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Claver-Carone, el nuevo halcón de Trump que merodea la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo

La candidatura de Mauricio Claver-Carone, propuesta por el Gobierno de Estados Unidos para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo, recuerda inevitablemente las palabras del politólogo vasco Katu Arkonada cuando escribió, “la hegemonía estadounidense no termina de morir”, sino que acompañada de una ofensiva política, económica y militar ha intentado mantener el liderazgo, y en la medida en que este no puede lograrse por consenso, es impuesta la dominación violenta en una buena parte del tablero geopolítico.

Esta vez, la hegemonía se personifica en la figura del Director del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., quien, sin llegar a ser uno de los rostros más públicos de la actual Administración, es el encargado de dirigir y coordinar la estrategia contra Cuba y Venezuela en todo el Gobierno federal.

Su currículum, uno de los más aplaudidos por los movimientos ultraderechistas, lo avala por una irrupción desmedida, que remonta al 2004, en la organización de campañas políticas dedicadas a la promoción del enfoque confrontacional contra Cuba al crear el Comité de Acción Política Democracia Cuba-Estados Unidos. Pasaría una década de trabajo sistemático, pero sin contratiempos. La agresión contra la Isla continuaba en la agenda de los mandatarios norteamericanos.

Sin embargo, en el año 2015, la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, sacudió sus expectativas. Convertido en uno de los principales enemigos de esta nueva etapa sin precedentes, a Claver-Carone solo le quedó Capital Hill Cubans y la respectiva horda de seguidores que encontraban en su blog la oportunidad para restar importancia a los nuevos vínculos bilaterales.

La devoción por Donald Trump, no siempre fue así. La hipocresía y la insostenibilidad de una misma posición política quedaron descubiertas con el inicio de la campaña presidencial en 2015, en la que sus preferidos eran Marco Rubio y Jeb Bush. Para Trump, quien aún no había expuesto una postura suficientemente anticubana, quedaron críticas y ataques verbales en los que aseguraba que el magnate inmobiliario pondría en riesgo la moral y el liderazgo internacional de Estados Unidos.

Con la imposición de Trump como el candidato del Partido Republicano y su posterior llegada al poder, comenzó un cortejo tan efectivo que le permitió en 2017 ocupar responsabilidades en el Departamento del Tesoro, hasta que, en 2018, fue seleccionado, por el exconsejero de Seguridad Nacional, John Bolton y Marco Rubio, como el hombre ideal para desplegar una fuerte ofensiva contra Cuba y Venezuela.

Ahora, convertido en el halcón de Trump -como lo califica un comentario en el diario argentino Página 12– Claver-Carone merodea a América Latina y el Caribe, con un discurso permeado de cinismos y falacias en el que intenta construirse la típica imagen de mesías que salva a la región urgida “de un liderazgo nuevo, dinámico y eficaz”.

“Me siento honrado de ser ese candidato debido a mi comprobada trayectoria trabajando con la región (…) me siento muy halagado por el respaldo que ya hemos recibido públicamente y en privado de la gran mayoría de la región, es un voto de confianza sobre el trabajo en conjunto que ya estamos llevando a cabo”, dijo este viernes en una entrevista con Infobae.

Hasta la fecha, el apoyo explícito de Ecuador, Colombia, Brasil, Paraguay, Honduras, Haití, El Salvador, Jamaica, Panamá y Bolivia, ponen en riesgo la tradición de seis décadas de latinoamericanos al frente del BID, un peligro irrelevante si las naciones decisoras del área estuvieran unidas, al poseer en total el 50,2 por ciento del poder del voto.

El temor por que se establezca a Claver-Carone como representante del BID, es una realidad para muchos países progresistas. Este jueves, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Felipe Solá, expresó su rechazo ante la postulación norteamericana y sostuvo la intención del país sudamericano de presentar como candidato al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, a lo que añadió: “El BID nació en 1959 para estar en Washington, pero para ser dirigido por un latinoamericano”.

A finales de junio, los miembros del Grupo de Puebla firmaron un comunicado en el que enfatizaron su preocupación y desacuerdo alegando que de materializarse el propósito de los Estados de la Unión, cambiaría significativamente el equilibrio en la gestión del Banco, pues EE.UU. como mayor accionista “ganaría una preeminencia injustificada a la luz de los intereses de los demás accionistas”.

Definitivamente Claver-Carone está viviendo un sueño, pero, incluso los más retrógradas, pueden enredarse en la urdimbre narcisista del Emperador para cumplir un evidente propósito electoral y después ser expulsados del glorificado enjambre. ¿Quién desestima que este no sea también su destino político?

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