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Teletrabajo: ¿nuevas tecnologías o nueva mentalidad?

La primera vez que el teletrabajo estuvo en boga fue en 1973, a raíz de la crisis petrolera que puso a varios países de Occidente en jaque y en especial, a Estados Unidos.

Otra crisis, esta vez sanitaria, lo pondría de nuevo en el centro de atención: la pandemia de la COVID-19.

De hecho, en 2020, uno de los cambios más significativos es lo que muchos consideran como el mayor experimento de teletrabajo de la historia.Todo parece indicar que esa forma de organización laboral llegó para quedarse y será igual de importante en el año que recién comienza.

Para algunos, la COVID-19 significa quedarse en casa alejados de la rutina laboral. Para otros, adaptarse a nuevas dinámicas de trabajo, con características muy bien definidas, como explica el analista de tecnologías MSc. Enrique Bris, al espacio Observatorio Científico de Canal Caribe.

«Se pasa de hablar de horas en el puesto de trabajo a horas dedicadas al trabajo. Ahora bien, para aprovechar las potencialidades del teletrabajo, los empleadores deben garantizar el acceso y la interacción de los empleados, vía telecomunicaciones en cualquiera de sus variantes y es responsabilidad de los empleados su participación efectiva en acciones individuales y colectivas, sin requerir una constante fiscalización por los distintos niveles administrativos».

Las dos caras de una oportunidad laboral

Como parte del teletrabajo, el empleado organiza su rutina, acomoda el entorno laboral a sus gustos y pasa más tiempo en familia. «Pero no todo en el teletrabajo es simple», alerta el profesor Bris.

«Por ejemplo, requiere de un individuo con un efectivo autocontrol y profesionalidad. Los empleadores han de evolucionar hacia un nuevo tipo de pensamiento que incluya relaciones de nuevo tipo con los empleados, diferentes a las clásicas presenciales».

Combinar la vida en familia y las responsabilidades laborales en un mismo entorno, es uno de los retos que plantea el teletrabajo. Foto: Tomada de Internet
«Es responsabilidad del empleado la separación entre trabajo y vida, algo que puede resultar complicado de resolver por lo inusual de la situación. Requiere de nuevas competencias por parte del empleado, que ahora forma parte de un equipo virtual al que debe integrarse. Se reduce drásticamente la interacción social», señala el experto.

Desde las redes, el debate

A partir de la experiencia de teletrabajo en Cuba durante la pandemia, desde las redes sociales del Observatorio Científico, varios usuarios comentaron sobre la necesidad de una mejor infraestructura tecnológica en el país y de impulsar vías más asequibles para disponer de conexión a Internet.

También compartieron puntos de vista sobre la importancia de un cambio de mentalidad en los empleadores al evaluar un trabajo que no se realiza en la tradicional jornada de ocho horas.

«Por tanto, estamos hablando de aspectos de orden socio-cultural y empresarial-organizativo más que de “problemas tecnológicos”, enfatiza Bris.

«El trabajo pasa a ser aquello que hacemos por encima de dónde lo hacemos. Aun en el supuesto de que se cuente con una estructura tecnológica de soporte de última generación, el pensamiento empresarial tiene que definir y propiciar las modalidades de trabajo remoto que pueden resultar efectivas en cada caso».

«Los sistemas informáticos y de telecomunicaciones existen ya hace unos buenos 20 años -al menos- por tanto, una vez más, estamos ante una situación que requiere el desarrollo de un nuevo pensamiento, nuevas estrategias -esencialmente- humanas».

(Tomado de Canal Caribe)

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