fbpx
COLUMNISTAS

Seguir pensando y preguntando con Palestina en el corazón

Estos apuntes dan continuidad a “Unas pocas preguntas sencillas”, y presurosas, que el autor se hizo tras el anuncio del alto el fuego en Gaza, y publicó en su perfil de Facebook. Las preocupaciones resumidas en ellas han aumentado. No basta la satisfacción con que era natural recibir la noticia de que la población gazatí podría empezar a tener menos sufrimientos que los vividos en los dos últimos años.

Pero ¿hasta dónde y hasta cuándo respetará el gobierno sionista de Israel un alto el fuego que su ejército empezó a violar desde que se firmó, y han seguido violándolo? ¿Hay alguna razón para confiar en el gobierno que al reforzar el genocidio que venía perpetrando hacía ya décadas se burló de todas las leyes internacionales, de todos los principios políticos, de toda moralidad pensable, de toda sana religiosidad?

¿Puede esperarse algo de veras bueno de esa realidad cuando la principal fuerza supuestamente promotora y garante del acuerdo ha sido el gobierno de los Estados Unidos, el mayor cómplice de Israel? Había desconocido cuanta iniciativa internacional se gestó en el mundo para poner fin, si no al genocidio de más larga data, sí por lo menos a la etapa de él puesta en marcha desde octubre de 2023.

¿Acaso los propios Estados Unidos no tienen actos genocidas en su currículo? Para saber que los tiene ¿no basta recordar que es el único país que ha usado la bomba atómica? Lo hizo, con los conocidos terribles resultados, en Hiroshima y Nagasaki.

El gobierno de los Estados Unidos, que se opuso a las iniciativas de paz y las boicoteó hasta en la ONU —la cual, por muy maltrecha e inútil que se vea, y lo sea, es hoy por hoy el único mecanismo de carácter mundial encargado de atender conflictos internacionales—, se anunció dispuesto a lograr el alto el fuego cuando su presidente creyó que le convenía para conseguir un Premio Nobel de la Paz que le habría servido de patente de corso en sus maniobras guerreristas. ¿No tenía y tiene en ello el ejemplo de Barak Obama, guerrerista malvado, pero visiblemente más astuto que él, y a quien envidia?

¿Acaso el oportunista interés tardío del actual presidente en figurar como el pacificador en la masacre de Gaza no recuerda la maquinaria propagandística montada por los Estados Unidos para presentarse como el vencedor del fascismo en la Segunda Guerra Mundial? ¿Vale pasar por alto que en ese país asoman cada vez más rasgos de un fascismo que puede arrasar lo que queda de su supuesto paradigma democrático?

A la triturada Gaza ¿qué le espera? ¿Se logrará su reconstrucción? De lograrse, ¿quiénes se enriquecerán aún más con ella? ¿No ha dejado ver groseramente el mismo presidente de los Estados Unidos —en pose de bon vivant depredador junto a su compinche Benjamín Netanyahu— su ambición de levantar allí, sobre cadáveres, un poderoso negocio turístico, para lo cual el corrupto magnate se pinta solo?

¿Qué parte de Gaza volverá de veras —si vuelve— a manos de sus legítimos dueños en una Palestina mutilada, saqueada, martirizada? ¿Cuánto más seguirá siendo agredido su pueblo? ¿Cómo vivirán, sobre todo, quienes hoy son niños y niñas en orfandad y cargan con mutilaciones físicas, con efectos del hambre forzada y, peor aún, con heridas mentales y estarán condenados a vivir en forzada vecindad con sus verdugos?

¿Se le seguirá impidiendo a Palestina tener su Estado en un pedazo del territorio mal dejado para ella en el suelo que le pertenecía —le pertenece— y en gran parte le fue arrebatado para entregárselo a una camarilla poderosa? Sí, a la camarilla que, haciéndose pasar por los hebreos que ya no eran, por el pretenso pueblo elegido de Dios, y por judíos —no confundirlos con quienes son judíos honrados, aunque puedan ser víctimas de la desorientación promovida por sus gobernantes—, son sionistas, que no es una condición religiosa sino, en primer lugar, política y signada por burdos intereses capitalistas.

En cuanto al manejo doloso de las religiones, ¿no se ha visto cómo abundan falsos representantes de religiones de base cristiana, tal el catolicismo y otras, que van de aliados y cómplices de falsos representantes del judaísmo, que niega a Cristo? En los propios Estados Unidos y en Europa ¿no cuentan los sionistas con el apoyo de “cristianos” ultra reaccionarios?

¿Qué esperar de los gobiernos de países árabes que nada han hecho para apoyar a Palestina?

El magullado pueblo palestino ¿tendrá una representación unida y que represente plena y verdaderamente sus derechos y su dignidad, sin concesiones a sus verdugos ni rejuegos con ellos?

Cuando Yasser Arafat, seguramente pensando que eso era lo mejor o menos malo para su pueblo, firmó en 1993 los Acuerdos de Oslo —que Israel violó—, tal vez surgieron dudas sobre su conducta, o fueron fabricadas con la intención de agravar aún más la falta de unidad entre palestinos. Pero los indicios de que fue envenenado por enemigos de su pueblo apuntan a que mantuvo la tenaz verticalidad que lo hizo célebre.

¿Habrá calado lo bastante el espíritu de Arafat entre quienes tienen la responsabilidad de seguir el camino que él se empeñó en mantener en un contexto sobremanera hostil? ¿Hasta dónde la explicable desesperación del pueblo palestino, por un lado, y las maniobras de sus enemigos, por otro, pueden haber minado o podrían estar minando hoy lo que debería ser un movimiento de resistencia sólido, unido, como no conviene a los opresores de ese pueblo?

El gran pretexto de Israel para arreciar el genocidio y moler literalmente a Gaza fueron las acciones de Hamas el 7 de octubre de 2023. Pero ¿no vale percibir sombras en esos hechos? Aunque los medios de “inteligencia” de Israel no sean lo infalibles que pretendían ser —como se ha visto que tampoco lo es la defensa antiaérea de la que tanto ha alardeado—, ¿serían de veras totalmente sorprendidos por el ataque de Hamas aquel día? ¿Tendría Hamas todo el poder necesario para no ser penetrado por Israel, y toda la unidad interna para que sus filas fueran puras, dicho sea con una palabra discutible en temas de tal naturaleza?

Aquel ataque de hace dos años ¿no hace pensar en algo parecido al derribo, el 11 de septiembre de 2001, de las Torres Gemelas, tragedia que dio al gobierno de los Estados Unidos el pretexto para declarar su “guerra contra el terrorismo” en “cualquier oscuro rincón del mundo”? Tinieblas, más que dudas, rondan ambos acontecimientos, y sus derivaciones.

¿No volverá Gaza a sufrir masacres mal llamadas guerras? El foco de atención en que ella se ha convertido ¿propiciará que se subvalore el hecho de que ni histórica ni objetivamente Palestina empieza ni termina en esa Franja?

La humanidad, de la que, por omisión o por comisión, numerosos integrantes han sido cómplices del martirio palestino, y de tantos otros crímenes, ¿llegará a ser plena y verdaderamente humana, en el camino marcado por quienes tuvieron una actitud digna contra los designios de los sionistas y sus cómplices, que han reeditado acciones como las perpetradas por los nazis y han sido capitalizadas por el sionismo?

Para repudiar el genocidio cometido por Israel, voces “de izquierda” han creído necesario equipararlo con los hechos del 7 de octubre de 2023, que en rigor fueron consecuencia puntual del genocidio sufrido por Palestina durante décadas a manos de Israel. Con esa “equidistancia”, con esa “imparcialidad”, las voces aludidas condenan todo tipo de violencia.

Un pensamiento de semejante índole habría impedido que en el mundo se dieran los movimientos justicieros y de liberación que lo salvaron de seguir sumido en la antigua esclavitud. No habría habido los pasos de avance que la humanidad ha venido acumulando a lo largo de siglos, aunque está lejos de haber dejado atrás todo tipo de esclavitud.

En general, la violencia podrá ser indeseable. Pero repudiar de paso la violencia revolucionaria, condenarla, es el mejor regalo que se les puede hacer a las fuerzas opresoras. Ellas no vacilan en ejercer su violencia diariamente y de manera orgánica: desde el terreno laboral —con la explotación de los trabajadores— y la vida cotidiana hasta hechos armados de represión y guerras, para lo que no tienen pudor alguno.

¿Será que los tiquismiquis de salón —incluso “izquierdistas”— contra la violencia en general, promoverá la condena de quienes, como los hutíes, llevan a cabo en un Yemen martirizado y humillado una de las pocas respuestas concretas y ostensibles hoy —si no la única más bien— contra un régimen sionista que se cree con derecho “divino” a saquear y asesinar como le venga violentamente en gana?

Si el título de “Unas pocas preguntas sencillas” advertía claramente que no pretendían ser exhaustivas, tampoco es exhaustivo el artículo que las ha retomado. El tema es demasiado abarcador y profundo, y demasiadas son las interrogantes y angustias que genera. Que la solución del conflicto en que Palestina se ve obligada a vivir bajo amenazas del Estado sionista que se plantó en territorio arrebatado a ella se perciba incierta, es un hecho grave en sí mismo y, sobre todo, porque se ubica en un contexto mundial terriblemente incierto.

¿Probará la humanidad que de veras tiene la inteligencia que supuestamente la ubica por encima de los otros seres vivos del planeta? De eso depende también el futuro de Palestina.

Imagen de portada: Tomada de Amnistía Internacional.

Foto del avatar
Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Share via
Copy link
Powered by Social Snap