TESTIMONIO

La Aurora de Matanzas: insignia del periodismo insular

Tras un año y cuatro meses de haberse fundado la Diputación Patriótica de Matanzas, el 30 de mayo de 1827, como filial de la Sociedad Económica de Amigos del País, en esa urbe de la región occidental de Cuba, salió de imprenta, el 2 de septiembre de 1828, el primer número de uno de los diarios más prestigiosos de la época colonial insular, La Aurora de Matanzas, “El príncipe de los periódicos cubanos del siglo XIX”, como lo calificó Pedro José Guiteras Font, fundador de la escuela popular matancera La Empresa, prestigioso pedagogo, historiador, escritor y ensayista.

La afirmación del también autor del conocido libro Historia de la Isla de Cuba (Editado por Habana, Cultural, 1927) se sustenta en que en esa época de la dominación española no existía otra publicación que pudiera igualarle, tanto por la prontitud y veracidad de sus informaciones y comentarios, como por la calidad literaria de sus artículos de costumbres y temas literarios, históricos y científicos, poemas y novelas, así como de sus folletines, suplementos y anuncios; amén de la reproducción en sus página de textos aparecidos en reconocidas publicaciones cubanas y extranjeras, estas últimas generalmente españoles. Fue, asimismo, el primer periódico en Cuba que publicó crónicas de guerras acontecidas en otras latitudes del orbe.

Tales características igualmente propiciaron que otras grandes figuras de la cultura cubana, como Antonio Bachiller y Morales y Carlos M. Trelles elogiaran el diario e incluyeran en sus trabajos bibliográficos muchos de sus contenidos, particularmente los relacionados con la historia y la cultura.

La Diputación Patriótica de Matanzas, como las demás delegaciones establecidas en el país en la década de los años 20 del Siglo XIX, tenía entre sus fines atender el crecimiento económico, científico y técnico del territorio, así como su  adelanto  espiritual a través del establecimiento de bibliotecas públicas, escuelas, asilos benéficos y otras. Derivado de ese interés se creó La Aurora de Matanzas, un medio aclamado por un poderoso sector social que lo necesitaba para expresarse y ver reflejados no solo sus intereses económicos y comerciales, sino también lo mejor de la cultura local y nacional. De ahí la firmeza con que apareció y perduró durante casi un siglo.

El primer ejemplar se imprimió en la imprenta de los hermanos José y Antonio Pereira, el primero fue su primer director hasta febrero de 1831 y el segundo, su impresor. Ambos interesados y entusiasmados por el cada vez mayor desarrollo económico, social y cultural de la urbe en las dos primeras décadas del siglo XIX, favorecido por la introducción de la imprenta allí en 1813, aspiraban a revolucionar el desarrollo de la cultura matancera, tanto por sus innovaciones tipográficas como por su contenido literario, político y sociológico.

Pero José, ni su hermano, eran hombres con suficiente cultura para asumir tal reto, motivo por el cual se auxiliaron del colombiano radicado en aquella ciudad, Félix Tanco —amigo íntimo de Jesús del Monte y años después autor de la novela antiesclavista Petrona y Rosalía— quien se sirvió para este fin de tres matanceros amantes de las letras: José Ibarra, José B. Ponce, José M. Casal —los tres José, como los llamaba Tanco—, además de Jaime Badía.

La Aurora de Matanzas tenía como bajante en su título la frase: “Diario político-mercantil de Matanzas”. Seguidamente, hacia la parte superior izquierda de la primera página, un suelto caracterizaba al impreso mediante estas líneas textualmente extraídas de la edición del domingo 16 de febrero de 1833:

“Este periódico publica todos los asuntos del gobierno.— Su suscrición en Matanzas vale dos pesos al mes.— En la Habana tiene el mismo precio , y se admiten suscritores en este último punto de la calle de la Muralla , receptora del papel sellado al cargo de don Antonio Noreña , segunda cuadra desde la Plaza-Vieja ; y en la librería de don Nicolas Ramos , esquina del Boquete , frente del Parque de artillería :  extramuros , en la calle Real de la Salud , esquina opuesta al campanario viejo de Guadalupe.— Se advierte que á los suscritores de la capital se les llevará este diario a sus casas , y le recibirán tres o cuatro veces a la semana.— En Matanzas se suscribe en la imprenta del gobierno”. (Sic.)

De tal modo se evidencia la resonancia de La Aurora… entre los lectores de la capital, los cuales igualmente recibían con agrado las novedades matanceras escritas por relevantes redactores como Ramón de Palma, Cirilo Villaverde, Domingo Del Monte, Juan Clemente Zenea, José de Ibarra, Francisco E. de Abreu, Ricardo del Monte e Idelfonso Estrada, entre otros. Igualmente en sus páginas colaboraron figuras de la talla de José Antonio Saco, José María Heredia, José Jacinto Milanés, Diego Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), Gertrudis Gómez de Avellaneda, Miguel Teurbe Tolón, Esteban Pichardo, Emilio Blanchet, Francisco Poveda y José Fornaris.

Con tales firmas en su contenido, es de suponer la rápida aceptación y prestigio de la publicación que también se dio a conocer en otras regiones del país, como en Camagüey, donde tomaba fragmentos de noticias, resúmenes de órdenes judiciales y otros datos de interés aparecidos en la Gaceta de Puerto Príncipe y los insertaba en la sección Extracto de periódicos de esta Isla; y de este modo mantenía a los lectores al tanto del acontecer cotidiano en el resto de la nación, valiosa iniciativa en tiempos en que aún no existía la radio ni otro medio de comunicación que no fuera la prensa escrita y el telégrafo.

El impreso matancero, a lo largo de su existencia hasta su cierre en diciembre de 1900 tuvo infinidad de secciones. Algunas se mantuvieron, otras se modificaron o desaparecieron, pero siempre dedicó espacios fijos a la información sobre el acontecer de la ciudad, la isla y del resto del mundo, además de noticias relacionadas con las disposiciones oficiales, el acontecer judicial —delitos de diversa índole y sus procesos penales—, la actividad mercantil del concurrido puerto matancero; así como crónicas, anuncios clasificados, variedades (modas y chismes de la alta sociedad—, literatura, adelantos científicos, comentarios y reflexiones que atrajeron el interés de los más diversos lectores. El periódico, ante tal demanda, crecía en formato y en su número de páginas.

Entre las secciones más vistas se encontraban las tituladas Sala capitular, Moral, Tertulias de las señoritas del Yumurí, Noticias de Matanzas, Revista Local Habanera, Noticias políticas, Estadística Militar, Variedades, Tribunales, Avisos de Teatro, Comunicados, Noticias Científicas, Música, Modas, Costumbres, Industria, Agricultura, Educación, Crítica Literaria, Parte Mercantil, Parte Económica, Mesa Revuelta, Observatorio Matancero, Misceláneas, Diario Histórico, Revista de Periódicos del Interior, Mosaico, Revista General, Telégrafo, Reseñas del Mes, Biografías, Temperatura, Taracea, Memoranda, Remitidos y Poesías, entre otras.

Al revisar los ejemplares existentes de La Aurora de Matanzas, pueden conocerse detalles sobre relevantes acontecimientos ocurridos en ese territorio y en otras partes de la geografía nacional, como el desarrollo arquitectónico de la ciudad, el movimiento portuario y el extraordinario progreso cultural que en el siglo XIX se registraba en Matanzas. Asimismo se puede apreciar abundante información sobre la esclavitud, a través de los anuncios de venta, compra, alquiler y fugas de esclavos.

Reconocido como un medio oficialista, vocero de los intereses de las clases económica y políticamente dominantes, en el preciado impreso también es posible encontrar importantes asuntos de trascendencia social, como la inauguración de la Biblioteca Pública, el empedrado de las calles, la construcción de la nueva Plaza del Mercado, la restauración o inauguración de los hoy célebres puentes que se erigen como emblemas de la urbe, el arribo allí del ferrocarril, la bendición de las iglesia de Pueblo Nuevo, las transformaciones en la Plaza de Armas y la instalación del alumbrado de gas, entre otros muchos.

Durante su larga existencia igualmente sufrió cambios en el formato, la tipografía, el contenido, la dirección y el nombre. Sucesivamente se llamó La Aurora de Matanzas, Aurora de Matanzas, La Aurora, La Aurora de Matanzas nuevamente y en 1857 cambió nuevamente de nombre al fusionarse con el Yumurí y comenzó a llamarse La Aurora del Yumurí.  Sus directores fueron:  José Pereira (1828-1831); Tiburcio Campe (1831-1833), Francisco Coronado (enero-julio 1857), Rafael Otero (1859-1861), José Quintín Suzarte (1864-1868), José de Armas Céspedes (1868), Francisco de P Flager (1872), Ernesto Lecuona (1883), Pedro Alejandro Boissier (1885) y José Franco (1890).

La Aurora de Matanzas es referente imprescindible del desarrollo económico y cultural de la provincia de Matanzas y de buena parte del territorio nacional, incluyendo la capital, durante más de ocho décadas del siglo XIX, lo cual lo sitúa como el medio de prensa de más larga duración durante toda esa centuria, en tanto está considerado como uno de los mejores periódicos políticos y literarios de la nación cubana, motivo por el cual es objeto de interés para analistas, investigadores y estudiosos de diversas ramas de la sabiduría.

La Biblioteca Gener y Del Monte, de Matanzas, atesora buena parte de la colección de este diario que asimismo es uno de los más valiosos referentes en el estudio de la historia local. Aunque constituye una de las recopilaciones de prensa más completas del país, en la hemeroteca de la prestigiosa institución se conservan aislados ejemplares del año 1829, y a pesar de que no existen números de los años 1834 y 1839, de la década de los 30 de ese siglo se guarda el mayor número de tiradas. Del resto de los períodos sí existen más volúmenes en archivos.

Entre sus más significativos aportes al periodismo insular vale destacar que el 29 de diciembre de 1874, bajo el titular de Un Juego de Pelota, publicó la primera crónica beisbolera de nuestro país, de Latinoamérica y segunda del mundo, sólo antecedida por Estados Unidos.

La Aurora de Matanzas, según  Bachiller y Morales, contribuyó visiblemente al adelanto en el periodismo, en la esencia y hasta en la belleza de las formas e historiadores y estudiosos afirman que la mayoría de edad del periodismo matancero quedó marcada a partir del 2 de septiembre de 1828 cuando comenzó a publicarse este diario.

Gran valía de un periódico que hoy es emblema en la historia del periodismo cubano.

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