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El cuarto poder, como todos en el capitalismo, es el dinero

«Hemos creado un monstruo», afirma Pascual Serrano al aludir al poder mediático, durante un diálogo pletórico de ejemplos que sostuvo recientemente con Victoria Alfaro, directora del semanario uruguayo El Popular. Fueron unos 30 minutos durante los cuales el periodista y ensayista español abordó algunos de los asuntos esenciales que rodean hoy la práctica de la comunicación y, concretamente, del periodismo. Cubaperiodistas les ofrece una versión-resumen.

El papel de las corporaciones mediáticas en el entorno del conflicto Rusia-Ucrania, la llamada simplificación de la información, el lenguaje de odio en las redes sociales y otras realidades estuvieron entre los asuntos abordados durante la entrevista que Pascual Serrano concedió recientemente a Victoria Alfaro, directora del semanario uruguayo El Popular.

Aunque, quizá, una de las frases más lapidarias fue su aseveración de que «no puede funcionar la democracia si no estamos garantizando el derecho a informar y a estar informado», lo cierto es que todas sus consideraciones resultan útiles. Las de carácter más inmediato están relacionadas con los medios y el conflicto Rusia-Ucrania.

En opinión del colega español, la guerra ha mostrado la caída de varios paradigmas capitalistas. Entre ellos, el de la llamada libertad de expresión y el derecho a informarse que, asegura, «han quedado arrasados».

«(…) Desde el (paradigma) medio ambiental, hasta el comercial; la seguridad jurídica… Todo eso se ha desmontado tras las sanciones de los países de la OTAN a Rusia, y efectivamente, la libertad de expresión y el derecho a informarse de los ciudadanos, al menos en los países europeos, evidentemente, han quedado arrasados.

«Creo que el ejemplo más elocuente de todo eso, pero hay muchos más, es la prohibición de que a los medios rusos se pueda acceder en Europa. Es algo tremendo porque si en una dictadura lo que ocurre es que llega el ministro o el presidente de la dictadura y firma un decreto, y prohíbe un medio de comunicación, en este caso ni siquiera ha habido un dictador que firme el decreto, porque lo han prohibido directamente.

«Ha aparecido alguien, que es la Comisión Europea —que es un engendro que no ha elegido nadie, que no ha votado nadie y que no representa a nadie—, y ha decidido que los medios rusos, básicamente Russia Today, la televisión; y Sputnik, la agencia informativa, estén prohibidos, inaccesibles en todo el territorio de la Unión Europea.

«Todo eso se aceptó sin rechistar por parte de los gobiernos. No pasó por ningún parlamento, no pasó por ninguna institución judicial; ningún juez dijo nada. Todo eso tuvo la complicidad y el silencio de los medios de comunicación grandes, de los grupos, de los principales grupos de periodistas, asociaciones de periodistas que son básicamente de derecha en el caso español, y yo creo que es la muestra de que hasta esas libertades de las que se llena la boca el capitalismo, como lo es la libertad de expresión, hasta eso, algo a lo que creíamos que teníamos derecho como la libertad de expresión, ahora hemos descubierto que también era mentira».

El avezado analista apuntó que no son aquellas las únicas prohibiciones en el entorno del conflicto. Además, recuerda, se han borrado de YouTube todos los contenidos cercanos a Rusia, y se ha expulsado a muchos periodistas y analistas de medios, por sus posiciones, supuestamente, pro-rusas.

«Yo estaba en dos medios donde escribía y se me han expulsado, según ellos por posiciones pro-rusas, que no son pro-rusas, porque evidentemente nadie en Europa está defendiendo a Putin. Quiero recordar que el principal partido de la oposición en Rusia es el Partido Comunista…

«(…) El problema es que no necesariamente estamos con la OTAN. Claro, tenemos que dejar claro que lo que no vamos es a situarnos en nombre de una supuesta defensa de la legalidad internacional por parte de quienes llevan décadas violándola. No vamos a permitir que intervengamos directamente en una guerra, como estamos haciendo —dijo en alusión a Europa y la OTAN— (…) y, por supuesto, falseando todas las realidades y prohibiendo y proscribiendo cualquier ápice de análisis, no digo ya de opinión, de análisis o de información que se salga del discurso oficial».

Interrogado acerca de que si el periodismo está en peligro en medio de lo que Victoria Alfaro identificó como «este escenario de simplificación de la información que estamos viviendo», Pascual Serrano analizó que cuando se dice «simplificación», existen dos problemas en el periodismo.
Uno, dijo, es estructural, por la forma; y el otro, ideológico.

El estructural, señaló, «es esta evolución tecnológica que tenemos, que cada vez rinde culto a la brevedad, a la inmediatez, a la espectacularidad. Eso es al margen de ideología, o sea, al margen de ideologías está claro que el mensaje breve, rápido, inmediato, corto, es el que triunfa. Ese mensaje, que aparentemente es neutral porque evidentemente habla de formatos, no es ideológicamente neutral porque el mensaje corto, breve, espectacular, es el mensaje del poder establecido, es el que no quiere cambiar nada, es el del status quo, es el pensamiento hegemónico.

«Si usted quiere hacer un pensamiento insurgente, un pensamiento contracorriente, un pensamiento alternativo, se necesita tiempo para exponer, se necesita extensión para reflexionar, se necesita un entorno suficientemente profundo y no necesariamente espectacular, con lo cual ya solamente en el formato, estamos perdiendo. Ese es un primer punto».
«(….) Luego, existe el otro, el ideológico, cuando ya directamente están aplicando criterios ideológicos en los contenidos.

Evidentemente es un discurso que creo ya lo hemos dicho muchas veces: no existe el cuarto poder como vigilancia de los otros tres en la medida que el cuarto representa la ciudadanía que vigila al ejecutivo, el legislativo, el judicial… No, el cuarto poder, como todos en el capitalismo, es el dinero, y cuando es el dinero, evidentemente sirve al poder de siempre, que es el poder financiero, que es la economía de los grandes poseedores, pero con una agravante.

«Mal que bien, los otros poderes tienen algún sistema de control: el legislativo tiene una oposición, el legislativo tiene un debate; el ejecutivo tiene una oposición; el judicial, pues hay dos partes que se enfrentan, un fiscal y un abogado defensor; los empresarios tienen los sindicatos, es decir, todos tienen un contrapoder, todos los poderes ¿Quién no tiene un contrapoder?: el poder mediático; no hay nadie que controle el poder mediático, pero es que, además, no representa a nadie, nadie lo ha votado, nadie lo ha elegido, y encima, hemos visto con las fake news que, encima, pueden mentir con impunidad. Hemos creado un monstruo, el monstruo que tiene más poder de todos, el menos democrático, el menos representativo, y que sirve, como siempre en el capitalismo, al dinero».

También le pidió Victoria Alfaro su opinión acerca del discurso de «las dos campañas», o las dos visiones de un mismo tema.
«Creo que ese es otro falso mito, las dos visiones o la equidistancia. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: imagínate que ahora uno quiera explicar la Segunda Guerra Mundial, y en la Segunda Guerra Mundial en Alemania se enfrentaron dos grupos, unos señores que eran judíos y otros señores a quienes no les gustaban los judíos. Y parece que unos mataban a algunos de los otros… Ya vamos a traer dos testigos: pues un judío que lo cuente, y luego traes un nazi que lo cuente. O la semana pasada un grupo de neonazis apaleó aquí a una persona de color, vamos a ver las dos partes. Entonces traes a un grupo de neonazis a que expliquen, por qué ellos apalean a los de color, y a los de color que expliquen, no sé, cómo corren cuando los van a apalear. Supongo que sea esa la explicación que van a dar, ese es el concepto, el falso concepto de una equidistancia que nos quieren hacer creer; es decir, su concepto de pluralidad: poner a la misma altura al verdugo y a la víctima. Tiene que haber un periodismo que reniegue de eso.

«(…) Te voy a poner otro ejemplo. Hace unos años hubo un derrame petrolero en una costa de España, en Algeciras. Entonces los ecologistas dicen que el petróleo, el derrame está apenas a cien metros de la costa, y la empresa petrolera y el gobierno de turno dicen que no, que está a dos kilómetros. Llega el periodista y dice: «Bueno, el gobierno dice que está a dos kilómetros y los ecologistas dicen que está a cien metros», y así se resolvió…

«Mira, el periodismo nació para que usted se fuera allí y viera dónde coño estaba el petróleo y me lo contara; eso es hacer periodismo, porque para que usted me cuente lo que diga cada uno, eso no es hacer periodismo; el periodismo es que usted fuera y me lo contara. Pero yo estoy convencido de que al 90 por ciento de las audiencias le pareció natural que el periodista dijera: «Unos dicen que está a cien metros y otros dicen que está a dos kilómetros». Oiga, es irse allí y ver dónde está el petróleo.

«Nadie percibió que se estaba vulnerando el concepto esencial del periodismo. Todo eso es lo que yo creo que tenemos que denunciar muchas veces».

En cuanto a la utilización del odio y la ira en Internet y sobre todo en las redes sociales, Pascual Serrano opinó que aunque tiene cosas buenas, una de las más perniciosas que tienen las redes, igual que los medios, «son las cosas que venden y las que no venden, como todo en el mercado».

«A mí, más que el odio, me gusta hablar de la ira, que la ira vende. Si tú provocas ira en las redes consigues más re-tuits, consigues más likes, consigues más cosas incluso escuchando al enemigo. Uno reacciona más a la ira que al pensamiento sensato, por llamarlo de alguna manera. Ocurre que eso lo explotan las redes, lo explotan las empresas. Existen mecanismos, existen algoritmos que saben qué cosas se activan, de contenidos; y eso provoca que funcione más la ira.

«En política ocurre lo mismo. Otra proyección de los medios de comunicación es que el político, o el líder social, que tiene unas relaciones, unas opiniones y unas valoraciones sensatas, moderadas, razonables, equilibradas, ese aburre; aburre, mientras que el que insulta y dice una barbaridad, y hace una tropelía, ese evidentemente consigue que el medio… (…) Yo creo que con los medios pasa como con el perro de Pavlov en el conductismo; el perro de Pavlov, cuando oía la campana, segregaba jugos en el conductismo… Pues algo así pasa; el medio te premia cuando insulta el político y cuando es agresivo, entonces el político insulta y se pone agresivo, porque sabe que consigue más premio en tiempo de televisión o en espacio. Todos sabemos muchos ejemplos de una intervención en un parlamento donde, en un discurso sensato, razonado, de media hora, los periodistas se han quedado con el momento en que el tipo pegó el insulto, hizo la tontería; o le pegó un golpe de mangas al de enfrente. Eso es lo que le gusta a los medios (…)

«Quiero dejar claro que hay una responsabilidad por parte de los medios con su odio, cómo se premia el odio en las redes porque crea audiencia, y a la hora de hablar de medios de comunicación, porque también aumenta expectación. Eso condiciona, desgraciadamente, a los ciudadanos con la ira en las redes, y a los políticos con la agresividad en sus relaciones públicas».

Pascual Serrano también opinó que «faltan muchas cosas» en relación con la situación actual del periodismo y, concretamente, con la comunicación contrahegemónica.
«Evidentemente, unas son culpa nuestra y otras no. Yo siempre reivindico primero, profesionalidad. Creo que uno de los grandes problemas que he visto —y sobre todo en algunas experiencias de algunos países donde había gobiernos progresistas o por lo menos dignos, que apostaron por la comunicación alternativa—, vi que no consiguieron el suficiente nivel ni de cualificación ni de formación.

«Muchas veces se piensa que el periodismo alternativo era, en algunos países que no voy a citar, empezar a repartir en los barrios cámaras de televisión, o dominios web para que hicieran medios. Esto es como querer mejorar la sanidad repartiendo fonendoscopios por las calles.

No, no se pueden repartir cámaras de video en los barrios populares para que todos graben porque queremos la comunicación popular.

«Comunicación popular no es que todo el mundo esté hablando y todo el mundo esté diciendo porque, además, ya no hay gente para verlos todos. Al final, lo único que se conseguía con la comunicación popular era eso: una entrevista en un sótano sin iluminación, desenfocada, que duraba tres horas, y que la colgaban ahí y que no la veía ni Dios. Eso también hay que reconocerlo como un error nuestro. Hay que tener calidad, hay que cumplir con unas determinadas condiciones técnicas.

«(…) Yo creo que hay que mejorar técnicamente. Lo digo porque como siempre lloramos y le echamos la culpa al imperialismo de todo, pues alguna vez habrá que decir que algo tenemos que mejorar nosotros.

«Luego está lo que evidentemente todos conocemos, es decir, el control férreo por el oligopolio económico de todos los medios de comunicación, de las pocas grietas que hay para que salgamos; el control de todo el espectro radioeléctrico por parte de las grandes empresas de las emisoras de radio y televisión; las necesidades impresionantes de inversión que requiere un periódico en papel o una televisión, inaccesibles e imposibles para las organizaciones populares. Eso, evidentemente, crea una situación injusta; además, hay que decir que supone un deterioro de la democracia.

«(…) A mí no me gusta hablar de libertad de expresión sino de derecho de informar y estar informados (…), Si usted no garantiza, bueno, algo que en el caso español aparece en el artículo 20 de la Constitución, el derecho a la información veraz (…), si yo no sé lo que está pasando en Ucrania, si yo no sé lo que ha pasado en el Chad, y si yo no sé lo que ha pasado en la fábrica de al lado, que están en huelga y que no han querido contármelo, evidentemente no se está cumpliendo la Constitución.

«Y si no tengo una información veraz, evidentemente no estoy creando un ciudadano capacitado en democracia para poder intervenir con sus decisiones en el mecanismo de funcionamiento de una democracia, en el voto, en valorar a su propio gobierno, es decir, no puede funcionar la democracia si no estamos garantizando el derecho a informar y a estar informado, y en la medida en que el control mediático está asumido por un oligopolio, las democracias no funcionan, no existen y no van a ser reales.

«(…)Entendemos que la única garantía de que esos derechos se cumplan están por parte de los estados, porque ninguna empresa te va a operar del corazón si no tienes dinero, ninguna empresa va a alfabetizar a tu hijo si no tienes dinero; va a tener que ser el Estado con sus recursos públicos y con los derechos que, entendemos, sociales (…) Del mismo modo el derecho a informarse es una de las obligaciones del Estado, al que nunca debemos de olvidar que es el responsable último de que los ciudadanos estén informados.

«Por tanto, yo creo que es importante con medios públicos, con medios colaborativos ayudados, con mil mecanismos que haya, exigir a los estados que igual que hace hospitales y hace colegios, pues tiene que garantizarnos la información.
Interrogado en torno a las fake news y a quién favorece la desinformación, Serrano apuntó que es un asunto complicado.

«Primero, porque existe una parte casi diría yo psicológico-patológica, y es que estamos en los tiempos de post verdad y de la emoción, es decir, estamos en unos tiempos en los que parece que es el sentimiento y la emoción primaria (…) Hay un relativismo con respecto a la razón en la que parece que la verdad es relativa, entonces ya todo forma parte del sentimiento. En esencia, la posverdad, lo explicaba el equipo de Trump: yo siento que gano las elecciones, yo siento que determinada cosa (…) Es un principio del postmodernismo desde Derridá, el postmodernismo ya decía de que la verdad no existe y que todo es relativo.

«No, no, no, ¿cómo que no existe la verdad? Si perdemos el elemento científico de lo que es verdad y mentira estamos jodidos. Ese es el primer elemento filosófico en el que se legitima la post verdad, es decir, se reniega de la razón, se reniega de la racionalidad, y a partir de ahí luego viene lo siguiente (…) vienen las fake news o las mentiras.

«Las mentiras han existido hablando en términos de los medios de comunicación, lo que ha ocurrido es que ahora alarma más porque ya ahora miente todo el mundo, ya hasta nosotros podemos mentir, lo cual ya es intolerable. Claro, a mí me parece mal que mintamos nosotros, a ellos les resulta intolerable que ya no solo puedan mentir ellos.

«Es decir, en el problema de las fake news evidentemente gana quien necesita imponer la mentira en su tesis. Desde la izquierda entendemos que los principios, los valores, los datos, nuestros objetivos, nuestras luchas y nuestras realidades, forman parte del mundo de la verdad y de la honestidad, es decir, no necesitamos las fake news, no debemos utilizarlas, debemos luchar contra ellas y debemos evitarlas ahora, que estamos en el peligro de poder ejecutarlas también por las redes.

«Cómo se lucha contra las fake news? Bueno, hay una cosa importante que también he comentado algunas veces, pero nadie me hace caso, yo creo que también el Estado ahí tiene que cumplir funciones. Si en el supermercado donde yo compro la carne está podrida, evidentemente multan al del supermercado; si el señor que hace un puente, el ingeniero, el puente se hunde, entonces el Estado interviene y mete en la cárcel al ingeniero por el que se hundió el puente; si el médico que me tiene que operar del ojo derecho se equivoca y me opera del ojo izquierdo, evidentemente también la legalidad actuará sobre él. Pero, en cambio, en el periódico, el periodista que miente, a ese no le pasa nada. Es decir, tenemos que exigir que los poderes públicos no permitan las fake news, no permitan las mentiras. Eso es gravísimo.

«En una dictadura, ¿cuál es la censura en una dictadura tradicional? La censura en una dictadura tradicional es decir que determinadas cosas no se pueden decir porque si las dicen meto al tipo en la cárcel. Bien, eso es una censura. ¿Cuál es la censura en estos modelos democráticos de libertad de expresión modernos? Se puede mentir gratis, que no pasa nada, con lo cual si yo entierro la verdad la con cien mentiras y el ciudadano no puede saber diferenciar la verdad y la mentira, es magnífico, he conseguido legalizar la censura. Es tremendo, ya he conseguido que la censura pueda funcionar porque como ya ni siquiera sé lo que es verdad y lo que es mentira, y encima salgo a desmentirlo y el ciudadano puede decir: “Bueno, ¿y porque tú desmentido es el bueno y no es el del otro?”. Ya he conseguido la censura impoluta, la censura perfecta, la censura legal, la censura democrática».

Tomada de El Popular

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba