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Cuba en Abya Yala. Los pueblos aborígenes en Cuba

En la conmemoración del aniversario 513 de la muerte del cacique Hatuey en la hoguera a manos de los colonizadores españoles, se inició la Campaña “Cuba en Abya Yala” que se extenderá hasta el 12 de octubre, Día contra el Genocidio, la Colonización y el Racismo, con los momentos conmemorativos intermedios del 7 de junio, aniversario 492 de la ejecución del cacique Guamá y el 9 de agosto, Día Mundial de los Pueblos Indígenas.

En la Cuba actual no existen pueblos ni comunidades indígenas, pero sí existen personas descendientes directas e indirectas de los pueblos originarios y en el habitante cubano de hoy que es esencialmente mestizo. El ADN ancestral de estos pueblos está presente en la generalidad de las personas de todas las macrorregiones: occidental, central y oriental pero fundamentalmente en esta última, aunque en los censos actuales de Cuba no se capta el color rojo-cobrizo típico de los pueblos originarios americanos pues no es representativo.

En la región oriental, hay seis municipios de la provincia de Guantánamo donde los rasgos fenotípicos, y sobre todo faciales, de un número significativo de sus pobladores denuncian esta descendencia: Baracoa, Maisí, Imías, San Antonio del Sur, Manuel Tames y Yateras. También ocurre en casi todo el territorio de la provincia de Granma, sobre todo en Guisa y Jiguaní; en las serranías de la provincia de Santiago de Cuba; en los municipios de Banes, Antilla, Nipe, Moa y Mayarí, de la provincia de Holguín; en Najasa, de la provincia de Camagüey y en varios espacios de la provincia de Las Tunas.

El ADN ancestral de estos pueblos está presente en la generalidad de las personas de todas las macrorregiones. Foto: Tomada de Internet.

En el municipio de Yateras, la comunidad de Caridad de los Indios, conocida también como La Ranchería, es totalmente de descendientes directos de taínos y se mantuvieron sin mestizar hasta el siglo XX. En los municipios de Madruga y Guanajay, en las occidentales provincias de Mayabeque y Artemisa, respectivamente, existen sendas comunidades de descendientes de mayas yucatecos.

En el Mapa Genético para el origen étnico de los cubanos (2015) se demostró que el total de la población cubana es mestiza genéticamente con independencia del color de la piel de las personas y en la mencionada investigación resultó que el 8 por ciento de la composición genética de los cubanos y cubanas es de genes de origen nativo-americano o amerindios, pero en la región oriental es mayor que en el resto del archipiélago, llegando a un 12 por ciento.

Por provincias, en esa región, Las Tunas cuenta con un 13,6 por ciento de genes amerindios; Holguín 11,8 por ciento; Granma 15,4 por ciento; Santiago de Cuba, 10 por ciento y Guantánamo 9,3 por ciento.

Como se observa, en cada una de las cinco provincias orientales los genes nativo-americanos superan la media del país, pero todo esto se da en un escenario de mestizaje genético y diversidad de tonalidades de piel.

Los pueblos originarios cubanos, prehispánicos o precolombinos se han estudiado basado en distintos criterios según las épocas y las características de esos estudios.

La resistencia aborigen la inicia el cacique Guayucayex en la región de Canímar, hoy Matanzas, en 1509, quien se enfrentó a un grupo de expedicionarios del bojeo a la isla que dirigió Sebastián de Ocampo. Posteriormente, procedente de la isla de Quisqueya, llegan a Cuba el cacique Hatuey y la caciqueza Anacaona, para continuar en Cuba la lucha que habían iniciado en su isla natal. Hatuey muere ejecutado en la hoguera el 2 de febrero de 1512. Caguax fue un cacique que continuó la lucha iniciada por Hatuey, al igual que la caciqueza Guarina.

Un capítulo extraordinario de estas luchas es el desarrollado por el cacique Guamá, con su hermano Guaymari, su esposa la caciqueza Casiguaya, y su lugarteniente Juan Pérez (nombre hispánico adoptado), quienes combatieron contra el invasor cerca de once años mediante el método de guerra de guerrillas (1522-1533). Fueron capturados y ejecutados. Guamá muere el 7 de junio de 1533.

Cuando se abolió el régimen servil y semiesclavista de las encomiendas en Cuba, en 1553, de los 120 000 aborígenes que había antes de la conquista iniciada en 1511, según los datos del demógrafo Juan Pérez de la Riva en su libro La conquista del espacio cubano, más los que importaron forzosamente del área del Caribe continental e insular (taironas, macuriges, guanajos, guajiros, lucayos, caribes, arahuacos), sobrevivieron poco más de 5 000, equivalente al 4 por ciento de la población inicial, o sea, que ocurrió un atroz genocidio, aunque no un exterminio, y como se observa en la tabla posterior, en los siglos siguientes hasta el XIX continuó llegando población amerindia a Cuba.

Luego de que el gobernador colonial Gonzalo Pérez de Angulo aboliera las encomiendas, el obispo Sarmiento contabilizó solo 893 indígenas, pero esa cifra obedecía a los indígenas avecindados en las villas españolas.

Los 5 000 aborígenes que se declararon libres quedaron desprovistos de tierras y propiedades, arrebatados por los colonizadores. En ese momento se calcula en poco más de 3 000 los pobladores blancos de Cuba, la mayoría españoles y algunos criollos más algunos cientos de negros, que todavía era una población exigua, y algunos mestizos, principalmente indohispánicos y algunos pocos afroindígenas y afrohispánicos. Es decir, que aun siendo solo 5 000 los aborígenes y habiéndose reducido su población bárbaramente hasta solo el 4 por ciento de su cantidad original, seguía siendo el segmento más numeroso de la población del archipiélago.

Por tanto, en el siglo XVI se fundaron dos “pueblos de indios” para reconcentrar en ellos a los indígenas liberados, expropiados y errantes de las regiones occidental y oriental: Guanabacoa (1554) y El Caney (1556) pero en ellos se avecindaron sólo unos cientos, la mayoría se refugió en serranías, maniguas, cenagales y en los cayos adyacentes a la isla.

En el siglo XVIII se fundan dos nuevos “pueblos de indios”: Jiguaní (1702) y Marianao (1720), en el oriente y el occidente, respectivamente, en otro intento de reconcentración de los miles de indígenas errantes y dispersos. Por otro lado, Santiago del Prado, actual El Cobre, en la región oriental, aunque no se fundó oficialmente como pueblo de indios, asimiló también una considerable cantidad de naturales de la isla.

Aun después de abolidas las encomiendas y liberados los indígenas, los “indios cayos” —así llamados porque poblaban los cayos adyacentes a la isla de Cuba— continuaron incursionando contra los españoles de la isla y en 1576 el cacique macurije Yatologo se subleva en la ciénaga de Zapata contra los españoles que querían desplazarlos del lugar. Derrotados los indígenas, los trasladaron a Guanabacoa.

Para la construcción del primer sistema defensivo de la ciudad de La Habana, entre 1560 y 1630, fueron importados de la Nueva España numerosos indígenas de distintas etnias identificados de manera común como chichimecas (huastecos, tarahumaras, apaches, comanches y navajos) como mano de obra contratada o servidumbre impuesta. Una vez liberados, la mayoría se estableció en las tierras libres de Vueltabajo y se conocieron como “los indios bravos de Vueltabajo”.

Cuando se produce el canje de La Habana por la Florida entre Inglaterra y España en 1763, se trasladaron a Cuba, específicamente a Guanabacoa, 101 familias de las etnias calusas, tequestas y timulcas, floridanas, porque eran fieles a España y temían la represión británica porque se habían enfrentado a ellos en la frontera con Georgia.

Finalmente, a partir de 1859 fueron supuestamente contratados como colonos indígenas mayas yucatecos, que los cubanos llamaron guachinangos, quienes fueron convertidos —realmente esclavizados— junto a los culíes chinos y los negros africanos y criollos, en el occidente cubano.

En general, entre 7 500 años a.p. y el siglo XIX, fueron 19 las etnias originarias nativo-americanas que se asentaron en Cuba:

Aunque los indígenas fueron invisibilizados como “blancos” en los censos coloniales desde el primero en 1774 y desaparecieron los “libros de indios” para bautismos, matrimonios y otros fines en la iglesias y se inscribían en los libros de blancos, varios padrones vecinales de las villas, ciudades y pueblos sí los reseñaron como puede observarse en el padrón de Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey, en 1880, ciudad donde, además, dos comparsas de aborígenes participaron en sus fiestas populares hasta finales de la centuria decimonónica.

El último ejemplo de rebeldía y resistencia de los aborígenes cubanos fue la constitución del regimiento Hatuey, integrado por indígenas de la comarca de Yateras, que perteneció a la Brigada Guantánamo, de la 1ra división del 1er cuerpo de ejército del Ejército Libertador Cubano, en la Guerra de independencia de 1895.

Además del nombre del país —Cuba, que es aruaco—, tienen nombres aborígenes cuatro de las quince provincias y decenas de municipios y cientos de sitios y accidentes geográficos. Instrumentos musicales, utensilios domésticos, artículos y objetos disímiles, varios platillos de la dieta cubana, hábitos, costumbres, tradiciones… ¿Exterminados los indígenas, cultura muerta? No. Están en nuestro mestizaje genético y étnico (Tomado de La Jiribilla).

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