ENTREVISTA

Lisandra Gómez es ¡periodista!

La dejaba tan fascinada ver a los periodistas de televisión despidiendo cada día sus reportes frente a la cámara, que la niña que fue hasta no hace mucho incorporó aquella «práctica» a sus más queridos juegos. Lo que comenzó así fue un deseo que tomó cuerpo cuando Lisandra Gómez Guerra, la misma que ahora obtuvo sendos Premios Nacional de Periodismo 26 de Julio (en Crónica, por Radio, y Especial Editorial de la Mujer) y una mención por la noticia del espirituano que se inscribió en el Libro Guinness de los récords y transmitió Radio Sancti Spíritus, se encontró con la Vocacional, «donde siempre tuve claro que las Ciencias Humanísticas eran lo mío.«En 12mo. Grado, con la boleta en mano, no dudé en poner Licenciatura en Periodismo en la primera opción y unos meses después me vi sentada en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, como parte de la matrícula de la que luego se convertiría en su segunda graduación de esa carrera, que desde el primer semestre nos acerca a los medios. Te confieso que el periódico Escambray me encantó porque recibe siempre a los estudiantes y recién llegados con mucho cariño, además del profesionalismo que se transpira en su redacción.«A Radio Sancti Spíritus lo descubrí en segundo año. Seducida desde antes por mi profesor Abel Falcón, cuando puse un pie en sus estudios, maravillada con la magia de los sonidos. Cuando me vi en aquella emisora reconocida a nivel de país por múltiples premios, dije: aquí es a donde quiero regresar ya egresada. Afortunadamente, resultó».

-A pesar de que más de una vez ha sido distinguido tu quehacer en la prensa plana, resulta evidente que es en la radio donde te mueves a tus anchas…

—Poder idear un universo con sonidos y efectos es un reto perenne. Resulta difícil atrapar a una persona que puede estar haciendo múltiples actividades a la vez. Para que fije tu mensaje, debes lograr imbricar todos los recursos sonoros acertadamente. Me place muchísimo la cobertura en vivo. Ser los ojos de muchos y esa posibilidad de la radio no la podemos dejar morir. La inmediatez será siempre uno de sus grandes valores, así como que se escuche la voz de los protagonistas de los sucesos. Lamentablemente, es un medio que en ocasiones no es valorado en su justa medida, sobre todo por su carácter efímero. Pero en su interior palpita un universo que te permite crear sin límites.

—¿Podrá afirmarse que más de 80 años después de su fundación, se percibe un sonido joven en la Radio Cubana?

—A la radio le toca reinventarse como la vida misma. Necesita parecerse siempre a su contexto más cercano. No puede pensar en gustos y preferencias de sus audiencias, sino en carencias y necesidades. La edad de quienes la realizan no le aseguran un sonido o forma de hacer joven, sino el modo en que gestione sus contenidos. En mi opinión, hay acomodos, facilismos, estancamiento, anquilosamiento, ausencia de cientificidad en muchos de los procesos radiales de nuestro país. Y eso atenta contra una radio con sonido joven.

«Pienso que la radio, de forma general, se ha demorado en apropiarse del espacio virtual con el aprovechamiento real de todos sus recursos. Lo que prima es volcar los mismos productos que se transmiten y eso no funciona. Hay que pensar en los tipos de públicos, alcance, temas que pudieran resultar atractivos en una plataforma donde en cada minuto se gestiona información.

«Es evidente que la radio necesita de más análisis. No puede conformarse con la información porque ya hoy los seres humanos cuentan con múltiples vías para acceder a ella. Su propia potencialidad de llegar a lugares donde la prensa plana demora y la señal de TV o internet tampoco están o esa capacidad para mantenerse cuando se producen grandes afectaciones como el paso de un ciclón o tornado, lo convierte en el medio ideal para desmenuzar, a través de voces autorizadas, cualquier temática».

—¿Por qué, si son tan necesarios, escasean los estudios de audiencia? ¿Cómo hacer en estos tiempos en que cuentan con tantas opciones, sea mayor la cantidad de jóvenes que se interese por nuestros productos?

—Si te acercas a las investigaciones científicas te percatarás de que también escasean porque son estudios difíciles y complejos cuando se hacen bien. Siento que muchas veces no se piensa en los públicos cuando se toman decisiones al interior de un medio, cuando son estos su razón de ser. Se aprecia facilismo y conformismo cuando se realiza ese tipo de estudio pues se asume que con la aplicación de una encuesta puedes obtener resultados fieles y lo cierto es que existen numerosos instrumentos para contrastar la información, gracias a lo cual se obtiene una visión más cercana.

«Nuestros públicos han cambiado y esto ocurre con sistematicidad. Los jóvenes hoy son, en su mayoría, nativos digitales. Creen no poder vivir sin un móvil en la mano, entonces si quieres que ellos sean públicos frecuentes debes identificar qué buscan en la tecnología. ¿Se ha pensado en apk para que sea más fácil acceder, por ejemplo, desde un celular a la señal radial? ¿Dialogamos con ellos a través de las aplicaciones de mensajería como telegrama o WhatsApp? ¿Colocamos productos atractivos en forma y contenido en Internet?

«Los medios tienen que ir a donde están sus públicos y justo en esos escenarios conquistarlos. No se puede esperar que el flujo sea a la inversa. Claro, hay que ser creíble, lo cual se logra con argumentos, pensamiento, discurso coherente…».

—¿Cómo te las arreglas para quedar bien con Radio Sancti Spíritus, el periódico Escambray, Juventud Rebelde y contigo misma?

—No siempre lo logro, sobre todo porque soy muy inconforme con lo que hago. Me gusta trabajar y me entrego para que, como mínimo, quede digno. Quisiera que el día sumara más de 24 horas para que el tiempo me alcance. Me levanto a diario a la cinco de la mañana y me organizo para poder cumplir con las planificaciones de mi agenda. A veces lo consigo, otras no.

«En Escambray permanezco como colaboradora desde el 2016. Llevo su página cultural y ha sido para mí un verdadero desafío profesional, porque me obliga a superarme. Semanalmente debo mover temas, protagonistas, géneros periodísticos, y Sancti Spíritus es una ciudad, en ocasiones, con demasiada quietud, por lo que completar las 140 líneas no siempre resulta tarea fácil. Ese medio es una escuela a tiempo completo.

«Radio Sancti Spíritus es el escenario donde logro volcar todas las ideas convertidas en sonido. Un discurso difícil si quieres mantener la audiencia. El diarismo, la cobertura en vivo, me dan fuerzas. En ese medio he escrito de todo lo que he querido y he publicado casi todo, también.

«Por su parte, JR me ha enseñado a identificar aspectos de la realidad espirituana que pueden ser de interés nacional. Esta práctica constituye un aprendizaje total porque a veces se he hace muy difícil cumplir con esa responsabilidad. Me encanta asimismo compartir con mis colegas del equipo de corresponsales, todos muy buenos periodistas y de quienes bebo para que la escritura sea mucho más derecha.

«Mis semanas transcurren con varios proyectos en agenda. Pensados para diferentes discursos y eso me estimula a no achantarme, a no dejarme vencer por las rutinas que en ocasiones son muy poderosas. Intento escribir de temas que me interesan como ciudadana y ser humano. En ocasiones, se me acumulan proyectos y priorizo, según el grado de actualidad. Pero, jamás estoy conforme».

—Entre la periodista, la locutora y la directora de programas, ¿con cuál te sientes más a gusto, complacida?

—¡Lisandra es periodista!, el resto de las actividades son provocaciones intelectuales, anhelos, coqueteos… Son las vías para canalizar otras necesidades profesionales. Pero, el periodismo es la esencia.

—¿Por qué esa insistencia tuya en adentrarte también en los temas de género?

—A ese tema llegué por casualidad en el año 2013 y desde entonces me interesa profundizar sobre él mucho más, porque adentrarse en su mundo equivale a alcanzar un valioso aprendizaje. Siento que desde esa fecha soy mejor ser humano porque he aprendido a despojarme de estereotipos y he podido analizar el contexto desde la multiplicidad de formas de ser, hechos…; cuestionarme muchas de sus aristas en busca de mayores equidades. Esos conocimientos son muy útiles al intentar realizar un periodismo más cercano a mi contexto.

—Muy joven y ya eres Doctora en Ciencias de la Comunicación. De hecho, la primera de tu provincia. ¿Cómo vencer una etapa que exige estudio en verdad riguroso?

—Lo he dicho y quizá muchas personas me han catalogado de pedante, pero pasó así: no dejé de trabajar como periodista un solo día durante los dos años en que me concentré en mi investigación (salvo, claro las vacaciones aprobadas como a toda trabajadora). Fue difícil y me exigió organizarme mucho más las rutinas. Estoy convencida de que la disciplina me llevó a vencer esa etapa. Lo agradezco porque fue otra gran oportunidad para sumar significativos aprendizajes, no solo científicos, sino también personales.

«Estaré eternamente agradecida al claustro de profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana por recibir a una espirituana desconocida, pues no estudié la licenciatura allí; a mis amigos residentes en la capital, quienes me dieron albergue o entregaron documentos para evitarme esos viajes kilométricos; a mis padres y amigos de la vida, y a los medios que me impulsaron para sortear los obstáculos con más agilidad. Ese doctorado les pertenece a todos ellos, sinceramente».

-Como si no bastara con las responsabilidades que ya tienes, te interesa dar clases en la Universidad…

—Imparto clases en la Carrera de Comunicación de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí y en la Maestría de Comunicación de ese centro de altos estudios. Cada encuentro con mis estudiantes me hace crecer porque aprendo. Intento que las clases no sean un monólogo, sino que busco provocarlos para que cuestionen, debatan, analicen. Les exijo que no reproduzcan los libros, sino que se formen sus propias opiniones. El estudiar para preparar las asignaturas me obliga, además, a estar pendiente todo el tiempo de referentes teóricos actualizados, lo cual me fortalece como profesional.

—¿Qué retos, en tu opinión, enfrenta el periodismo cultural que se realiza en Cuba?

—Como el resto del periodismo, necesita de más análisis. No puede conformarse con la información. Debe ser crítico, cuestionador, develar intereses comunes, propiciar el debate entre los públicos, contrastar voces múltiples… Solo así será mucho más creíble y poderoso.

—No resulta extraño encontrarte una y otra vez en las sesiones de trabajo del Taller y Concurso de la Radio Joven Antonio Lloga in memoriam, ya sea como concursante o como jurado, ¿por qué ese interés en el evento santiaguero?

—El Lloga fue el primer evento en el que participé. Llevaba un año de graduada. Más allá de ofrecerte la posibilidad de conocer las formas de hacer radio que coexisten en el país, se trata de un certamen que permite analizarlas e interpretarlas a partir de los grandes desmontes de las obras propuestas por los jurados. Son deconstrucciones que se convierten en clases. Esa particularidad no debe perderse porque equivaldría a desaparecer el alma del encuentro o que se parezca a los otros muchos que han aparecido luego.

«A todo lo anterior se añade que, históricamente, los días en que se realiza el Lloga se propicia una comunión de jóvenes amantes de la radio que te oxigena. Las obras ganadoras destacan por su muy buena factura. Se convierten en brújula para todos aquellos que no terminados de aprender, que buscamos superarnos constantemente».

—La Asociación Hermanos Saíz (AHS) y Lisandra…

—La AHS me ha permitido acompañar y comprender los procesos artísticos desde el otro lado, es decir, no desde la visión de la periodista que participa en una cobertura con agenda y grabadora en mano, sino de quien forma parte de un gremio con deudas, necesidades, intereses, sueños, logros… No he sido la mejor vicepresidenta de la filial espirituana, pero he intentado estar siempre junto al creador, porque la Asociación es eso: la gran compañera que guía y protege a quienes inician el interminable proceso artístico.

(Tomado de Juventud Rebelde)

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