COLUMNISTAS

Una vez más ¡Qué viva Bolivia!

El pueblo boliviano dio este domingo 18 de octubre un ejemplo, del cual habrá que sacar numerosas lecciones.

Ahora, ante la evidencia incontrastable, salen los golpistas del gobierno de facto y de la OEA cuyos nombres no vale la pena pronunciar, con declaraciones engañosas procurando al menos una presencia -por más que mediocre- en medio de esa aplastante victoria. Una victoria imposible de ocultar, ganada por el pueblo a pesar de sucesivas suspensiones, persecución de líderes populares, obstáculos a observadores, de medidas de última hora y de inexplicables demoras.

Probaron, con la mayoría absoluta del voto de la ciudadanía, su confianza en la fórmula presidencial del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), para que sigan al frente de la obra humanista interrumpida por el golpe de Estado del 2019.

Todo un ejemplo de civismo y de conciencia política, porque no se trata simplemente del reconocimiento de las normas vigentes en la Constitución boliviana, de observarlas limpiamente, se trata de una conciencia política nacida de las luchas ancestrales de los pueblos originarios, de las luchas obreras, de la memoria histórica que vive en el pueblo, de los cambios realizados por el camino boliviano al socialismo.

El contenido democrático de lo ocurrido solo podía darlo el pueblo. Las palabras vacías de quienes hablan de democracia solo como una hoja de parra para saquear al país y cometer los mayores desmanes suenan ahora más huecas que nunca. Es que cualquier magnitud de democracia real, verdadera, solo puede venir del pueblo.

Vienen a la memoria de inmediato los políticos perseguidos, golpeados, encarcelados, asesinados, sus familias maltratadas, vejadas, la brutal represión de las manifestaciones populares, la prensa amarilla y canalla apoyando los designios dictatoriales de la ultraderecha del país.

Lo ocurrido no se debe a campañas mediáticas financiadas con millones, no se debe prácticas políticas espurias, es una victoria que no está envenenada por la demagogia. Se ha logrado por la construcción social, la organización popular, la inclusión, el ejemplo en el ejercicio gubernamental.

Mientras la derecha que en pocos meses ejerciendo un poder dictatorial destruyó la economía del país, revirtió los logros sociales y reprimió salvajemente, se dedicó en los meses antes de las elecciones a procurar subterfugios legales para evitar la participación del MAS en las elecciones, perseguir a sus referentes más importantes con acusaciones espurias, la fórmula popular del MAS-IPSP trabajó cara a cara con el pueblo, reuniendo fuerzas, potenciándola mediante propuestas de gobierno que tienen su asidero en lo hecho en la práctica por esa fuerza política en beneficio de todos los bolivianos.

Vuelve Bolivia a los primeros planos del devenir continental y mundial de la mano de una promesa cierta de buen vivir, sin odios, incluyente, humanista. Los supremacistas blancos, la ultraderecha, los golpistas, los proimperialistas  podrían aprovechar la oportunidad de aceptar humildemente la superior razón popular en lugar cocinarse en un odio destructivo. Sería mucho pedir.

Los pueblos del mundo compartimos hoy con el pueblo boliviano una victoria que consideramos propia por cuanto nos enaltece y porque reafirma con su ejemplo que no todo está perdido, que sí se puede, como sí se pudo y sí se podrá. Y que nos compromete a apoyarlos en la tarea inmediata de defender esa victoria, consolidarla y retomar el camino de la reconstrucción del Estado plurinacional. Una reconstrucción que sabemos tomará en cuenta el aprendizaje que emana del reconocimiento y superación de los errores y las deficiencias, y de -las experiencias acumuladas en la tarea inexcusable de defenderse a sí misma.

El pueblo boliviano habló en las urnas. Dio muestras de buena ciudadanía, de decencia política y de paciencia, sabedor de sus fuerzas internas. Pero sería ingenuo pensar que por esta victoria, trascendental para Bolivia y para América Latina y el mundo, las fuerzas antipopulares de ese país están derrotadas y que el imperialismo norteamericano está conforme con lo que está ocurriendo.

El Ché, presente entre los aplausos, el entusiasmo y las lágrimas de esta victoria de los bolivianos con la que han comenzado a recuperar lo logrado para el pueblo llano en los gobiernos revolucionarios y sentar las bases para avanzar, nos recuerda que no podemos confiar en el imperialismo “ni tantito así”.

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Dario Machado
Licenciado en Ciencias Políticas y Doctor en Ciencias Filosóficas. Preside la Cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

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