Queridos colegas:
Todavía recuerdo cuando hace diez años ingresé oficialmente a la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Lo hice en la redacción de la gran casa azul: Juventud Rebelde, colectivo que me había hecho suyo desde mis años como estudiante de Periodismo en la Universidad de La Habana.
Pero, mi relación con la organización comenzó mucho antes, y fue en aquel recibimiento que en esta misma Casa de la Prensa nos hicieron en septiembre de 2009, al comenzar la carrera, quienes entonces integraban la presidencia encabezada por Antonio Moltó Martorell, y poco después nos fuimos enamorando de ella.
Era mucho más joven, lleno de preguntas y de esa mezcla de vértigo y certeza que solo el periodismo sabe regalar. Diez años después, aquel instante sigue vivo en mí, no como un simple recuerdo, sino como una huella imborrable, como el primer abrazo de quien sabe que ha encontrado su lugar.
Desde aquellos años, la UPEC —que el 15 de julio celebró el aniversario 62 de su fundación— no fue solo una organización gremial para mí; fue el taller donde moldeé mis convicciones, el refugio donde conocí a colegas que hoy son hermanos, el espacio donde descubrí que el periodismo no se ejerce solo con la pluma, sino con el alma.
Fueron las exposiciones que despertaron mi mirada, los eventos que aguzaron mi curiosidad, los encuentros de jóvenes periodistas que nos unieron más, las excursiones a la playa donde el compañerismo se volvió complicidad. Fueron los veteranos que me enseñaron sin imponer, otros jóvenes que me retaron sin temor, y esa sensación constante de pertenecer a algo más grande que uno mismo.
Hoy, al verlos llegar, me reconozco en sus miradas. Sé que traen consigo esa misma sed de contar historias, de nombrar lo que duele y celebrar lo que enaltece. La UPEC que los recibe no es exactamente la misma de hace una década —los tiempos cambian, las dinámicas se transforman—, pero su esencia perdura: sigue siendo esa casa donde el oficio se vive con pasión y donde los periodistas, más que colegas, son familia.
Esta es la primera certeza que deseamos se lleven quienes hoy ingresan a la UPEC y lo hacen en una Cuba que vive momentos decisivos, en los que está en juego la suerte de la Revolución, por nuestras escaramuzas internas, y por las tan duras y desgastantes contiendas externas. Si analizamos detenidamente ese contexto advertimos que la información y la comunicación son esenciales, y que un periodismo más revolucionario, limpio, claro, veraz, creador y consagrado a servir a nuestra gente siguen desafiándonos.
Ingresan a la organización, además, en un contexto de creciente agresión imperial que busca destruir el proyecto nacional que los cubanos hemos construido en pleno ejercicio de nuestros derechos soberanos, evidenciado con el Memorando Presidencial de Estados Unidos. Ello demuestra que la estrategia de la actual administración estadounidense no ha variado, sigue siendo endurecer la guerra económica y ante esa realidad se necesita transformar y modernizar el sistema mediático.
Ustedes ingresan a la organización, también, cuando la extensión del experimento para la transformación de los modelos de gestión editorial, económica y tecnológica en un importante número de multiplataformas confirma que es posible —y necesario— avanzar en la búsqueda de un modelo de prensa y en comunicación públicos más participativo, transparente y conectado con las necesidades de la reconfiguración del modelo cubano de desarrollo socialista y, por supuesto, por las demandas de información veraz y en tiempo real de nuestros lectores, de nuestras audiencias. La implementación de la Ley de Comunicación Social refuerza este camino; sin embargo, como evidenció el más reciente Pleno de la UPEC falta mucho hacer. Y no solo responsabilidad de la organización.
Ustedes ingresan a la UPEC a pocas semanas de comenzar a vivir —y a honrar como merece, desde la práctica cotidiana— el centenario del natalicio de nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, quien siempre vio a “la prensa jugando un papel importantísimo en la elevación de la moral y en la preservación de todos los valores sagrados de nuestro pueblo, en la denuncia, en el combate, en la lucha contra todas las cosas mal hechas”.
Que este ingreso a la UPEC y el aliento, la frescura, el compromiso y las ganas de aprender y de hacer de ustedes resulten en nuevas fuerzas para, desde sus medios y delegaciones de base, contribuir a la materialización de los cambios que se exigen a la prensa cubana, en primer lugar, por nuestra sociedad, cada vez más exigente, profunda y crítica, cada vez más conectada —y bombardeada—; cada vez más como parte de la sociedad global, pero segura de que un socialismo pleno y democrático, donde no negociará nunca su independencia y soberanía, es el mejor homenaje al líder histórico de la Revolución.
En este día en que, también, reconocemos el talento y la dedicación de aquellos periodistas de la prensa ramal escrita, que con su trabajo, han sabido capturar la esencia de nuestra realidad y plasmarla en obras de gran calidad y, por ello, recibieron el Premio por la Obra de la Vida Jorge Enrique Mendoza y por la Obra del Año Guillermo Cabrera Álvarez; y a quienes reciben la Medalla Conmemorativa Aniversario 60 de la organización, recordemos a nuestro guerrero de la lucidez, a nuestro querido Antonio Moltó Martorell o simplemente El Moltó, como le decían sus amigos, sus subordinados y sus periodistas, cuando en el 2do. Encuentro Nacional de Jóvenes Periodistas, con su luz enorme, nos explicó para qué sirve la UPEC:
“La UPEC sirve para ponerle luz al país. Para hacernos fuertes, para unir, para evitar la dispersión. La UPEC sirve para premiar al que lo merece, y para llamar la atención contra la injusticia cuando no se premia al que lo ha ganado en buena lid. La UPEC sirve para decir sí donde otros dicen no se puede (…).
“La UPEC será lo que nosotros queramos que sea. Más nada. Y habrá que enfrentarse a los enemigos de la UPEC, que ven en el orden y el rigor un azote a su vagancia; porque hay mucha gente vaga que no quiere trabajar, y cobran lo mismo que aquel que con un reportaje, estremece a un país”.
Con esas ideas como estandartes, sean bienvenidos. Bienvenidos, para escucharlos y escuchar; bienvenidos para crecer y crecernos; bienvenidos para defender la verdad de la Revolución y nuestro pueblo; bienvenidos a los proyectos que los desafiarán, a los lazos que hoy ni imaginan pero que, con el tiempo, se volverán indispensables. La UPEC es también suya ahora. Cuídenla, quiéranla, háganla mejor. Porque diez años después, cuando miren atrás como yo lo hago hoy, entenderán que este no era solo el comienzo de una carrera, sino de una manera de vivir el periodismo… y la vida.
Imagen de portada: Foto de José Manuel Correa.

