ENTREVISTA OTRAS NOTICIAS

“Buen periodista no es el que llega más alto, sino aquel que pone altura en lo que escribe”

Una voluntad de hurgar en los hechos, de volver a ellos una y otra vez si es menester,  distingue sus reportajes, construidos desde  la multilateralidad de argumentos, desde la voz coral de los actores implicados, desde la autoridad. Haydée León Moya no se baja del rocín, no depone su adarga. Ella fue mi primer impulso, cuando llegué a la villa del Guaso jugueteando con un bolígrafo entre los dedos.  Ella es, a estas alturas, una marca dentro del periodismo cubano.

Uno no puede menos que reírse ante  aquella muchacha, que tras graduarse de la Licenciatura en Periodismo en la Universidad de Oriente,  quería trabajar en un órgano impreso. La letra en el papel.  Era sí o sí. La ubicación inicial en la radio, las estrategias para convencerla,  el esquivo recibimiento en el periódico, que incluso la tildaran de “loca”, no valió de nada. Ella corrió, persistió, arguyó, convenció.  Y finalmente aquí la tenéis, en la redacción del periódico local guantanamero. Finales de 1986.

“Contrario a lo que suele ocurrirle a muchos colegas, descubrí  mi camino en el periódico Venceremos, mi primer centro laboral. Si  no hubiese dado guerra para cambiar mi destino en la boleta de ubicación, tal vez no pudiera decir eso…  Como es de suponer en una persona despistada como yo, no guardo en mi memoria cual fue exactamente mi primer trabajo;  pero uno de ellos, tal vez por su ‘felino’  contenido, lo recuerdo con mucho cariño. Fue una crónica que titulé  Mi hermana está en peligro de muerte, por aquello del León de mi apellido.

“Contaba la historia de una pobre leona del zoológico de Guantánamo,  más bien mini zoológico, porque era un parque de recreación que tenía un área con animales en cautiverio. Pues, la susodicha estaba en la miseria. De vez en cuando, soltaba un rugido que era más bien un quejido. Estaba muerta de hambre. Los vecinos de por allí me comentaron que jamás habían visto al pobre animalito comer carne, que parece que la que le tocaba a ella… iba a parar a otras barrigas.

“Descubrí cosas muy interesantes y las conté, pero al poco tiempo, la leona murió. Me quedó la satisfacción de haber intentado hacer algo, haber llamado la atención para que no corriera la misma suerte el próximo león. Para mí, ese fue mi primer trabajo importante y fíjate que lejos de asombrarme al verlo publicado, me reveló mi verdadera vocación”.

 Seguimos en el periódico Venceremos. ¿Cómo enfrentaste, años después, el reto de dirigir esta publicación? ¿Qué satisfacciones y qué angustias te dejó para tu formación profesional y para tu propia vida?

“Esa experiencia se la debo a mi colega Marta Cabrales, a quien sucedí en esa responsabilidad. Ella me ayudó  a controlar ese desenfado y esa irreverencia  que siempre me han acompañado. Han pasado varios años y sigo siendo un poco desenfadada e irreverente; pero sí con un poco más de control y eso  se lo debo mucho a ella. Fue mi más fuerte y amorosa crítica. Me influyó bastante, hasta el punto de  creerme que podía asumir esa responsabilidad a principios de los años noventa.

“El caso es que enfrenté un reto grandísimo en un momento en que yo sabía ―porque  llevaba tiempo desempeñándome como jefa de información y subdirectora―, que no era fuerte el equipo principal, el periodístico, para desarrollar proyectos editoriales complejos. Lo enfrenté con mucho afán, convencida de que mi único compromiso tenía que ser con la Revolución. Era una época en que no pocos se empeñaban en exigir la publicación de discursos, reseñas de recorridos, etcétera, cosa que no tiene nada que ver ni con el periodismo ni con lo que el pueblo espera de su periódico, y creo no haber caído en esa trampa.

En en el centro, en el periódico Venceremos, a inicios de la década de los 90.

“Venceremos fue decisivo para encauzar mi vocación revolucionaria y mi fidelidad y compromiso con los destinos de mi país; aunque provengo de una familia que me sobrepasa en humildad y amor por la Revolución. Ser directora de Venceremos,  cuando era muy joven,  me dejó la satisfacción de haber hecho valer lo que para mí es la razón de ser de un periódico local. Fue un tiempo en que se consolidaron las columnas de opinión, incluyendo por supuesto la de los lectores; los diseños menos tradicionales, en fin, casi todo lo que heredé de la dirección anterior, caracterizada por la creatividad y el trabajo en equipo.

“Mi segunda temporada en Venceremos, que es bastante reciente, me dejó igualmente satisfacciones. Fue estimulante trabajar otra vez con periodistas jóvenes muy talentosos que ahora andan por ahí, por Granma, Granma Internacional, Juventud Rebelde… Muchachas recién graduadas con interés en aprender y que me parece, necesitaban un incentivo para soltar su talento.  Pero igual, esta última etapa me dejó un poco de amargura, por algunos análisis relacionados con la decisión de los contenidos, la agenda del medio, qué pongo en portada, qué destaco más…  asuntos que eran de mi absoluta competencia como directora”.

    El Oriente del Oriente, a veces, parece quedar muy lejos para nuestra visualidad mediática. ¿Cuánta responsabilidad asume un corresponsal de un órgano de circulación nacional a la hora de proyectar la provincia al país? ¿Cómo calibrar en su justa medida el territorio donde se vive, para librarse de compromisos, falsos aldeanismos, complacencias?

“Mucha responsabilidad y complejidad, porque no se trata, creo yo, de proyectar la provincia al país, sino más bien al contrario: proyectar al país desde una provincia. Es complejo porque justo en el lugar donde vives, muchas veces no coinciden tus intereses, la visión que tienes de tu encargo, con los de las principales autoridades del territorio… para quienes en ocasiones  un abanderamiento, un acto, la visita de un dirigente a un centro laboral, son hechos de connotación. No siempre hay  comprensión con tu trabajo. Es difícil

“Por supuesto, es menos difícil si no lo asumes como un cargo, sino como un encargo social. Porque el cargo se cuida, y se cuida lo que no quieres o no te conviene perder, por razones casi siempre muy personales, y entonces entran  en esa escena  los compromisos.  En cambio, nadie te da, sino tu oficio, el encargo de proyectar con visión nacional los sucesos de tu provincia. Y hay que abordar todos  los sucesos, no los que dan  ‘buena o mala imagen’ de tu territorio. Cuando lo asumes así, lo único que tienes que cuidar es la veracidad y la objetividad del hecho, de la historia que cuentes, y más nada.

“A mí siempre me sorprende, y reacciono, cuando alguien me dice: ‘Tú eres la que representa a la provincia en el periódico Juventud Rebelde’, y antes igual, cuando fui corresponsal de Granma. No, no  y no. Yo soy  periodista de Juventud Rebelde y trabajo desde Guantánamo. Como lo he asumido así, creo haberme librado en mi desempeño de muchos males y vicios”.

   Siempre he dicho que un periodista que se exige profundidad en el abordaje de los hechos ―de hechos tantas veces polémicos―, no ha de esperar a vuelta de correo una tarjeta de felicitación.  ¿Cuánto de profesional entrega y cuánto de ardor propio pones en estos trabajos?

“No vivo en una burbuja, sufro y padezco por las consecuencias de muchos de los problemas que he abordado a lo largo de mi carrera, me tocan la piel y me arden; pero jamás he utilizado la posibilidad de hacerlos públicos a partir de una experiencia personal o familiar. Eso nunca, porque no es justo, y porque profesionalmente, es muy poco ético.

“Ahora, cuando decido abordar algún problema,  es porque estoy convencida de que hurgar en ellos para revelar todas sus aristas y la verdadera dimensión y consecuencia del problema, puede ayudar a encontrar soluciones. Lamentablemente, muchas veces no resulta nada, el problema sigue y  todo queda en una denuncia;  aunque hayas expuestos los más contundentes argumentos.

“El último reportaje  que me publicaron en Juventud Rebelde, Baracoa entre tormentas y tormentos (http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2020-08-15/baracoa-entre-tormentas-y-tormentos), surge a raíz de un debate que se suscitó en Facebook: la colocación en el malecón de la ciudad, de unos elementos constructivos conocidos por yaquis. Busqué toda la información por teléfono y vía correo electrónico,  por precauciones asociadas al coronavirus y, sobre todo, porque no tengo un transporte adecuado.

“Ya tenía todo, solo me faltaba como fuente imprescindible, el Intendente de Baracoa. Le pasé un cuestionario y me respondió que  esas preguntas parecían más de un fiscal que de un periodista, que si quería la respuesta fuera a Baracoa. Entonces, le dije que si me mandaba a buscar iba gustosamente y  busqué la manera de bajar las tensiones. Finalmente me facilitó  el viaje, diciéndome que hacer el trabajo en el terreno, seguramente superaría todas mis expectativas. Y así fue, encontré muchísimos más problemas de los que me imaginaba. Nunca subestimo la opinión de nadie.

En la Brigada de la Frontera, encargada de la custodia del suelo cubano, cercenado por la ocupación ilegal de la Base Naval norteamericana. Foto Leonel Escalona.

“Hace un tiempo, me llaman desde una cooperativa de producción agropecuaria, porque el mango se estaba perdiendo por toneladas. Antes de irme hasta allá, fui a todas ―fíjate bien, a todas― las placitas de la ciudad, y en ninguna había mango. Yo podía muy bien y sin faltar a la verdad escribir, a partir de una información dada por fuentes del Ministerio de la Agricultura, una nota que dijera: ‘Debido a las limitaciones que impone la coyuntura económica del país, la provincia presenta un déficit de envases para enfrentar  el  actual pico de maduración que se vive en los principales polos productores de mango del territorio’.

“Es decir, no me metía con nadie, nadie se metía conmigo; pero estaría a kilómetros de la verdad y no ayudaría en absolutamente nada, a nadie. Por eso escribí una entrevista que tuvo como título Y vuelve a zumbar el mango (http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2017-07-22/y-vuelve-a-zumbar-el-mango),  en la cual, un presidente de cooperativa revela un montón de insuficiencias que nada tenían que ver con la coyuntura económica del país y menos con la falta de envases…. Hay otros asuntos que he abordado y han tenido una respuesta casi inmediata, pero no es lo que ocurre siempre; y aunque a veces no logremos mucho, no podemos quitarnos los guantes, hay que seguir dando pelea”.

Cuándo te asomas desde tus años a los diferentes actores del periodismo cubano de ahora mismo, ¿qué les aconsejarías? ¿Qué ha sido el periodismo para ti, la “fusta en la mano y la espuela en el tacón”, al modo de decir martiano; o acaso una sed insaciable, un latido infinito?

“Mira, hay algo que a mí me fascina de los periodistas de ahora mismo y un poquito más atrás, los que aun podemos considerar jóvenes; y es que son menos dados al cotilleo que a veces tanto daña al gremio. Confían mucho en lo que piensan y por tanto lo defienden apasionadamente y, por otra parte, no les importa la vida (sobre todo personal) de los demás. Eso los hace ser más centrados en lo suyo, incluyendo  la superación profesional. Al menos, desde mi experiencia, creo que son cada vez más apasionados, innovadores en el arte de informar, buenas personas, divertidos, comprometidos… Son  más activos en la vida social, cultural. Y eso me parece muy bueno para un profesional que tiene un encargo social como el nuestro.

“¿Qué les aconsejaría? Bueno, qué esas virtudes las incorporen a su ejercicio profesional, que siempre tengan presente que es más importante ser que parecer. Que el buen periodista no es  el que llega más alto, sino aquel que pone altura en lo que escribe, sea en Granma, en Juventud  Rebelde, en el Invasor o en el Venceremos.

“El periodismo ha sido para mí el camino para vivir bien. Vivo bien porque, sin nada material que ostentar como fruto de mi trabajo, me satisface el camino recorrido profesionalmente. Me satisface porque,  aunque no he sido reportera  de misiones o de visitas al extranjero con mandatarios ―eso que algunos consideran como  grandes momentos del país―; sí he sido y siempre seré, reportera de los grandes rollos de mi país: de las consecuencias de la burocracia, de la insensibilidad, la irresponsabilidad, la falta de eficiencia en los procesos; de la inconsecuencia, la falta de decencia en la aplicación de la política de cuadros, y todo ello, sin significarme demasiado. Ese es el privilegio que he tenido”.

(Imagen destacada: Haydée León Moya, una reportera infatigable. Foto Rolbis Llácer)

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Reinaldo Cedeño
Periodista, poeta y promotor cultural. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Creador del Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura. Entre sus libros: El hueso en el papel (Editorial Oriente, 2011), A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo-Editorial Oriente, 2011), Poemas del lente (Hermanos Loynaz, 2013) y La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (compilación, Ediciones Santiago, 2014 y 2015). Actualmente es redactor-reportero de la emisora Radio Siboney, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y vicepresidente del Comité Provincial en Santiago de Cuba. (Santiago de Cuba, 1968)

6 thoughts on ““Buen periodista no es el que llega más alto, sino aquel que pone altura en lo que escribe”

  1. Quienes conocemos a Haydee y leemos la entrevista, no hay duda de que es el retrato profesional, y hasta algunas aristas personal, de ella.
    Gracias Cedeño.

  2. Incomprendida, sin embargo exitosa… es un buen ejemplo de que el periodismo cuando se hace desde LA RAZÓN, no le cabe el título de OFICIALISTA, la conozco y la aprecio mucho.

  3. Entrevistada y entrevistador, profesionales de altura, de los que como dice Haydée León ponen altura en lo que escriben. Les admiro y respeto.

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