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A 30 años del inicio del Período Especial en Cuba y las enseñanzas de la Historia (II)

II

Aún en medio de las dificultades afrontadas, Cuba había obtenido importantes logros económicos y sociales en los primeros treinta años de la Revolución.[1]

En efecto, la economía había crecido a un ritmo promedio anual del 4,4% entre 1959 y 1989 apoyada en un discreto incremento del 1,05% de la productividad del trabajo y de un volumen de inversiones estimado en 71 690 millones de pesos, de ellas alrededor del 80% en la esfera productiva.

Por su parte, la industria tuvo un crecimiento anual en torno al 4,5%[2], el sector agropecuario al 2,5% y las construcciones al 7,4%.[3] Las exportaciones de bienes a precios corrientes, aumentaron a un ritmo del 7,6%, mientras que las importaciones lo hacían al 8,9% anualmente.

Este discreto avance en el terreno de la economía redundó también en una mejoría sustancial en la calidad de vida de los cubanos.[4]

La tasa de desempleo bajó de 16% en 1958-59 a 6% en 1989; el salario real había crecido alrededor de un 1% anual como promedio y el porcentaje de los ingresos captados por el 30% de la población con rentas más bajas había subido de 4,8% en 1953 a 18,6% en 1986, en tanto que el coeficiente GINI mostraba un valor estimado de 0,25 en 1989, denotando una elevada igualdad en la distribución de ingresos.

En 1989 el país había alcanzado una esperanza de vida de 75,2 años, superior en 13,4 años a la existente al triunfo de la Revolución; se disponía de un médico cada 303 habitantes y se había reducido la tasa de mortalidad infantil en menores de un año a 10,7 por mil nacidos vivos, de 78,8 en 1953.

En el ámbito educacional la tasa de analfabetismo registrada en 1989 era de 3,8% frente a 23,6% en 1953 y el nivel de escolaridad media de la población pasó de dos grados de enseñanza primaria a 8 grados antes de iniciarse el período especial.

La cobertura de la seguridad social abarcaba al 100% de la población y la construcción de  viviendas había permitido reducir aquellas en mal estado de un 47% en zonas urbanas y 74% en zonas rurales en 1953, a 15,4 y 18,4% respectivamente a finales de los años 80.

Sin embargo, los avances que en el desarrollo económico y social se habían logrado hasta 1985, sufrieron una desaceleración profunda, lo que coincidió con una fuerte inflexión en la coyuntura económica internacional que marcaría el inicio de un proceso recesivo entre 1986 y 1990.

En efecto, al iniciarse el quinquenio 1986-1990 el país enfrentaba la necesidad de introducir cambios en la política económica interna y en el sistema de dirección de la economía, sometidos a un Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas,; al tiempo que era indispensable adoptar nuevas decisiones para lograr reducir el desequilibrio financiero externo creciente, a partir de la paralización en 1986 del proceso de renegociación de nuestra deuda en MLC, a lo que se añadió una pérdida en la relación de intercambio con la URSS estimada en un 20% entre 1980 y 1990..

En medio de esas desfavorables condiciones y a pesar de los esfuerzos realizados, la evolución de PIB de 1986 a 1990 mostró un decrecimiento medio anual de 0,27%, con una caída mayor en 1987, cuando decreció un 2,4%.[5]Igualmente la productividad del trabajo sufrió un descenso de 7,9%, mientras que el salario medio permanecía sin variaciones.

Un análisis más general permitiría caracterizar los factores que incidieron en la desaceleración económica previa al Período especial como producto de la convergencia de factores internos y externos.

Desde el punto de vista interno no se había logrado superar el desequilibrio macroeconómico que -de manera sostenida- había estado presente en la economía y que encontraba su manifestación más aguda en el déficit de la balanza de pagos. Esto obedecía a la insuficiente magnitud del excedente económico creado a partir de bajos niveles de productividad y eficiencia económica, en un contexto de deformaciones estructurales no superadas que impedía revertir el saldo negativo resultante entre la producción y el consumo del país.

Por otra parte, la retribución salarial por encima del incremento de la productividad del trabajo junto a un gasto social creciente, impulsaba el consumo personal y social sin la correspondiente contrapartida en la oferta de bienes y servicios, creando presiones inflacionarias producto del exceso de liquidez en manos de la población y del incremento en el déficit fiscal.

Sumado a lo anterior, la implementación de una política económica que favoreciera la creación de condiciones para superar esta situación no fructificó a partir de las deficiencias detectadas en el modelo de cálculo económico aplicado y cuya corrección apenas comenzaba a esbozarse a finales del quinquenio. En este sentido, una descentralización de las decisiones económicas más equilibradas económica y políticamente no parecía alcanzable en tan poco tiempo.

Desde el punto de vista externo, la crisis financiera que afectó al país obligándole a una renegociación incompleta de su deuda en moneda libremente convertible, cerró la posibilidad de créditos indispensables, a lo que se añadió la persistencia del bloqueo económico de Estados Unidos, que ya en 1989 había impactado negativamente el país en unos 30 000 millones de dólares. En adición a lo anterior, la desaparición acelerada de las ventajas de la división internacional socialista del trabajo agudizó fuertemente las tensiones financieras externas hasta llevar el país a adoptar medidas de emergencia ante una crisis inminente.

Previo al inicio del Período especial el país había obtenido significativos avances, pero también permanecían aún sin solución un conjunto de serios problemas estructurales que frenaban el desarrollo. A partir de estas realidades, la capacidad de la Revolución para enfrentar una crisis económica de inconmensurable magnitud se pondría a prueba ya en 1990.

III

Puede decirse que una primera fase del Período especial abarcó desde la proclamación de la situación de emergencia en agosto de 1990 hasta la desaparición de la URSS el 25 de diciembre de 1991.

En esta etapa se tuvo la percepción inicial de que si bien se iba a producir una caída abrupta en la actividad económica del país, se iniciaría una recuperación más o menos rápida en un período relativamente breve.

Sin embargo, el agravamiento de la situación interna de la URSS durante 1991[6] y especialmente la situación que se crea a partir del intento de golpe de estado de agosto de ese año[7], hizo evidente que Cuba debía enfrentar una situación mucho más crítica, dando paso gradualmente a una segunda etapa del Período especial caracterizada por la agudización aún mayor de la crisis económica.

Ya en octubre durante el IV Congreso del PCC, se avizoraba ese escenario al afirmarse: “La incertidumbre que caracteriza hoy nuestras relaciones económicas con la Unión Soviética, unida a la imposibilidad de la maduración de modo inmediato de nuestros programas priorizados, plantean la necesidad apremiante de considerar posible el agravamiento de las condiciones en que hoy vivimos, y por consiguiente el pase a otras fases más severas y críticas del período especial, en dependencia del modo en que se comporten algunos abastecimientos esenciales, en especial el combustible.

“En tales condiciones serían inevitables efectos extraordinariamente graves sobre la economía, como la disminución en la generación de electricidad, una mayor reducción del transporte, la paralización de importantes actividades económicas o sociales y una reducción mayor del nivel de vida del pueblo.” (PCC, 1992).

Ya el PIB de Cuba había caído un 2,9% en 1990 y 10,7% en 1991, pero con la desaparición de la URSS el 25 de diciembre de 1991 se abría una segunda etapa del Período especial caracterizada por una profunda crisis, que alcanza su nivel más elevado entre 1992 y 1993, e incluso parte de 1994.

(Continuará).

BIBLIOGRAFIA

-Alvarez, Elena y Jorge Mattar (Coordinadores) (2004) “Política social y reformas estructurales: Cuba a principios del siglo XXI” CEPAL, INIE, PNUD, México, 2004.

-CEPAL (2000) “La Economía Cubana. Reformas estructurales y desempeño en los noventa” Cepal, Asdi, Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

-Comité Estatal de Estadísticas (CEE) (1991) “Anuario Estadístico de Cuba 1989” La Habana, 1991.

-Figueras, Miguel (1994) “Aspectos estructurales de la economía cubana” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994.

-Marquetti, Hiram (2002) “Industria manufacturera: principales etapas de su desarrollo” en Alfonso Casanova (Coordinador) Estructura Económica de Cuba Tomo II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2002.

-Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) (2008) “Cuba. Indicadores seleccionados 1958-2008” La Habana, diciembre del 2008.

-Partido Comunista de Cuba (PCC) (1992) “IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Discursos y documentos” Editora Política, La Habana, 1992.

-Rodríguez, José Luis (1990) “Estrategia de desarrollo económico en Cuba” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990..

-Rodríguez, José Luis (1990a) “Aspectos económicos del proceso de rectificación” Cuba Socialista Nº 44, 1990.

-Rodríguez, José Luis (2011) “Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS: 1959-2009” en Notas sobre economía cubana Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2011.

-Rodríguez, José Luis (2014) “El derrumbe del socialismo en Europa” Ruth Casa Editorial y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.

Notas 

[1] Ver Rodríguez (1990y 1990a); CEPAL (2000); CEE (1991) y ONE (2008).

[2] Otros estimados sitúan este crecimiento entre 6,4 y 7,2% entre 1962 y 1985.

[3] Crecimientos en términos de producción bruta entre 1962 y 1988.

[4] Ver Alvarez y Mattar (2004).

[5] Salvo que se indique otra cosa, la información para este análisis proviene de CEE (1991); ONE (2008); Figueras (1994) y Marquetti (2002).

[6] Ya el 28 de octubre de 1991 Boris Yeltsin como Presidente de Rusia había pronunciado un discurso en el Parlamento donde se establecía claramente el programa para el tránsito al capitalismo en Rusia y se obviaba la posibilidad de mantener la URSS. La disolución de la Unión Soviética en diciembre de 1991 dio lugar al surgimiento de la Comunidad de Estados Independientes. A partir de ese momento los vínculos económicos con Cuba debían negociarse con cada nueva república independiente que surgía. Ver Rodríguez (2011).

[7] Las contradicciones en el seno de la dirección soviética estallaron el 18 de agosto de 1991, cuando elementos reformistas encabezados por el vicepresidente Guennadi Yanaev, opuestos a las últimas decisiones que se estaban adoptando por Gorbachov y a las tendencias secesionistas de Yeltsin, trataron de revertir la situación mediante un golpe de estado. La mayoría de las personas que encabezaron este movimiento no estaban en contra de la transición al capitalismo, sino más bien se oponían a la forma en que la misma estaba transcurriendo. Este intento de frenar o cambiar el método de implantar la economía de mercado en la URSS fracasó al no contar con el apoyo de la población, ni del ejército. Como consecuencia directa de este acontecimiento, se ilegalizó el PCUS y se inició la fase final de disolución de la URSS. Ver Rodríguez (2011 y 2014).

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Puede ver el artículo anterior en este enlace: A 30 años del inicio del Período Especial en Cuba y las enseñanzas de la Historia (I)

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José Luis Rodríguez
Asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Fue Ministro de Economía de Cuba.

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