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LA CRONICA

Pintar un párrafo

Mirada prendida de los perfiles, iluminaciones y sombras en los lienzos, atenta al tenue o rudo deslizarse del carboncillo sobre las cartulinas, perspicaz anotadora del alma que asoma en lo pintado, dibujado, grabado, a Adelaida de Juan le brillan las palabras cuando habla de lo que José Martí delineó al borde de los márgenes o a toda página en sus cuadernos de apuntes.

La Jiribilla prohijó por estos días el recuento de Adelaida, sobre aquellas realizaciones “a vuelapluma y sin retoque alguno”, como ella denomina el rasgo fugaz y meditado sobre el papel, que dio a luz figuras desconocidas, bustos, cabezas, palmas, columnas, vasos, detalles, autocaricaturas como la asociada a la figura yaciente del Chac Mol de las ruinas indias de Chichén Itzá, o retratos como el de Bolívar, estampa fiel en lo trazado del pensamiento sobre el Libertador —recuerda Adelaida—, pues al pie del dibujo Martí anotó: “Mirada devastadora como hecha para penetrar hombres y montes; enjuto como espíritu puro; triste como hombre alto; de labios gruesos y casi belfudos, como de hombre hecho a vindicar palabras hervidoras, de frente, que ofrecía ancha plaza a la luz, surcada”… la descripción martiana se interrumpe de súbito, corrobora un nexo, una consonancia —señala Adelaida— entre el apunte escrito y el dibujado, en que se aprecia la capacidad expresiva de Martí en ambas formas de comunicación.

Adelaida nos abre los ojos a un mundo mínimo y profundo en José Martí y menciona una pregunta del propio Maestro, como afirmación en quien sentía vocación compartida, tal vez desde los tiempos en que ingresó en la clase de dibujo de la Academia San Alejandro en La Habana, en el remoto 1867: “¿Quién tiene ojos y no es pintor?”.

Adelaida menciona aquella vez, cuando él confió en 1889, en una carta a su amigo Miguel Tedín que se daba “un día de cuadros cada mes, para que me entre el alma en romance y color”.

Y ahora, leyendo esta bitácora del arte en José Martí, que pone a nuestros ojos Adelaida, recuerdo algo que él mismo escribió en frenesí creador y fecundo. Explicaba cómo escribir un párrafo es pintar un cuadro, y creó en el intento mismo de fundamentar esa convicción, una deslumbrante obra de arte, muestra de su fineza como artista: “Hay algo de plástico en el lenguaje, y tiene él su cuerpo visible, sus líneas de hermosura, su perspectiva, sus luces y sombras, su masa escultórica y su color, que solo se perciben viendo en él mucho, revolviéndolo, pensándolo, acariciándolo, puliéndolo. En todo gran escritor hay un gran pintor, un gran escultor y un gran músico. Un párrafo bien hecho es un trabajo de armonía más sutil y complicado mientras más fino sea el artista”.

Imagen de portada: José Martí: pintar un párrafo. Ilustración: Isis de Lázaro.

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Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

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