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Juan David: 110 razones para un homenaje

Sitiecito, poblado de la antigua provincia de Las Villas, vería nacer en el año 1911 a uno de los más grandes humoristas gráficos de la nación. Juan Eduardo David Posada -o simplemente Juan David-, llegaría a la vida uno de los últimos días del mes de abril. El 25, para ser fieles a la exactitud.

Maestro del costumbrismo, a los trazos de Juan David se le rendirá homenaje en la venidera XXII Bienal Internacional de Humorismo Gráfico de San Antonio de los Baños, en ocasión de celebrarse en este 2021 el aniversario 110 de su natalicio. Se congratula así la impronta de un autodidacta que aprendió plasmando en la hoja en blanco lo que sus ojos aguzados de adolescente encontraban en libros viejos o hurgando entre revistas.

Juan David. Dibujo de Isis de Lázaro/Cubaperiodistas.

De su paso por la prensa republicana dan cuentas las publicaciones Carteles, Social, Mediodía, Grafos, Hoy, Información, Excelsior y El Mundo. El periodista e investigador Leonardo Depestre Catony, en su texto “Juan David y René Portocarrero: de maestro a maestro” publicado en La Jiribilla, señala que sería en Bohemia donde sus trabajos no solo ganarían en frecuencia sino que aumentarían también en renombre, al comenzar a ser asociado con la sección en “En Cuba”, seguida por un gran número de lectores.

Con un don especial para la caricatura, en diferentes técnicas quedaron plasmadas, entre otras figuras de la cultura cubana y foránea, los pintores Pablo Picasso, Wilfredo Lam, René Portocarrero y Mariano Rodríguez, la bailarina Alicia Alonso, los escritores Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Ernest Hemingway, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda y Pablo Armando Fernández. Igualmente, los músicos Bola de Nievo e Ígor Stravinsky y el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa.

Fechada en el año 1975, en la impronta “juandavicística” destaca una caricatura realizada a Fidel Castro, el líder de la Revolución cubana. Con matiz esperanzador, descuellan en la pieza varios tonos de verde: van desde el verde olivo del característico uniforme militar de campaña hasta varios, en el fondo de la pieza, que se funden, se solapan y compiten entre sí por llamar la atención del espectador.

El original de la pieza fue donado por el hermano del artista al Museo de Humor, en el año 1990, y desde entonces ha formado parte de las múltiples exposiciones que han homenajeado al estadista antillano.

Respecto a esta obra, J. Ángel Téllez refiere en Cubarte: “Ciertos empastes, como las manchas del fondo, se me antojan preámbulos de la “intromisión” de la pintura en el quehacer de Juan David, que se hiciera público y palpable en su exposición “40 Caricaturas y algunas intromisiones”, montada en la capitalina Galería Habana en 1978”.

Asimismo, Téllez  destaca los valores artísticos y patrimoniales de este boceto que muestra a Fidel sentado,  y cuyas líneas y postura evocan la verticalidad política del líder cubano. El autor refleja que los trazos del caricaturista dejan testimonios de dos momentos distinguibles para el personaje que dibuja, si se contrapone la actual a la primera caricatura que le realizara a Fidel, en 1953, y que se publicaría en Bohemia un año después.

Con poco más de cinco décadas de labor –apunta el periodista Ciro Bianchi Ross en “Cuando la caricatura se llamó Juan David”, publicado en Juventud Rebelde en 2012-, el humorista gráfico legó unas cinco mil caricaturas personales, y alrededor de 15 mil dibujos políticos y de sátira social, en lo que consideró su colega René de la Nuez Robayna (1937-2015, Premio Nacional de Artes Plásticas 2007) “una de las obras plásticas más grandes del mundo en su género”.

Al respecto, Bianchi Ross resalta en el texto de marras que “sus caricaturas se salen siempre de la usual y manida desfiguración del personaje. Puede haber en estas exageración, pero las distorsiones, de existir, marcan una realidad, acentúan aquellos elementos esenciales que explican al ser humano que representan. No interesaba al caricaturista provocar la risa fácil ni llevar a sus cartones la pose del hombre, sino ir más allá de lo aparente para captar lo profundo de una personalidad.

“Ajeno al propósito del dibujante, en los cartones de David los personajes se salvan o se destruyen por sí mismos. Ese es el gran secreto de sus caricaturas, y también su logro mayor. Él lo explicaba muy bien cuando decía que no le importaba captar la nariz rota que todos ven, sino la nariz rota que está por dentro”.

El Premio Nacional de Periodismo José Martí 2018 rememora una conversación que tuvo con Juan David, en una tarde lejana de 1980:

– Hay personas que vienen y me dicen: “Yo no tengo caricatura”. Les respondo: “Usted no tiene caricatura, luego no existe”.

“Toda persona tiene caricatura. En unas, es más fácil, en otras, más difícil; todo depende de cosas sutiles. La caricatura no es una cosa tan espontánea como parece; muy por el contrario, es trabajosa. Hay que insistir hasta encontrar el rictus, la curva precisa o la ondulación exacta que dé al hombre, hasta que la mano responda a la concepción que uno se hizo del hombre”, le comentaba el humorista gráfico.

Otras facetas presentes en la vida de Juan David fueron la de diplomático luego de 1959, con servicios en Montevideo y París; y la de profesor de Arte Cubano, en el Instituto Superior de Servicio Exterior.

A los 70 años falleció Juan David, en 1981. Ciro Bianchi recuerda que en una ocasión le preguntaron al caricaturista sobre el epitafio deseado y este, tras meditar unos minutos, respondió: “Juan David amó mucho la vida y lamenta el retiro”.

Imagen de portada: Laz

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