LEY DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

La función social de la prensa

La Unión de Periodistas de Cuba me invita a participar en la Jornada por el Día de la Prensa Cubana, del 5 al 14 de marzo de 2021, que tendrá como colofón, la publicación de un dossier sobre la función social de la prensa.

Esto me obliga a recordar que mis primeros pasos en el periodismo los di en la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando estudiaba -de noche porque trabaja por el día- en la Escuela Profesional de Comercio de Santa Clara.

Fueron los tiempos de la dictadura de Fulgencio Batista, cuando muchos jóvenes cubanos nos rebelamos y actuamos contra la tiranía.

En la Escuela de Comercio de Santa Clara se destacaba la figura de Ramón Pando Ferrer por sus acciones contra la tiranía. Bajo su liderazgo participamos en Santa Clara en la marcha de las antorchas en homenaje a José Martí y contra la dictadura de Batista. Pando era mi vecino en la calle San Vicente entre Máximo Gómez y Callejón del Carmen. Fue asesinado y su cadáver desaparecido por los sicarios de la tiranía.

En la Escuela de Comercio de Santa Clara Ramón Pando Ferrer también estudiaron y actuaron contra el régimen batistiano los compañeros Armando Choy, José Julio Rivas Herrera y Francisco Ramos.

Recuerdo que teníamos un boletín tirado a mimeógrafo en el cual hice mis primeros escritos periodísticos.

Pasaron los años. Triunfó la Revolución Cubana. Reanudaron sus actividades las Universidades cubanas. Obtuve matrícula gratis como trabajador a cargo del sostén de mi familia en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas; cursé tres semestres de la Carrera de Ciencias Comerciales, y el rector de ese Centro de Altos Estudios, Mariano Rodríguez Solveira, fue nombrado Embajador de Cuba en Ecuador, y me pidió lo acompañara como Secretario.

El era mi profesor de Derecho Civil y nos habíamos conocido cuando yo laboraba como Auxiliar en la Sección de lo Civil de la Audiencia de Las Villas. Lugar que frecuentaban algunos abogados revolucionarios como Osvaldo Dorticós Torrado, quien sería después Presidente de Cuba.

Viajé de Santa Clara a La Habana. Pasé un curso en el Departamento de América Latina de la Cancillería cubana que incluía conocimientos de Protocolo y Derecho Internacional, y viajé a Quito, donde conocí, entre muchas personalidades amigas de la Revolución Cubana, a Pedro Jorge Vera, Director de la Revista Mañana, con quien colaboré –mediante un seudónimo— en esa publicación ecuatoriana.

Fue, desde la diplomacia, mi reencuentro con el periodismo.

En Quito también grabé en la Embajada de Cuba algunos discursos del Comandante Fidel Castro que luego transmitíamos en Radio Cosmopolita, propiedad del ecuatoriano José Buenaño, un simpatizante de la Revolución Cubana.

Finalizada mi misión diplomática en Ecuador retorné a Cuba en enero de 1962 y pocos meses después fui designado por el Canciller Raúl Roa García a cumplir una nueva misión diplomática, esta vez en Chile.

En la nación austral conocí a muchos periodistas progresistas, todos los cuales tenían apodos: Carlos Olivares era “El Perro”, José Tohá era “El Flaco”, el corresponsal de la Agencia Prensa Latina, Carlos Jorquera era “El Negro”. El director de la Revista Punto Final, Manuel Cabieses era “El Gordo”, Alberto Gamboa, director del diario CLARIN, era “El Gato”, Mario Díaz era “El Chico Díaz”, todos brillantes periodistas que fueron mis amigos y también importantes fuentes de información para la Embajada y la Cancillería cubana.

Recuerdo que en el diario “El Siglo”, órgano del Partido Comunista de Chile, y gracias al apoyo de la colega Eugenia Neves, publiqué con su nombre algunos artículos en defensa de la Revolución Cubana, entre 1962 y 1964.

En Radio Habana Cuba estuve físicamente en 1964, al terminar la misión diplomática en Chile, y participé como invitado en un programa dirigido por la profesora Paz Espejo y otros amigos chilenos, entre ellos el colega Orlando Contreras, titulado “Frente al Reformismo Burgués, la Revolución del Pueblo”, nombre sugerido por el Comandante Fidel Castro.

Pero en realidad fue dos años después que me inicié en el periodismo, mediante la fundación -con el compañero Germán Sánchez- de la Revista OCLAE. Ambos éramos estudiantes en diferentes Escuelas de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana.

Fue en 1966. Yo estudiaba en horas de la noche en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana, inicialmente dirigida por el profesor Fernando Albarez Tabío, mi profesor de Derecho Constitucional Comparado y Cubano.

Germán estuvo poco tiempo en la Revista OCLAE, pero contribuyó con sus valiosos artículos y ensayos sobre América Latina. Yo estuve poco más de un año, hasta pasar al entonces vespertino “Juventud Rebelde”, desde donde continué durante un año más dirigiendo la Revista, que tenía su sede en la casona de calle 23 esquina a H.

La OCLAE estaba presidida por Arquímedes Columbié, en representación de la Federación Estudiantil Universitaria de Cuba, e integrada también por representantes de organizaciones estudiantiles de Uruguay, Puerto Rico, República Dominicana y otros países de Nuestra América.

La experiencia en la Revista OCLAE, de frecuencia mensual, fue extraordinariamente valiosa para mí. Recuerdo que logré atraer a valiosos colaboradores, entre ellos Mario Mencía, Roberto González Gómez, Enrique López Oliva, Francisco Garzón Céspedes y René de la Nuez.

Juventud Rebelde fue una experiencia que contribuyó a mi formación como periodista.

Laboré siempre en la página internacional y durante un año compartí con tres directores: Miguelito, Sautié y Guerrita.

Y pude compartir con un gran amigo de mi padre: el narrador Onelio Jorge Cardoso, quien laboraba en el segmento para niños.

Armando Hart Dávalos, quien era entonces el Organizador del Partido Comunista de Cuba, me pidió en 1968 que pasara a la Agencia Prensa Latina, donde laboré con los directores Pepín Ortiz y Manuel Yepe Menéndez, hasta mi traslado a Radio Habana Cuba en agosto de 1973.

Fueron cinco años de intensa labor periodística, durante los cuales colaboré con varios medios de prensa cubanos, especialmente la revista Bohemia, para la cual elaboramos cada semana la Sección Internacional, y pude realizar varias coberturas importantes, la más significativa de ellas la gira del Comandante Fidel Castro desde Conakry, Guinea, en mayo de 1972, hasta Moscú, dos meses después, en la antigua Unión Soviética.

Desde Prensa Latina inicié mis colaboraciones con la televisión cubana, especialmente en el programa RAICES DE NUESTRA HISTORIA, que fue inaugurado por Faustino Pérez y realizamos desde los estudios del FOCSA para dar seguimiento al discurso de Fidel Castro del 10 de octubre de 1968.

A partir de 1973 pasé a laborar en Radio Habana Cuba, desde la cual mantuve mis colaboraciones con la televisión cubana, de manera destacada en el espacio HOY MISMO, cada noche durante siete años, y en los años 1988 y 1989 realicé 42 programas ANGULO ANCHO, por lo cuales fuí merecedor Premio Anual de Televisión de la UPEC en 1989, a propuesta del colega Julio García Luis.

Fue inolvidable para mí cubrir para la televisión y Radio Habana Cuba la primera visita del Comandante Fidel Castro a Quito, en agosto de 1988, cuando asistió a la toma de posesión del presidente ecuatoriano Rodrigo Borja.

Y fue también una de las experiencias mayores como colaborador de la televisión cubana cuando en enero de 1998 narré las cuatro misas celebradas por el Papa Juan Pablo II en Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana.

El trabajo en una revista de frecuencia mensual, en un vespertino como Juventud Rebelde, en distintos espacios de la televisión, en la Agencia de Noticias Prensa Latina y finalmente en la emisora internacional Radio Habana Cuba, donde he realizado diversas funciones durante 47 años, completó mi formación integral como periodista y mis experiencias sobre la muy importante función de la prensa en Cuba.

En abril de 1987 recibí de manos del entonces Ministro de las FAR, Raúl Castro, la Réplica del Machete de Máximo Gómez.

En 1989 merecí el Premio Anual por mi trabajo en la televisión. Dos años después idéntico Premio pero por mi trabajo en la radio. En el 2005 el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, y al año siguiente el Premio Nacional de la Radio, también por la obra de la vida.

Para mí, y lo he dicho en muchas ocasiones, el periodismo es un sacerdocio. Lo he practicado en todos los medios y lo realizo hoy, además, en las redes sociales, el escenario donde se libra la batalla principal por la verdad de Cuba.

La Habana, 14 de marzo de 2021

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