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LA CRONICA

Alambique

La mirada vigilaba el fuego, permanecía detenida en los fulgores de las llamas: si estas ascendían vivaces o si languidecían casi al punto de apagarse, en el instante justo en que habría que alimentar la lumbre, cargar la caldera, cambiar el agua necesaria para los enfriamientos imprescindibles, probar las gotas con deleite supremo de catador fino, conocedor del gusto y los aromas como pocos en la ciudad.

Aquellas largas horas de la destilación del alambique eran aprovechadas por don Tomás Guimbal para conversar a sus anchas con los vecinos o para contar pormenores mágicos del arte heredado de las alquimias maravillosas que conseguía aquel artefacto, desde los tiempos inmemoriales en que fue creado para producir licores, aguardientes y aceites esenciales, útiles a las farmacopeas y aromaterapias, en la producción de perfumes, bálsamos o elíxires.

Quienes lo escuchaban quedaban boquiabiertos y luego, cada uno con sus palabras y su propia imaginación, tejía la leyenda del Alambique de aquella calle de La Habana, prodigio de cobre, fruto de una tradición tan antigua como exótica, cuyos orígenes se remontaban al viejo Egipto, hasta que la costumbre se arraigara en la España cercana y conocida en la Isla de Cuba.

Tomás Guimbal afirmaba que era sencillo el alambique. En la caldera se calentaba la mezcla de hojas, maderas, o frutas. Luego los vapores ascendían y se enfriaban en un serpentín situado en un recipiente refrigerado por agua; el líquido que caía despaciosamente en el depósito final era la bebida preciada.

La calle fue conociéndose así, nombrándose por el Alambique de Tomás Guimbal, sitio de producción industriosa y original de alcoholes, vinos y aceites. Fue también convirtiéndose en lugar frecuentado al que nunca faltaría el encanto del misterio y los olores, de las historias contadas en torno al insomnio para conseguir el líquido que refresca en los calores, calienta en los inviernos, alivia la tristeza o la nostalgia y mejora la voz si se ha perdido con una brisa mañanera de vientos alisios.

Imagen de portada: Ilustración de Isis de Lázaro.

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Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

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