LA CRONICA

Cuba y Neruda

Quisiéramos tenerlo siempre en casa o en ese espacio de la memoria o el alma, que reservamos a lo cercano y hermoso. El libro tiene tapas de cuero y como anunciación de maravillas en las guardas, pinturas de Diego Rivera y David A. Siqueiros, y ambas precedidas, amparadas, abrazadas por nerudianas palabras que ilustran las imágenes coloridas y portentosas. La estampa de Diego Rivera – en la primera guarda -, Pablo la relaciona con el poema Los hombres, cuyos versos van desde las ciudades mayas e incas hasta las piedras de Arauco y dicen de Chichen: “…Los trabajos iban haciendo/ la simetría del panal/ en tu ciudadela amarilla,/ y el pensamiento amenazaba/ la sangre de los pedestales,/ desmontaba el cielo en la sombra,/ conducía la medicina,/ escribía sobre las piedras…”. El preludio del mural impreso de David A. Siqueiros, -en la segunda guarda-, es una estrofa del poema Las tierras y los hombres, algo así como una declaración de adhesiones: “…Y vi cuántos éramos, cuántos/ estaban junto a mí, no eran/ nadie, eran todos los hombres,/ no tenían rostro, eran pueblo,/ eran metal, eran caminos./ Y anduve con los mismos pasos/ de la primavera en el mundo…”.

Es un prodigio la edición mexicana de 1950, del Canto General de Pablo Neruda, porque ese volumen de poemas deslumbrantes recorre la historia de nuestras tierras, y en catarata de vocablos comprometidos eclosionan los augurales, vertiginosos, limpios, angustiados y heroicos días de nuestros pueblos.

Ahora que Neruda cumple cien años y su vaticinio de “voy a vivirme”, el poeta Ángel Augier ha develado para muchos la crónica del chileno Recuerdos de La Habana, en que Pablo explica su visión aromática y mágica de la capital antillana, pues para él La Habana era una caja de tabacos con efluvios de cedro, donde su madre guardaba reliquias.

Y por el encantamiento de la madera y el recuerdo de lo entrañable en la niñez, le nace el amor por Cuba, la Isla que toca su verboso pincel en numerosas páginas del Canto General. Leyéndolo tiene lugar el hallazgo propio de ese José Martí que el poeta perfila como si lo conociese en persona durante el distante 1890, el Martí que habita la Isla: “Pero dentro de ti como una clara/ geometría de nieve germinada,/ donde se abren tus últimas cortezas,/ yace Martí como una almendra pura./ Está en el fondo circular del aire/está en el centro azul del territorio,/ y reluce como una gota de agua/ su dormida pureza de semilla”.

Leyendo a Neruda, pensándolo en sus visitas al Archipiélago, en su pertenencia a las revoluciones y su lealtad a la nuestra, uno imagina que no solo estuvo en Cuba, sino que Cuba estuvo desde siempre en Neruda. (Originalmente publicado en Juventud Rebelde, 2004).

Imagen de portada: Neruda. Ilustración de Isis de Lázaro.

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Katiuska Blanco Castiñeira
Katiuska Blanco Castiñeira (La Habana, 1964). Periodista y ensayista. Fue corresponsal de guerra en Angola y redactora del diario Granma durante más de diez años. Es autora de libros como Ángel, la raíz gallega de Fidel, Fidel Castro Ruz, guerrillero del tiempo. Conversaciones con el líder histórico de la Revolución Cubana, y Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz.

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