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La Universidad del Aire en Graziella Pogolotti

Yoel Cordobí, presidente del Instituto de Historia de Cuba, interviene en el homenaje a Graziella Pogolotti en el Palacio Aldama. A la izquierda de Yoel, el investigador Dr. Hernán Yglesias Villar. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas

Palabras en el homenaje a la Dra. Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia de Cuba, durante un panel dedicado a la Universidad del Aire, programa radial e institución de la cultura cubana en la que ella participara en 1955.

El Instituto de Historia de Cuba agradece a la Dra. Graziella Pogolotti Jacobson por acompañarnos en esta mañana. Presencia y esencia de un apellido ineludiblemente unido a la historia de la cultura cubana. Cuando a finales del pasado año le hablé del homenaje a aquella mujer que desde niña sintió que Cuba era un puerto, me respondió: mejor dedicárselo a la Universidad del Aire. Y así lo hicimos. Como si el destino conspirara en materia intelectual, la emisora habanera CMBZ anunció la salida al aire de la Universidad radiada, dirigida por Jorge Mañach, director del Departamento de Actividades Culturales del Circuito CMQ, justo el año en que naciera la Dra. Pogolotti.

Nació en París, el 24 de enero de 1932, e hizo suya La Habana, un periplo existencial lo suficientemente intenso como para rebasar en espíritu una ciudad, sus calles o la entrañable morada de Peña Pobre. Más allá de los estrechos límites regionales se divisaba una Isla-Puerto, o un cruce de caminos; era, según la destacada intelectual, un promontorio, un selecto observatorio, mucho más estratégico cuanto más ascendía por la antigua Colina de Aróstegui rumbo a las aulas universitarias.

Hogar, familia, universidad, campo intelectual cubano y universal, fueron tejiendo la trama formativa de su existencia. Y, en circunstancias extremadamente hostiles, la joven intelectual hizo suya la máxima martiana: solo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio.

Imposible desconocer la esencialidad ética de ese recorrido profesional; el quehacer educativo, anclado en un pensamiento crítico, enemigo acérrimo de todo dogmatismo y reduccionismo de prosapia escolástica, si se quiere entender el rigor con el que hoy dialoga con hombres, mujeres, jóvenes de todas las edades que esperan la habitual columna de los domingos en Juventud Rebelde, replicada en otros órganos periodísticos y sitios digitales. Estamos en presencia de una obra de cultura e inteligencia, pero también de compromiso que desborda cualquier lindero generacional para asirse a la ética de la revolución. Así lo expresó en medular ensayo: “Cuando creo percibir que bordeamos un abismo, quisiera desesperadamente que mi voz fuera escuchada. Porque desde mi pequeño huerto, todos mis sentidos –los que aún funcionan- el oído, el olfato, la epidermis, se convierten en antenas dirigidas a descifrar la realidad social que me rodea, siempre movediza y cambiante”.

Y desde ese pequeño huerto labró sus inquietudes, laboró con su principal arma: la palabra, al servicio de la revolución cubana desde el propio 1959.  La “patria reconquistada”, como calificara aquel proceso liderado por Fidel Castro, contribuyó a modelar su biografía.  En la popular Bohemia o en las más especializadas Nueva Revista Cubana, la Gaceta de Cuba o la efímera Revista de Artes Plásticas, plasmó su experiencia vital, la que le llegaba desde los citadinos predios universitarios, la Biblioteca Nacional y la Casa de las Américas o desde el más agreste paisaje rural, cuando contribuía con toda su fuerza a sentar las bases y dar los primeros pasos del Grupo Teatro Escambray y de otras importantes experiencias teatrales.

Es la historia de su formación y quehacer intelectual la que nos permite entender las ideas delineadas a través de la prosa ágil, elegante y precisa en la ya conocida popularmente “sección de la Pogolotti”. Pero también es la propia historia, un arsenal de temas y argumentos de los que emergen mucho de los análisis periodísticos de la Dra. Graziela. De ahí su revisitar constante a la vanguardia artística, literaria e historiográfica cubana, la obra de Carpentier, Virgilio, Cabrera Infante, Lam, Retamar, Moreno Fraginals y, desde luego, a la vanguardia política, aquella que permitió la eclosión de una revolución que, como ella expresara, no le entregó bienes materiales, pero si le ofreció la posibilidad de participar en la construcción de un país. Construir, edificar, a partir de un proceso raigalmente original, en tanto “se fundó en el conocimiento de sus raíces, en el entendimiento de su realidad, en la convicción del destino futuro que ya se había señalado por quieres eran, a la vez, fundadores de la nación y fundadores de la cultura”.

En la mañana de hoy, hemos querido recordar esa experiencia cultural y pedagógica que fue la Universidad del Aire. Al organizar el taller, contábamos con las placas matrices de la CMQ, donde se conservan las intervenciones de hornadas de intelectuales que dieron vida a semejante obra de extensión universitaria, también disponíamos de investigadores, como el Dr. Hernán Yglesias, estudioso del tema. Faltaban los testimonios. Ha pasado el tiempo, inevitable, y solo una voz de entonces podía acompañarnos; la del Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de la Enseñanza Artística 2005, Presidenta de la Fundación Alejo Carpentier y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, la Dra. Graziella Pogolotti.

Sirva este espacio, pues, a pocas horas de celebrar su cumpleaños, para honrar su fructífero legado; sus lecciones de civismo y constancia, de humildad y patriotismo. Nos satisface, asimismo, que reciba hoy otro merecido galardón: el “Premio a la Dignidad”, otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba.

Gracias doctora por aceptar la invitación, por sus aportes a la cultura, por su amor a Cuba, aquella Isla que un día le abrió sus puertos y a la que usted le abrió su alma, para quedar fundida desde entonces en la sabia de un pueblo, ya suyo, para siempre.

En fotos, el homenaje a Graziella

Graziella Pogolotti. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la UPEC, entrega del Premio de la Dignidad a Graziella Pogolotti. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Entrega del Premio de la Dignidad de la Unión de Periodistas de Cuba a Graziella Pogolotti. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia. A su lado, Yoel Cordobí y el investigador Dr. Hernán Yglesias Villar. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia. A su lado, Yoel Cordobí y el investigador Dr. Hernán Yglesias Villar. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia de Cuba. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia. A su lado, Yoel Cordobí y el investigador Dr. Hernán Yglesias Villar. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
Homenaje a Graziella Pogolotti en el Instituto de Historia. A su lado, Yoel Cordobí. Foto: Abdel Romero Rodríguez/ Cubaperiodistas
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Yoel Cordoví Núñez
Presidente del Instituto de Historia de Cuba.

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