COLUMNISTAS

¿A qué hora pasa el tren?

Por mucho que se busque no aparecen noticias alentadoras sobre el futuro inmediato en el corto y mediano plazos. Los estimados sobre qué y cómo hacerlo, abarcan una amplísima franja de sugerencias, algunas irrealizables o para las cuales hay escaso entusiasmo.

La ex asesora de Barak Obama, la premio nobel de economía, Esther Duflo, propone una ayuda financiera masiva de las naciones más desarrolladas y ricas, con destino sobre todo  al hemisferio sur. “Nosotros, como una comunidad global, somos capaces de evitar que todo esto se convierta en una catástrofe”.

La experta se basa en sus estudios sobre prevención de la pobreza, cuando esta aparece en el horizonte de tantos pueblos debido a la COVID-19 , no vencida aun, cuando ya se teme el advenimiento de una segunda y terceras oleadas de contagio.

Los datos estadísticos, la matemática de previsiones, provocan tanto escalofrío como los peores pronósticos sobre la evolución de la enfermedad, sobre todo a partir de los actos poco responsables de algunos gobernantes que están precipitando una reanudación de actividades económicas sin las debidas cautelas, cuando los datos sobre las pérdidas y malas condiciones acumuladas a escala internacional, son enormes.

La UNCTAD (Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo) elaboró un informe dando cuenta de un desplome en alrededor de un 27% en el comercio de mercancías a nivel global para el segundo trimestre de este año, cuando los estragos de la pandemia serán más acentuados.

Una caída en los precios de las materias primas (PMP), sobre todo del petróleo y sus derivados, contribuirá a ese resultado. En enero descendieron en un 1,2 % y al mes siguiente hubo un significativo bajón (8,5 %), dando paso a un registro negativo del 20,4 % en marzo, con lo cual se sobrepasó el hundimiento del 2008, cuando la crisis financiera causada por la burbuja inmobiliaria norteamericana hizo que los PMP cayeran en un 18,6 %.

Sabido es que la exportación de materias primas es el rubro fundamental de muchas economías, las pobres ante todo, pero sin excluir en este caso a las productoras del crudo, esfera que presentaba dificultades antes de esta agravada situación.

Si se acude al ámbito del empleo, tampoco allí se encontrarán buenas nuevas. Estados Unidos acumula por encima de 30 millones de parados y no parece muy viable regresar a las bajas tasas anteriores a la crisis sanitaria, bonanza convertida en uno de los bastiones esgrimidos por Donald Trump para buscar la reelección, pese a ser ese encumbramiento económico, obra más de su antecesor que suya propia.

Se espera la pérdida de unos  305 millones de plazas fijas en todo el mundo, a partir de junio, acentuando la práctica de generalizar empleos temporales o sin prestaciones.

Para el turismo, prioritario para muchas naciones pequeñas y de cierto peso en varias grandes, se prevé un deterioro de entre el 60 % y el 80 %. Concatenada a las empresas aéreas, en virtual quiebra ahora, las navieras especializadas y los flujos alimentarios o la propia rama petrolera, la recuperación no se estima sea rápida debido a las medidas de protección que el reciente coronavirus impone.

Se cree será esta la capa económica con peor futuro, dentro de las muy inciertas previsiones en otros renglones para un después con muchas problemáticas inciertas.

Otros organismos hacen cábalas parecidas. No hay optimismo, y quizás sea adecuado. Algunos, el FMI por ejemplo, se afilan los dientes con promesas de préstamos usureros sobre países endeudados en una u otra medida, víctimas de la impericia de sus gobernantes (la Argentina que dejó Macri es un caso) o de manejos incalificables (los de un Ecuador donde se destruyeron bienes sociales y avances dejados por mandatos anteriores, y ahora con muertos hasta en los baños públicos).

Esos dos botones de muestra tienen, triste decirlo, muchas calamitosas parejas. Para los países sometidos a guerras no siempre provocadas por quienes las padecen, o aquellos sujetos a sanciones económicas ofensivas y bochornosas,  el después aparece no menos duro e injusto.

Las piedras colocadas por  la administración Trump al proyecto para cerrar los focos bélicos abiertos, presentado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, garantizan que mientras la “amenaza naranja”  esté en la Casa Blanca, cualquier arreglo, salidas o soluciones permanentes, seguirán pospuestas.

El mundo, es obvio, no estaba bien preparado para un  proceso como el que estamos viviendo. Deseable, como mínimo, que se cambiara el neoliberalismo por otro modelo capitalista menos dañino. Eso, insuficiente pero mejorcito, también es poco probable, lamentablemente.

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