COLUMNISTAS

La ciencia de la osadía

Así creo que podría titularse también el libro “La osadía de la ciencia”, del destacado científico cubano Agustín Lage Dávila, publicado por el sello editorial Academia, con el prólogo del profesor Néstor del Prado Aeza y que acabo de leer, ya que con certeros argumentos científicos demuestra por qué los cubanos debemos y podemos ser más audaces, siempre de la mano de la ciencia.

Llega en un momento asaz oportuno, cuando la sociedad cubana está abocada a importantes y trascendentales cambios estructurales, que permitan aprovechar al máximo las potencialidades que el país tiene.

Desde sus trabajos publicados en Cuba Socialista en su tercera etapa, hasta el presente volumen, he leído probablemente todas las contribuciones del Dr. Agustín Lage al desarrollo del pensamiento científico, de la organización de la actividad científica, de su significado social y económico, de la ética del científico, y al igual que sus ensayos y libros precedentes, el que nos ocupa resulta de la experiencia personal del autor, es pensamiento sobre el pensamiento científico crítico de su propia práctica.

Pero este, en particular, tiene un especial acento didáctico.

No ha pretendido una “tesis científica” ni necesita entrar en mayores detalles y precisiones puesto que su finalidad: poner la ciencia en lenguaje diario es algo que cumple con total acierto, multitud de argumentos y haciendo gala de una cultura general integral que solo se gana cuando se tiene pasión por el conocimiento. Por ello, Lage vuelve una y otra vez sobre diferentes ideas esenciales, siempre en distintos contextos, con la evidente intención de recalcarlas como parte del propósito fundamental de este libro, cual es según palabras del propio autor: “…el de las conexiones de la ciencia con otras actividades humanas y otros procesos sociales.” Ha logrado así un texto enjundioso y tan sencillo como brillantemente elaborado.

Lage parte de la importancia  de las instituciones científicas como articuladoras de la actividad de las individualidades dedicadas a las ciencias en un presente en el que desaparecen los científicos geniales que trabajan independientemente y cobra importancia decisiva la inteligencia colectiva.

Pero si bien resalta el relevante papel de la actividad científica, explica detalladamente y de un modo comprensible para todos, cuáles son sus limitaciones. En el capítulo “La ciencia y sus límites: entre la arrogancia y la parálisis” alerta sobre el peligro del sobredimensionamiento de sus posibilidades. En esta parte del texto, en mi criterio una de las más ilustrativas, logra estimular al lector acerca de la necesidad de estudiar, de conocer, de observar cuidadosa y detenidamente los fenómenos, al relevar el concepto de incertidumbre a la categoría de propiedad del universo. O sea, si bien en los sistemas complejos están presente procesos regulares, no es posible predecir de modo infalible cuál será su evolución.

La ciencia, nos dice, tiene tres propiedades básicas: la explicativa, la predictiva y la transformativa. En su desarrollo se ha acumulado y continúa acumulándose un enorme volumen de información, proceso en el cual el desarrollo de la informática ha jugado un papel multiplicador, no solo por la capacidad de almacenarlos, sino de generarlos y de viabilizar su análisis, con la vista puesta en todo momento en su finalidad transformativa.

Ciencia y socialismo en Cuba

El socialismo en Cuba es realidad, ideal y experimentación, aspecto este en el que el mayor desafío se presenta en el terreno económico. Lage plantea el reto de comprender científicamente el papel de la economía como fenómeno multifactorial y complejo en una sociedad que orienta su construcción por el ideal socialista, lo cual implica que siendo la planificación la que debe regular el proceso necesita tener la capacidad de cambiar flexiblemente en un diálogo entre la actividad económica, la organizativa, la jurídica normativa, la política ideológica y la cultural, siempre teniendo en cuenta que en el centro del sistema social está el ser humano.

Cualquier lector interesado al leer este libro comprenderá el significado de la ciencia y de la actividad científica y quedará convencido de su insustituible importancia para el desarrollo presente y futuro del género humano y especialmente para los países del Sur, para América Latina y el Caribe y específicamente para Cuba, al aterrizar su análisis en nuestra realidad haciendo con ello una importante contribución cultural: demuestra la necesidad de evitar la superficialidad en el análisis y los lugares comunes en su descripción.

Lage aporta en este libro una visión socialista de la ciencia y de la actividad científica con argumentos y razones contundentes. Consciente del papel decisivo de la empresa estatal en el modelo social y económico consensuado a través del debate de los Lineamientos y la Conceptualización y aprobado en el referendo constitucional del pasado febrero, afirma que esta debe constituir cada vez más el dispositivo organizacional concreto en el que tiene lugar la conexión de la ciencia con la economía. Por ello -insiste- en Cuba la ciencia se debe vincular con la economía a través de las empresas estatales, como principal eje de esta relación estratégica para el presente y el futuro del país y alerta acerca de la importancia decisiva que tiene para el desarrollo socioeconómico invertir en ciencia y tecnología, teniendo en cuenta la relación cada vez mayor entre el crecimiento económico y los cambios tecnológicos.

Al recordar la importancia axial de la empresa estatal propiedad de todo el pueblo, donde los accionistas resultan ser todos los ciudadanos cubanos y cuyos aportes a la sociedad no se circunscriben solamente a las contribuciones fiscales, sino que abarcan también las ganancias, además de todo su significado cultural afirma que: “Si el desarrollo se entiende no solamente como el crecimiento de la producción material, sino como el avance hacia la justicia social, entonces desarrollo y propiedad colectiva están vinculados” y afirma de modo concluyente: “El pueblo sabe que si falla la empresa estatal socialista falla el socialismo y se pone en riesgo todo lo conquistado en más de medio siglo.”

Y este no es asunto menor. El concepto de progreso, de desarrollo, de prosperidad en Cuba no puede guiarse por los mismos parámetros que genera el capitalismo tardío, so pena de ser absorbido fatalmente por su campo de atracción que acabará indefectiblemente con los propósitos irrenunciables de soberanía, independencia y justicia social. Los atractivos tecnológicos y la utilidad real de esos avances generados por los países más desarrollados, obligan a una asimilación crítica, con sentido y responsabilidad social lo que implica una actitud cultural, informada e inteligentemente balanceada y decisiones socialmente compartidas.

Al referirse a la experiencia cubana en la integración de la actividad científica con la producción resalta cómo a partir de decisiones adoptadas el pasado siglo desde la visión de futuro de Fidel, la exportación de medicamentos y productos de la biotecnología constituye hoy el segundo renglón de exportación material superando exportaciones tradicionales y propone que con esa experiencia y los conocimientos acerca de los aciertos y los errores, la ciencia amplíe su actividad hacia otras empresas en los diferentes sectores de la economía, sin perder el enfoque diferenciado que destaca el papel fundamental y la prioridad correspondiente de las de alta tecnología.

En diferentes momentos de su texto aborda la importancia de lograr un modo más flexible de organizar y dirigir la actividad económica, teniendo en cuenta el rango de incertidumbre que emana del contexto internacional con el que inevitablemente se vincula el metabolismo socioeconómico de Cuba.

Insiste en que los métodos de dirección de la economía basados en la certidumbre positivista que prevalecía en el pasado (y que no era algo exclusivo del modelo económico soviético, sino que viene de la herencia del racionalismo cartesiano) resultan más inviables aún en el caso de las empresas de alta tecnología y en general en el hecho de que en la conexión directa de la ciencia con la producción los resultados son poco predecibles por los riesgos multiplicados que enfronta su estabilización en el contexto económico mundial.

Explica Lage cómo el modo tradicional de regular el funcionamiento de la economía es incompatible con el reconocimiento de los rangos de incertidumbre, cómo rehuye los riesgos y pone trabas al papel de la actividad científica vinculada con los procesos económico-productivos, precisamente por los riesgos que comporta.

Organizar flexiblemente el funcionamiento de la economía implica la capacidad de adoptar decisiones sin pérdida de tiempo y de reconocer la existencia incluso de empresas pequeñas estatales en capacidad de exportar, así como resistir a la tentación inercial de integrarlas en unidades mayores con la finalidad de “ahorrar”.

Si bien la actividad científica y tecnológica en Cuba tiene la gran ventaja de la cooperación y la integración, así como la finalidad -en el caso, por ejemplo, de los productos biofarmacéuticos- de emplearse al servicio de la salud de toda la población, con lo que también se corrobora su eficacia  y a la vez constituye un plus para su aceptación posterior en otros países, también está necesitada de exportar, si procura como es lógico obtener de sus logros un rédito económico que le permita autodesarrollarse y aportar al presupuesto nacional.

En esta dirección, expone paso a paso cómo fue el proceso que hizo realidad en Cuba el surgimiento de una empresa de alta tecnología con el ejemplo en el terreno de la biotecnología de BIOCUBAFARMA que está en capacidad de garantizar establemente su desarrollo a partir de sus propias ganancias, y amplía la explicación a través de una descripción exhaustiva de lo que es una empresa de alta tecnología, haciendo hincapié en lo que la diferencia como entidad económica específica.

Lage describe cómo esta empresa de alta tecnología en Cuba ha logrado conectar  convenientemente con los mercados financieros y analiza la necesidad de aprovechar esa experiencia para explorar nuevas variantes que permitan adaptarse creativamente a la evolución del contexto mundial aprovechando las ventajas del socialismo.

Muchas de las ideas que aporta el Dr. Agustín Lage, además de la finalidad de explicar el papel de las ciencias especialmente para la sociedad cubana, ofrecen conceptos claves que puede aprovechar el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente para orientar el desarrollo y mejor organización de la actividad científica en el país, en particular su vínculo con el metabolismo socioeconómico y otros ámbitos del devenir social cubano.

Así, por ejemplo, las 10 lecciones que comparte en las págs. 45 – 60 en las que destaca el papel esencial del capital humano y de la buena ciencia, la motivación y el compromiso social como los principales talentos, la cadena ciencia-producción-economía, la importancia de la especificidad organizativa de la actividad científica, la necesidad de construir mecanismos de exportación para superar las barreras que esta presenta, la producción para el país como obligación ética y simultáneamente comprobación de la validez de lo que el país produce, el significado estratégico de la propiedad social en el campo de la biotecnología y la convicción de que la cooperación es más eficiente que la competencia, constituyen un valioso decálogo para orientarse en este campo.

No olvida el autor el abordaje crítico del burocratismo. Desde el reconocimiento de la obligatoriedad de estandarizar los procedimientos administrativos, explica las limitaciones de lo que llama el “paradigma burocrático”  en la dirección empresarial.

Todo el enfoque científico que propone este libro se vincula estrechamente con la cultura y las raíces culturales del socialismo cubano y su papel en el propósito de no cultivar el individualismo que es la piedra angular de la ideología mercantil capitalista, sino la solidaridad, la ética, el humanismo, la conciencia de destino común y del bienestar compartido y afirma que: “El objetivo de nuestros esfuerzos debe ser crear un sistema cognoscitivo superior que multiplique las capacidades humanas para comprender su mundo y actuar conscientemente sobre él. Ello incluye también la capacidad de potenciar valores y compromisos éticos.”

Con absoluto respeto a las creencias religiosas, Lage alerta en su libro acerca del peligro de las pseudociencias (parapsicología, astrología, frenología, numerología) que pasaron del misticismo y la magia a la argumentación “científica”. Explica las causas de su surgimiento: “Producto de su propio progreso y sofisticación teórica e instrumental, la ciencia se separó de la intuición y se hizo ante el hombre común tan incompresible como las propuestas que venían de la magia y el ocultismo” y añade que como resultado del prestigio de la ciencia “…una idea cualquiera, para ser aceptada, debería presentarse como científica. Lo que en siglos anteriores se asumía simplemente como creencia, sin buscar explicaciones racionales, ahora debería venir vestida de ciencia.Y a continuación explica la acción social contraproducente de las pseudociencias “…la aceptación como científicas de ideas y procedimientos que no lo son tiene implicaciones prácticas para la toma de decisiones y las políticas en campos tales como la medicina, la política ambiental,  el peritaje judicial y otras. Ahí están los peligros”.

Como parte del abordaje polifacético de la ciencia y la actividad científica, Lage plantea a los medios de comunicación social el objetivo de lograr que detrás de cada historia, comentario, noticia, etc., se aborde la esencia sobre cómo funciona la ciencia en nuestra sociedad, además de ser un dique de contención contra la influencia perjudicial de las pseudociencias y la superchería.

Luego de explicar la necesidad actual de la soberanía y la autodeterminación como armas para presentar resistencia a la barbarie neoliberal y modo viable de avanzar en una alternativa conveniente para el país, algo que demanda no solo una voluntad política revolucionaria sino “también mucha ciencia”, Lage aborda con seriedad y objetividad, el tema de la ciencia en el contexto del diferendo histórico entre Cuba y EEUU explorando los puntos comunes que harían viable esta relación y sin olvidar los retrocesos que se presentan ahora por la política oportunista e irresponsable del presidente Donald Trunp.

El realismo de este libro no conduce en modo alguno al pesimismo, sino todo lo contrario. Al exponer las fortalezas y debilidades, los peligros y oportunidades que tiene la sociedad cubana en este mundo en el que se producen constantes cambios a veces vertiginosos, se llega a la conclusión convincente de las posibilidades de salir adelante.  Un texto que no solo orienta sino que abre nuevas interrogantes, como es de esperar en toda obra rigurosa.

Cierra el libro a manera de epílogo un capítulo titulado “La osadía de los cubanos” dentro de la cual comprende también la osadía de la ciencia destacando dos desafíos principales: cómo insertarse en la economía mundial y cómo convertir el capital humano y el desarrollo social construido en motor de desarrollo económico, algo en lo que ve la ciencia con un papel central.

Lage, un científico que nunca se ha alejado del sentido común, une a sus probadas cualidades de laboriosidad y modestia a la de ser un maestro de la didáctica. El empleo de imágenes y ejemplos certeros le permite exponer de modo eficaz y directo, conceptos no siempre fáciles de entender.

Agustín Lage reúne en su personalidad al científico, al organizador capaz, al político de profundas convicciones socialistas y comunistas, al humanista, al educador y deviene ejemplo para las nuevas generaciones que abracen el camino de las ciencias.

Recomiendo a todos la lectura de este libro.

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Dario Machado
Licenciado en Ciencias Políticas y Doctor en Ciencias Filosóficas. Preside la Cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

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