuestro país si continúa desplegando el teletrabajo, donde es posible hacerlo.

No siempre las condiciones en casa son las mejores para asumir el teletrabajo, aun cuando se cuente con la tecnología

Porque además de las ventajas que hasta ahora ha evidenciado en términos de protección a la salud del trabajador al evitar la confluencia de varias personas en espacios a veces poco ventilados con aire puro como suelen ser las oficinas, también esta opción necesariamente reporta ahorros por concepto de consumo de energía eléctrica, transporte, alimentación, y tiempo. Sí, el ahorro de tiempo habría que considerarlo en el análisis económico, aun cuando no se trata de líneas de producción continua, aun cuando se hable del llamado sector presupuestado.

El vicepresidente de Capacitación de la Unión de Informáticos de Cuba (UIC), Omar Correa Madrigal, subrayaba en septiembre último durante la sesión en línea del Foro de Gobernanza de Internet de América Latina y el Caribe, las ventajas del teletrabajo, no solo desde el punto de vista epidemiológico al facilitar el aislamiento físico, sino también para la economía doméstica y nacional.

En ese contexto, Correa Madrigal apuntó que las principales profesiones donde se teletrabaja en Cuba son: Diseño y desarrollo de software, soporte y mantenimiento de aplicaciones informáticas, auditoría y consultoría de servicios en las redes y de seguridad informáticas, proyecto y diseño, trabajos periodísticos, redacción y revisión de guiones, comunicación y marketing, relaciones públicas, edición, investigación, asesoría jurídica, gestión documental y traducción.

Destacó que los territorios de la Isla donde más se emplea esa variante laboral asociada a las nuevas tecnologías son Santiago de Cuba, Granma, Guantánamo y La Habana, sobresaliendo entre sus usuarios el Ministerio de Educación Superior, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, el Ministerio de Salud Pública y AZCUBA.

Primero las paredes y después el techo

Obviamente, hace falta disponer de condiciones mínimas para potenciar y acometer con eficiencia el teletrabajo, modalidad refrendada en nuestro Código de Trabajo y que comenzó a desplegarse en Cuba sobre todo a partir de septiembre del año pasado motivado por la coyuntura energética.

Pero todavía mucho le falta por andar en ese sentido a este país férreamente bloqueado, cuyas prioridades se barajan privilegiando siempre lo mejor y más urgente para el ser humano, en medio de carencias, turismo, importaciones y exportaciones deprimidos a nivel internacional a causa de la pandemia.

Por un lado, precisamos desplegar conectividad, infraestructura, ciertas herramientas informáticas en el sector empresarial,mayores garantías para la seguridad informática, y un largo etcétera enlazado a significativas inversiones, pero que van de la mano de ese proceso de informatización de la sociedad al que Cuba no renuncia, aunque se vea obligada por motivos mayores a necesarias pausas.

No obstante las limitaciones, la UIC ha facilitado espacios virtuales para perfeccionar el soporte tecnológico y así aumentar eficiencia y seguridad de las plataformas para el teletrabajo. Asimismo, igual ha propiciado herramientas informáticas para el desarrollo de talleres virtuales sobre las bondades y normativas de esta modalidad laboral.

En la otra cara de la moneda se apuntan desafíos asociados al saber así, a las aptitudes y actitudes. Sin duda, esta forma de empleo implica desafíos en el orden organizacional, de control y evaluación del trabajo.

Pero urge también modificar subjetividades que se mantienen aferradas a viejos modos y a prejuicios.

Caricatura tomada de lachispaprendida.blogspot.com

No por gusto el internauta citado comentaba: “…persisten con mucha fuerza los Cuadros que quieren todos los días contar a sus pollitos sentados en sus burós, como si se sintieran que así son jefes. Otros les temen a las TIC, y no acaban de ayudar a destrabar este país. Pienso que se debe poner a rendir cuentas a todos los jefes de organismos sobre este particular. Además siguen el exceso de reuniones como el viejo esquema: Me reúno, luego existo”.

Estos complicados meses de pandemia han demostrado, entre muchas otras evidencias, cuántas reuniones son totalmente prescindibles y cuántas, que sí son necesarias, pueden ser sustituidas por teleconferencias u otras variantes de la virtualidad.

El maldito coronavirus, sin proponérselo, nos ha ayudado a combatir ese otro virus del reunionismo, que engorda burocracias y no en pocos casos afecta rendimientos y productividad a causa del tiempo perdido, y de cuya pérdida queda hasta constancia en actas que luego amarillean en alguna gaveta del olvido.

(Tomado de Cubasí)

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