Este lunes, día en que los homenajes al Apóstol despertaron al alba en casi toda Cuba, el de la UPEC en la Casa Central de la Prensa tuvo acaso el sello de la exactitud porque, hecho después de la una y media de la tarde, parecía honrar las horas exactas de los 130 años de caída a la gloria de José Martí en Dos Ríos, a la altura precisa del sol que le vio pelear y ¿morir?
Entonces, la corona de rosas blancas que los presidentes de la UPEC y del Instituto Cubano del Libro -Ricardo Ronquillo y Juan Rodríguez, respectivamente- colocaron ante la escultura del Martí-Chac Mool que el escultor René Negrín plantara un día en el jardín para que a los periodistas cubanos no nos falten lluvias mayas con las cuales regar el pensamiento del héroe, fue apenas un anticipo de las emociones que vendrían.
Ellas vinieron rápidamente, desde que el Doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, ese martiano mayor, hiciera el elogio del periodista Luis Hernández Serrano, quien presentó allí su epub Yo solo sé de amor. Entrevista Imaginaria al poeta José Martí, como antesala de la exposición con los 16 impresos de las pinturas que complementaron los textos, obras de otro gran cubano -porque la fecha los junta-: el pintor Jorge Rafael Soca Tamayo.

Pedro Pablo relató los momentos compartidos durante años con Luisito Hernández Serrano y dijo haber sigo testigo del aprendizaje de este en el periodismo; en particular con sus ideas interesantes. No obstante, admitió que cuando supo del proyecto del amigo de “entrevistar” a José Martí desde su poesía pensó que “se había vuelto loco”.

Al cabo no solo entendió el proyecto, sino que acabó prologándolo y esta tarde en la UPEC no tuvo reparos en declarar -con todo el peso de su criterio en el tema- que “Luis ha logrado una cosa maravillosa, un libro sensacional; ha hecho un aporte al periodismo cubano”.
El reputado historiador considera que la obra ayuda entender mejor a José Martí y la unidad por la cual luchaba, desde varias facetas, y que puede alumbrar nuevas maneras de enriquecer al Apóstol.
“Luisito se ha movido hablando con Martí”, afirmó el Doctor en Ciencias Históricas antes de admitir algo que Cuba entera supone: él mismo suele entablar esos diálogos. Son los diálogos de los patriotas en una lengua superior que no está en los manuales. En todo caso, el historiador sostiene que muchas otras “entrevistas” pueden hacerse al Héroe Nacional considerando la infinitud de su obra.

A juicio de Pedro Pablo, este libro será valioso tanto para los estudiantes de periodismo -de hecho, convocó a la UPEC a hallar caminos que conecten a esos jóvenes con la obra- como para los investigadores de la figura, quienes pueden apreciar cómo se buscan ángulos nuevos para tratarla.
Luis Hernández Serrano improvisó-leyó-declamó unas palabras llenas de amenidad y hondura que partieron de su certeza de mostrar algo “a su manera” y de que “todos aprendemos de todos, en cualquier momento”, esta última ejercida allí mismo como un laboratorio práctico de diálogo, patria, poesía y periodismo.
El reportero -de una “nariz” para rastrear lo interesante más grande que su propia altura física- contó cómo estrechó, “de carambola”, la mano a José Martí cuando, en 1976, entrevistó a un compatriota, ya muy anciano, que siendo niño atendió al Delegado en Tampa.
Esas carambolas, conexiones sentimentales y físicas que nutren la obra de los buenos periodistas, explican la naturaleza misma del libro, concebido tras un minucioso estudio de la poesía martiana que permitió a Hernández Serrano, como en poética ingeniería inversa, preguntarle del Héroe de Dos Ríos sobre los motivos que inspiraron sus estrofas.
Luisito comentó su felicidad porque la Editorial Pablo de la Torriente le publicara otro libro y recitó su “Glosa por el desamparo de un ciervo”, una reflexión literaria inspirada en un verso de la poesía martiana.

Calificado, en el prólogo de otro de sus libros, por Ricardo Ronquillo como “un Quijote extraño en el periodismo de la Revolución”, Luis Hernández Serrano hizo gala de esa bendita “rareza” en el gremio, apuntalada con la originalidad y el espíritu inquieto vistos de nuevo en el teatro de la UPEC.
En el día más solemne de Cuba, él fue el centro de un homenaje alegre, de celebración de la vida de José Martí, de modo que no faltaron sus anécdotas de (otros) héroes de carne y hueso ni faltaron tampoco sus décimas humorísticas.
De cualquier modo, el libro de Luisito, las palabras de Pedro Pablo, los cuadros de Soca Tamayo, el recuerdo y la esperanza que rondaron el homenaje ante múltiples colegas… pueden explicarse sencillamente en la pregunta que el autor “hizo” al poeta Martí: ¿Qué cosa es la ilusión?
Fue ahí donde, el que parecía saberlo todo, se sacó del pecho un trozo de su poema “Vino de Chianti” y nos puso a todos frente a su verdad más grande: “Yo solo sé de amor”.
Imagen de portada: “…la corona de rosas blancas que los presidentes de la UPEC y del Instituto Cubano del Libro -Ricardo Ronquillo y Juan Rodríguez, respectivamente- colocaron ante la escultura del Martí-Chac Mool que el escultor René Negrín plantara un día en el jardín para que a los periodistas cubanos “. Foto: Cubaperiodistas.