Intervención del compañero Leandro Torres, Secretario General de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y miembro de la secretaría de Juventud y Nuevas tecnologías de la Federación Latinoamericana de Periodistas, (FELAP).
En nombre de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, (UTPBA), agradezco formalmente a las compañeras y compañeros de la Asociación Nacional de Periodistas de China estar hoy aquí.
Y agradecemos en nombre de la UTPBA y la Federación Latinoamericana de Periodistas, (FELAP) una relación de 20 años caracterizada por la cooperación y la solidaridad.
Me interesa decir que el título de esta exposición: “En la lucha de ideas, las ideas que no se conocen no luchan” surge de una consigna planteada por la FELAP en el año 2003 en su Congreso realizado en Pátzcuaro, Michoacán, México. Una consigna que sintetiza nuestra ubicación en la disputa de sentido con un modelo de sociedad antagónico a nuestras concepciones ideológicas, teóricas y políticas. A la vez que profundiza nuestras propias exigencias de no hablar para nosotros mismos sino ampliando las cajas de resonancia de manera masiva.
Es decir, luchamos contra la mentira y las injusticias, y es necesario hacerlo procurando la mayor visibilidad de nuestros propósitos.
También me interesa subrayar para nosotros mismos, que desde hace décadas, los medios de comunicación —de América Latína y el Caribe— dejaron de ser espacios de expresión popular para convertirse, en su mayoría, en vehículos del capital concentrado:
Hoy, como ya sabemos, una pequeña élite empresarial —en muchos casos ligada a grupos financieros, partidos de derecha y organismos de inteligencia— controla gran parte del flujo informativo. Esta concentración no es solo mediática, es también tecnológica, simbólica y política.
A escala global, las 10 principales corporaciones de medios y plataformas concentran más del 80 % del acceso informativo, ya sea a través de canales tradicionales (televisión, prensa escrita, radios) o plataformas digitales (redes sociales, buscadores, aplicaciones de mensajería). A esto se suma el dominio de la infraestructura crítica: los servidores, los algoritmos, los sistemas operativos y las redes están en manos de corporaciones alineadas al bloque capitalista occidental.
En el caso de la inteligencia artificial (IA), esta concentración alcanza niveles inéditos. Según datos de la ONU y la WIPO (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), más del 90 % de las patentes globales de IA están en manos de empresas de solo dos países: Estados Unidos y China. Pero la diferencia está en el modelo de uso: mientras el bloque capitalista occidental ubica la Inteligencia Artificial en el negocio, la especulación y el control de consumidores, China impulsa una perspectiva de planificación estatal, uso estratégico, desarrollo inclusivo y soberanía digital.
Esta diferencia entre China y EEUU no es menor. Porque lo que está en juego no es solo quién diseña los algoritmos, sino qué valores, intereses y modelos de sociedad codifican. Aquí entra la pregunta que nos convoca: ¿cómo pueden las organizaciones de prensa de América Latina y el Caribe disputar en ese escenario si carecen incluso de infraestructura básica, conectividad estable y autonomía económica?
La FELAP, desde hace más de 40 años, ha denunciado la precarización del trabajo en prensa y el debilitamiento sistemático de sus organizaciones. En los últimos años, esa crisis se ha profundizado.
A esto se suma la brecha tecnológica estructural: gran parte de nuestras organizaciones no tienen acceso a tecnologías actualizadas, ni capacidad para producir contenidos en formatos compatibles con las nuevas plataformas. Muchas carecen incluso de conectividad adecuada. ¿Cómo hablar entonces de “igualdad de condiciones”? ¿Qué tipo de “diálogo” puede construirse sin posibilidad real de producir y emitir?
Como dice la consigna de la FELAP: “En la lucha de ideas, las ideas que no se conocen, no luchan”. Esa es la cuestión a resolver: si nuestras ideas quedan silenciadas por falta de soporte, infraestructura o alcance digital, quedamos excluidos del combate cultural, ideológico e informativo de este siglo.
La lucha por la democracia de la economía es una de las claves para la democracia informativa. Este planteo lo formuló la UTPBA convocando en 1998 al Primer Congreso Mundial de Periodismo y Comunicación. Aquella convocatoria, a la que asistieron 40 mil personas en tres jornadas concitó la atención, no solo, de periodistas-comunicadores sino, además, de artistas, deportistas y diversos actores de la cultura, muy especialmente, a mujeres, hombres y niños hacedores del mundo del entretenimiento. Es decir el lado opuesto a una industria del entretenimiento enajenante y consumista.
Nuestra lucha por la verdad y la justicia social requiere, entonces, en el actual contexto mundo en primer lugar que “la verdad no solo necesita ser verdad, sino también ser divulgada”, como dijera el Comandante Fidel Castro.
Y en segundo lugar: se necesitan los elementos técnicos a la altura del desafío planteado para poder desarrollar una comunicación de masas.
Reiteramos aquí nuestra definición histórica como UTPBA: por sobre toda las cosas la lucha es política con mayúsculas. No voluntarista.
¡Muchas gracias!

